Como nunca antes se había visto, cientos de agentes de la Policía Federal, salieron a de sus oficinas y tomaron las calles, como el Centro de Mando, corazón de la operación nacional de esa, que es la corporación policíaca más importante del país.
Sin duda, al presidente de México le hace mucha falta alguien que le ayude con el manejo de las crisis, porque desde el primer momento, lejos de buscar un punto de conciliación, lo primero que se le ocurrió decir es que después de dos décadas de que se creó esa corporación, llegó el momento en que “se echó a perder la Policía Federal”.
Sin distinción alguna y, como lo hace con todo aquello que no sigue sus designios de manera leal y fiel, el presidente acusó de corruptos y descalificó a quienes se manifestaron contra la forma en que se les pretendía incorpora a la Guardia Nacional a todos aquellos elementos que cumplieran con los requisitos de disciplina, control de confianza y capacidades físicas y psíquicas para la nueva corporación.
Una semana entera duró la protesta de los uniformados, quienes se negaron a regresar a sus puestos de trabajo, hasta alcanzar los acuerdos. Los policías reclamaban la presencia in situ del presidente de la República, para aclarar eso de acusarlos de corruptos, para plantearle que no les podían in- validar su antigüedad, que no iban a incorporarse a la Guardia Nacional bajo los preceptos que caprichosamente querían imponerles.
Los policías, ya sean federales, estatales, municipales o de cualquier orden de gobierno no pueden ser sobajados, insultados, ni acusados a la ligera, todo trabajador merece un trato digno, sobre todo de aquellos a quienes sirven.
Es muy sintomática una protesta de esta naturaleza, la Policía Federal se supone que es o debía ser la corporación más preparada del país, la más capaz, la que cuenta con los mayores y las mejores trayectorias académicas, no se les puede tratar de esa manera.
La gravedad de este incidente administrativo no es el hecho de que hayan parado sus labores, tampoco que no quieran incorporarse a la Guardia Nacional, el problema es que de un plumazo, se les quitan las prestaciones, se les vulnera en sus derechos y ellos hayan expresado su disposición de llegar, incluso a la confrontación, en defensa de sus intereses y los de sus familias, que también se sumaron a las protestas.
Los agentes de la policía, colocaron barricadas en el acceso principal al Centro de Mando, previendo que en cualquier momento del día o de la noche pudiera haber un intento para que el gobierno retomara el control de las instalaciones más importantes de la Policía Federal.
Todo ello, a pesar de que el presidente había dicho que no se les iba a reprimir a los uniformados, porque su gobierno no es un gobierno represor, pero las acciones de los policías no son muestra más que de desconfianza hacia el secretario Alfonso Durazo y al presidente López Obrador.
Los 13 acuerdos alcanzados entre el gobierno y los policías federales, son de todo tipo, desde el compromiso de no volverse a manifestar en las calles ni tomar las instalaciones policíacas, hasta la promesa de que no habrá despidos y que se les va a reubicar en otras áreas del gobierno federal.
No debe descartarse que se trata de una estrategia de parte del gobierno pa- ra enfriar el asunto, pero que una vez que se reinicie el proceso de liquidación de la Policía Federal, cuando inicien las reasignaciones y la incorporación a la Guardia Nacional, los casos comiencen a tratarse de uno en uno, con las instalaciones ya bajo el control de los mandos de la Guardia Nacional para evitar la insubordinación que pudiera darse.
El asunto no está concluido.
