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Pluma Invitada

Too big to fail, too close to fail

Sin lugar a duda, fue una cumbre histórica, el presidente que más ha vejado y ofendido a México y los mexicanos recibió con los brazos abiertos y amistosos a un líder populista de izquierda y nacionalista.

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La reciente visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador a su homologo estadounidense, Donald Trump, despierta muchas dudas y comentarios al respecto, en primer lugar, dicha visita se da en medio de una pandemia sin precedentes que ha golpeado de manera especial a ambos países; se da en medio de la campaña electoral para la reelección de Trump, quien tiene altas posibilidades de perder frente a Joe Biden; se da teniendo a dos presidentes sumamente proteccionistas y antagonistas de la globalización; finalmente, se da bajo el pretexto de la entrada en vigor del nuevo T-MEC, que había entrado en vigor desde el primero de julio y sin la presencia del tercer socio, Canadá.

Sin lugar a duda, fue una cumbre histórica, el presidente que más ha vejado y ofendido a México y los mexicanos recibió con los brazos abiertos y amistosos a un líder populista de izquierda y nacionalista. Dos personajes que son tan iguales y distintos a la vez, por un lado, ambos utilizan la polarización social, el odio y el resentimiento para alcanzar fines electorales, por el otro, Trump es de una derecha extremista que mezcla la iglesia y el estado y que promueve el neoliberalismo más puro, y López Obrador, demagogo de izquierda que atenta contra la institucionalidad y que ataca a la iniciativa privada. Entonces, ¿para qué se reunieron estos dos mandatarios?, se dice por un lado que López Obrador fue requerido por Trump, por el otro se dice que López Obrador fue por voluntad propia.

Sea cual sea el caso, no podemos hacer de lado la relación bilateral, Estados Unidos es, por mucho, nuestra relación más importante. Ningún país en el mundo tiene tantos consulados en tierras extranjeras como México en Estados Unidos, 50 en total; más de 35 millones de habitantes estadounidenses son de origen mexicano y más de 1.5 millones de americanos viven en nuestro país. Somos el principal socio comercial de Estados Unidos, sobre China o Canadá, exportamos al norte más que todas las exportaciones de Latinoamérica juntas, de ese tamaño es la relación económica. Nos dividen más de 3,000 kilómetros de frontera, siendo esta la más transitada del mundo, la separación de dos mundos, la América anglosajona y Latinoamérica. Más allá del comercio o la seguridad, nuestra relación tiene lazos de sangre inquebrantables, dos culturas fusionadas por tradiciones formales e informales, por décadas de mestizaje, somos más que vecinos.

Ahí radica la importancia y la insistencia de Estados Unidos con México, sea como sea, Venezuela esta muy lejos y no tiene la población ni los recursos para ser un problema significativo, Cuba es una isla pequeña en todo sentido, Corea del Norte está demasiado lejana, pero México, es su vecino, un vecino con más de 120 millones de habitantes, un vecino que es la 14° economía del mundo, no somos insignificantes para los yanquis, somos por mucho su relación más delicada. Cualquier problema o situación que atente contra la seguridad o los intereses de Norteamerica es de crucial atención, ese es el verdadero propósito de la cumbre AMLO-Trump.

La cancelación de la Reforma Energética emprendida por el ex presidente Peña Nieto, la amenaza al cumplimiento del contrato para la construcción de gasoductos, las descalificaciones a los organismos autónomos, la cancelación de proyectos como el aeropuerto de Texcoco, la cervecera Constellation Brands, la prohibición de nuevas concesiones mineras, entre muchas acciones más han espantado a la inversión nacional e internacional, han puesto en riesgo los intereses de las transnacionales americanas y han estancado el crecimiento económico del país. Para garantizar crecimiento e inversión se deben mandar mensajes claros y no cambiar las reglas a la mitad del juego, garantizar estado derecho, certidumbre jurídica y un ambiente propicio para ese crecimiento.

Un país con mayores niveles de pobreza y marginación mandará más migrantes al norte, incrementará los niveles de una violencia ya insostenible, pondrá en peligro la supremacía misma del estado, es el caldo perfecto para la inestabilidad social. Es una olla exprés que se esta quedando sin escape, ¿llegará a explotar?,  ¿Norteamerica intervendrá a la vieja usanza para salvaguardar su bienestar?, López Obrador fue a negociar un rescate, una salida, ayuda de su “amigo” Donald Trump.

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