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Cada quien sus miedos

Hoy, al igual que China, Italia, Irán, España, Alemania y los Estados Unidos nuestra gente se enferma, se agrava y muere por miles.

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Ernesto Osorio

Conforme avanzan los días, el entorno inmediato se nos hace cada vez más tenso. La sensación generalizada es de incertidumbre, de duda, de temor, de desconfianza. Vivimos en la era de las redes sociales donde el rumor vuela como el aire y en pocos segundos se propaga más que el protagonista de esta coyuntura mundial, que nunca imaginamos llegaría.

El mundo está enfermo y sus habitantes tenemos miedo. Esa, es la única certeza.

Cuando en febrero pasado la televisión o las redes sociales multiplicaban las imágenes de ciudades enteras vacías, de personas con cubre bocas y caretas de plástico, la sensación que nos inundaba se parecía mucho a la que nos pone “la piel chinita” cuando vemos alguna película de ficción en el cine. Pero los días pasan y esa calamidad, ese virus que golpeó con toda su fuerza al continente europeo fue contagiando a cada vez más y más personas hasta llegar a Norteamérica, a México, a la capital, a tu colonia, a tu casa.

Hoy, al igual que China, Italia, Irán, España, Alemania y los Estados Unidos nuestra gente se enferma, se agrava y muere por miles.

Sí, tenemos miedo, un miedo que llegó junto con el nuevo coronavirus (Covid-19) y que cada quien expresa de distintas formas. A veces, la verdad puede ser fuente de desesperación y caos debido al miedo humano hacia lo desconocido. Cuando el mal lo padece el de la acera del frente, la cultura del miedo lo estigmatiza, y eso lo hemos visto multiplicarse en los últimos días.

Tenemos miedo a perder nuestra libertad. Las consecuencias de esta pandemia las sufrimos los ciudadanos, no solo con las víctimas mortales: la existencia del enemigo invisible se convierte en el mayor ataque a nuestro libre albedrío, el bajar los brazos en nuestra autodeterminación como individuos y aceptar fácilmente que el gobierno decida por nosotros: ¡Quédate en casa!

Tenemos miedo a la mentira. Conforme pasan los días la información que nos presenta todas las tardes el subsecretario Hugo López-Gatell parece cada vez ser más incierta. Los medios de comunicación nos confunden y esta semana, TV Azteca hizo lo que casi nadie imaginaba: llamar a la desobediencia civil y salir a las calles, regresar a nuestro trabajo, “no le hagan caso a López-Gatell”.

Un día después, la televisora develaría como si se tratara de una novela más de las que transmite, una escena de rectificación o arrepentimiento. ¿Quién dice la verdad?

También ellos, los que nos controlan, los que nos gobiernan, tienen miedo. El Presidente, la Jefa de Gobierno, los gobernadores, los paladines del fenómeno electoral llamado Morena, tienen miedo al saldo electoral.

Desde su propia trinchera cada dirigente, cada partido, cada gobernante busca cómo sacar provecho de la pandemia. Los miedosos gobernadores en Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas cierran filas y sus fronteras para marcar su distancia con el gobierno de izquierda de Andrés Manuel López Obrador.

Abiertamente confrontados con el “experto” López Gatell, los gobernadores de Jalisco y de Michoacán, Enrique Alfaro y Silvano Aureoles, respectivamente, desafían las medidas de confinamiento y administran sus propios riesgos.

Tenemos miedo a los medios. Sin la cultura de miedo que éstos impusieron, quizás hoy veríamos al nuevo coronavirus como una forma severa de resfriado. Si nunca nos han asustado los muertos por la gripe común, mucho menos deberían asustarnos los millones que mueren por malaria, o por la enfermedad más prevenible que es el hambre.

Pero quizá el miedo más fuerte es al egoísmo. El temor de contagiarnos, de contagiar a nuestras familias, a tu mejor amigo, a tus hijos, al amor de tu vida y terminar en una estadística, en un dato más que engrosa una de tantas dudosas cifras del doctor López-Gatell y sus expertos.

Sí, tenemos miedo. Tengo miedo… miedo a la indolencia que ocurre a nuestro alrededor y que sólo nos importa cuando nos sentimos afectados. La cultura del miedo ya nos domina y nos obligará a seguir al pie de la letra las medidas sanitarias, aun sabiendo que son un desastre para nuestra salud. Total, cada quien sus miedos.

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