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Capital Político

Lo peorcito va a Morena

La necesidad de los morenos por ganar las elecciones hizo que en 2018 abrieran sus puertas a toda la basura que desechaban los demás partidos

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Lo peorcito del PRI se fue a Morena; lo peorcito del PAN se fue a Morena; lo peorcito del PRD se fue a Morena y los que votaron por Morena siguen pensando que votaron por un cambio… ¡Ilusos!

Prueba de ello es que ya se cumplieron dos años desde que arrollaron en las elecciones y es hora en que los morenos no se pueden poner de acuerdo ni siquiera para elegir a quienes serán sus nuevos dirigentes.

En los dos últimos años los dirigentes pejistas se la han pasado en tribunales acusándose entre ellos mismos de rateros, transas, mapaches y otras lindezas, las cuales antes sólo se oían cuando la oposición acusaba al PRI de tramposo.

La necesidad de los morenos por ganar las elecciones hizo que en 2018 abrieran sus puertas a toda la basura que desechaban los demás partidos y que eran purificados al ingresar al pejismo, pensando que de ahí en adelante se portarían bien.

Si bien era gente con mala fama, tenían cierto arrastre en los territorios y venían con dinero… mucho dinero para sostener una estrategia electoral basada en la movilización y la compra del voto.

Lo importante era ganar a como diera lugar, y ya después se les podría meter al orden.

Nada más falso, ninguno de los priistas, panistas y perredistas que fueron acogidos olvidaron su ADN: son gente que sólo trabaja para sus intereses y quienes no les importan los demás.

Apenas se vieron vencedores y la avaricia les regresó. Ganaron más de lo que pudieron haber soñado y querían ir por el botín sin tener que darle cuentas a nadie… al menos eso es lo que creían.

Cuando fueron llamados al orden se negaron a someterse y fue entonces cuando se avivó el canibalismo, lo mismo por la disputa del partido que por los espacios en las cámaras legislativas.

Un buen ejemplo de ello fue lo que pasó en el Congreso de la Ciudad de México, donde una banda de pillos lleva ya casi dos años disputándose el millonario presupuesto y la suculenta estructura administrativa para atiborrar las plazas con aviadores.

Esa lucha encarnizada ha dado al traste con el gobierno capitalino, pues lo que se supone sería una ventaja al tener una abrumadora mayoría en Donceles, resultó todo lo contrario por la disputa interna.

Al inicio de la legislatura Claudia Sheinbaum les advirtió que por nada del mundo toleraría que formaran tribus al interior de la bancada… fue lo primero que se formó: el ADN es el ADN.

Si de los partidos de donde provienen los corrieron por hacer tribus, la mayoría de ellas perdedoras, cómo les iban a impedir regresar a las mismas mañas.

Por eso, quienes presumen haber votado por el cambio son unos ilusos, pues seguramente no han escuchado eso de que aunque la mona se vista de seda…

CENTAVITOS…
Y hablando del gobierno capitalino, más de uno piensa que ya va siendo hora de que Claudia Sheinbaum empiece a hacer cambios en algunas áreas si no quiere que el año que entra se vea arrollada en las elecciones intermedias.

Está claro que la jefa de Gobierno carece de operadores políticos eficaces y que, si no se reinventa, acabará dependiendo de los caciques que hoy le ponen piedras a su administración, y al final seguirá siendo presa de ellos.

Los cambios se dan regularmente cerca del informe de Gobierno que, en teoría, se llevará a cabo en septiembre, como cada año.

Periodista, especializado en política de la CDMX. Editor y columnista

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