Arturo Páramo
La intensidad de la semana en el gobierno mexicano ha pintado de cuerpo entero al presidente y a su equipo.
La reiterada negativa de entregar recursos a organizaciones civiles dedicadas a la ayuda a grupos vulnerables alcanzaron su clímax con la publicación de memorándum con el que se corta el apoyo económico a todas las agrupaciones sociales, entre ellas, las dedicadas a la ayuda de mujeres y a sus familias víctimas de violencia.
Sin la ayuda gubernamental, las organizaciones que cumplen con una gestión a grupos que no tienen acceso a los servicios de salud públicos difícilmente podrán seguir operando.
Me refiero a la atención de chicos con autismo, down, con trastornos de atención, o que han sido víctimas de violencia que los ha dejado con afectaciones emocionales severas.
Cualquiera de las familias que utilizan los servicios de esas instituciones que hasta el año pasado se financiaban de recursos públicos, dejarán de prestar sus servicios y los chicos y sus familias deberán sumarse a las legiones que esperan ser atendidos por un sistema de salud pública, que el mismo presidente reitera en cada conferencia de prensa y en cada mitin, que está en situación desastrosa, peor que el sistema educativo.
Por ello, meter en el costal de la corrupción a las asociaciones que tienen probada experiencia en la atención de mujeres víctimas de violencia, de atención a personas con trastornos, o con capacidades diferentes, es, al menos, incomprensible.
Otro rasgo que tiene el debilitamiento de la sociedad civil a través de retirarles recursos, es que han sido esos grupos los que han defendido los Derechos Humanos de sectores de la población cuando quienes ahora están en el poder evitaban referirse al tema por cálculos políticos.
Así, el tema de presos políticos, desplazados, de víctimas de la violencia, de desparecidos, de defensa de la libertad de expresión de los periodistas, etcétera, deberán buscar recursos en otras instancias que no sean el gobierno mexicano.
Por donde se vea, debilitar a las organziaciones sociales, debilita la democracia.
Para el actual gobierno es más democrático un ejercicio de consulta ciudadana no amparado en la ley para definir si la termoeléctrica de Huexca entraba en operación o no, que aguardar las reformas constitucuionales que permitan ese ejercicio.
Incluso los disturbios durante los dos días de la jornada, el asesinato de uno de los opositores al proyecto y la abierta oposición del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (que apoyaron la campaña en contra del Nuevo Aeropuerto de México en Texcoco) no importaron para que se anunciara que la consulta era a favor de la entrada en operación de la termoeléctrica.
El proyecto tuvo un costo superior a los 20 mil millones de pesos y a la fecha está detenida por la oposición de pobladores a que entre en operación porque, aseguran, contaminará las aguas que usan para sus cultivos.
En el ámbito externo, mientras el mundo se vuelca en contra del gobierno de Nicolás Maduro por la quema de ayuda humanitaria que iba a ser entregada a población de ese país, el gobierno mexicano mantiene la postura neutral que le ha dejado aislado en el concierto de las naciones.
Incluso dentro de México, hay actores políticos que exigen que la postura del gobierno federal se decante por el respeto a los derechos humanos en Venezuela, donde la propia autoridad se ha encargado de demolerlos día a día atacando incluso a su propia población.
Un gobierno ensimismado, que no escucha a su sociedad y por el contrario, corta el suministro de recursos para su existencia, está condenado a no tener interlocutores.
La sociedad civil organizada no es un invento conservador, como lo ha dicho el presidente, llegando incluso al extremo de asegurar que ninguna ha sido de corte de izquierda.
Erosionarlas, desgastarlas llevará a que en el país prevalezca la voz única del gobernante.
Al menos así lo reconoció la secretaria de la Función Pública en una entrevista televisiva cuando, a un cuestionamiento del entrevistado, reconoció que “AMLO es el Estado”.
Ojalá haya sido un lapsus y no la revelación de una estrategia que cada vez es más nítida por parte del poder.
