Hace apenas unos días, fui testigo de una manifestación popular de meseros y cocineros damnificados colaterales por los efectos de la pandemia ocasionada por el VIRUS SARS COV 2. La verdad es que siento estrictos, deben llevar meses en el desempleo y sufriendo muchísimas penurias por las carencias financieras.
Lo mismo lo he observado en otras latitudes, en donde diferentes gremios se organizan ara protestar cerrando calles o haciendo sonar ollas y cacerolas en búsqueda de apoyos gubernamentales para salir de la crisis.
Una cosa he visto en común en esas manifestaciones: cuando llega la prensa para tomar declaraciones de los involucrados, sucede una especie de acto mágico, y la furia se convierte en calma, el odio de los gritos en búsqueda de solidaridad, apoyo u entendimiento. ¿A qué se deberá este comportamiento dual, que por un lado es agresivo y beligerante, yo por otro lado, resulta, empático?
El papel de juegan los medios de comunicación es fundamental. Una persona frente a un micrófono es completamente diferente a una gritando desde el anonimato. ¿Cuánto nos durara eso?
Las restricciones de la pandemia han sido devastadoras en los bolsillos, y no es broma, mucha gente está en la última de sus reservas para poder enfrentar la vida cotidiana, y sin una respuesta gubernamental enérgica, puede generarse una crisis que derive a sus ven en escenas delictivas o de aumento por la simple necesidad que tenemos de alimentarnos.
Imaginemos por un segundo, a un matrimonio joven, recién llegado de provincia, con un hijo de 1 año de nacido. Súbitamente, ambos se quedan sin trabajo. ¿Esperarán la ayuda de un programa asistencialista gubernamental, desobedecerán todos los llamados mantener la observancia del semáforo rojo? Una cosa es absolutamente cierta, y esa es que el trabajo legal no se encuentra prohibido en nuestro país.
Supongamos que de pronto inicia una campaña de desobediencia social masiva y simultánea y de pronto, todos los comercios de este país, abriéramos las puertas de nuestros negocios al mismo tiempo. ¿Puede un a disposición temporal, estar por arriba de un derecho constitucional’ ¿Estará la gente dispuesta a aceptarlo si es que esta situación se prolonga por un mayor tiempo? ¿Cambiará el hambre de verdad nuestra paciencia y nuestro modus operandi cotidiano? Me da la impresión de que estamos sentados en una bomba de tiempo en donde existen tantas variables y tantos imponderables que pueden acabar mal, que se generan cambios negativos en lo colectivo.
La labor y el nivel de responsabilidad de nuestras autoridades no tiene precedente, y el tamaño del resto es mayúsculo. No se trata de leyes, de reglamentos, de medidas autoritarias ni permisivas, se trata de trata de poner el frente las mejores enseñanzas y los mejores argumentos de la política al servicio del pueblo y confiamos que la Jefa de Gobierno pueda hacerlo. Talento lo tiene.
