Tras quedar eliminado de la lucha por el Gobierno de la CDMX, Armando Ahuedse ha vuelto el objeto del deseo en la alianza Por la CDMX al Frente, para que se lance por una alcaldía.
Ante los últimos acontecimientos, en los que políticos de todos los partidos han quedado embarrados en temas de corrupción, el PRD busca a toda costa lavarse la cara con aspirantes que rechinen de limpios. Y es aquí donde el perfil ciudadano, bonachón y de buen funcionario del doctor Ahued se vuelve atractivo, incluso para los caciques que lo ven como una posibilidad real de salvar el territorio.
Antes de que se definiera la candidatura de Alejandra Barrales por el Frente, se había dicho que la participación del exsecretario de Salud en la contienda sería solamente testimonial.
Eso se pensaba hasta que dirigentes con influencia en el partido comenzaron a cobijarlo y entonces se convirtió en una posibilidad real de convertirse en la tercera vía, si el tema se tensaba mucho.
Un par de semanas antes de que el PRD eligiera aspirante, ya varios lo ubicaban como candidato a Xochimilco, con amplias posibilidades de arrebatar la demarcación a Morena.
Era el premio de consolación, pues quien disputaba a Barrales la candidatura era Salomón Chertorivski, con un meteórico crecimiento que lo perfilaba como el candidato con mayores posibilidades de triunfo.
Eso espantó a la nomenklatura perredista —y panista—, que por ningún motivo dejaría pasar al exsecretario de Economía, aunque ellos mismos lo reconocían como su mejor opción.
Arreciaron la cargada en favor de Barrales y listo.
Convencieron a Salomón de firmar en diciembre un acuerdo para que a mitad de enero se realizara la encuesta, pues era obvio que en tan poco tiempo no iba a posicionar su imagen entre la ciudadanía.
La gente de Alejandra se lo chamaqueó, ya que con otro par de semanas más de campaña se hubiera consolidado y el boicot perredista-panista, a todas luces evidente, habría quedado desactivado.
Ahora, de los dos perdedores, los caciques buscan convencer a Ahued, ya no para Xochimilco, sino para Coyoacán, Iztapalapa y hasta GAM a fin de garantizar el triunfo.
El partido apostaría a cubrir con una figura como él sus delegaciones emblemáticas, pues la figura del doctor haría pequeño a cualquier rival moreno.
Ahued se podría dar el lujo de deshojar la margarita.
El caso de Salomón es diferente; a pesar de que sería una excelente carta, le quedó bien clarito que el PRD no lo quiere y quizá el mensaje que dio cuando aceptó los resultados de la encuesta tiene más de fondo.
“Apoyaré al Frente y en breve buscaré a Ricardo Anaya…”. O sea, nada en la CDMX.
CENTAVITOS… El panista Jorge Romero comenzó a acomodar sus piezas y ya se anotaron Santiago Taboada para Benito Juárez y Luis Mendoza para San Lázaro. Parodiando a lo que Romero respondió (“no tiene ninguna ciencia”) para tratar de explicar cómo es que tres diputados de la ALDF —entre ellos él— decidirán el destino de más de 7 mil millones de pesos para la reconstrucción de la CDMX. Habría que decir que tampoco tiene ninguna ciencia adivinar quiénes serán sus candidatos en la capital. Pero si bien no tiene ciencia explicarlo, es muy difícil entender y, sobre todo, aceptar que tres sujetos decidan el futuro de 100 mil familias afectadas por los sismos en la ciudad. Quizá sería el momento en que el diputado dejara su soberbia para que le entre un poco —no de humildad, ni hablar—, pero sí al menos de sensibilidad.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2018/01/29/1216671
