Adrián Rueda
Sumado a su falta de pericia política, que mucho antes de asumir la Jefatura de Gobierno le alcanzó para partir a su grupo parlamentario en dos, Claudia Sheinbaum vuelve a picar chueco al querer imponer como líder del Congreso local a Ricardo Ruiz. De que lo puede hacer, ni duda cabe, pues seguramente nadie se opondría a una orden vertical, pero el precio a pagar es cada vez mayor ante su falta de operación.
Porque si de por sí echar abajo la votación interna del grupo, que el sábado pasado ungió a José Luis Rodríguez como sucesor de Ernestina Godoy en Donceles le costaría caro, imponer en su lugar a un perredista en activo le triplicaría el costo.
Y es que Ruiz, suplente toda la vida de Alejandro Encinas, sigue siendo miembro activo del PRD, partido al que se afilió el 30 de noviembre de 2010, y al cual jamás ha solicitado su baja, por lo que, oficialmente, sigue siendo perredista. El enredo comenzó desde que Alejandro Encinas, quien iba a ser coordinador de la fracción, aceptó irse a Gobernación como subsecretario de Derechos Humanos, pues su ilusión es estar cerca de El Peje, por lo que se ofreciera… ya fue su sustituto una vez.
Eso obligó a sacar de la chistera a la también pejista Ernestina Godoy, que sin habilidades para la grilla fue impuesta ante sus compañeros, quienes, de inicio, la aceptaron, hasta que sacó las uñas y –según ellos mismos— quiso agandallarse los recursos de la fracción.
Y en eso sus colegas son bravos, pues podrán estar pintados de morenos, pero siguen siendo amarillos y sus mañas están intactas. Ni un peso —digo, paso— atrás con los dineros extra, que, por cierto, Morena prometió erradicar.
Como Ernestina, a quien muchos calificaban como una dulce abuelita, nunca pudo controlar la granja, decidieron sacarla de ahí y llevarla al gobierno de Claudia, donde consideran que puede hacer menos daño al proyecto.
Sólo que a la dulce diputada se le ocurrió que, antes de irse, podía dejar planchada su sucesión y el sábado pasado, en una reunión con su fracción, se le ocurrió poner a votación la estadía de Eduardo Santillán como vicecoordinador del grupo. Como la votación, realizada entre 29 diputados, la ganó 17 votos contra 12, se envalentonó y dijo: “De aquí soy”. De una buena vez ordenó votar a su sucesor, proponiendo a Ricardo Ruiz, que era el nombre que le habían deslizado los claudistas.
Para su sorpresa, quien resultó ganador fue José Luis Rodríguez, por 16 votos contra 14; la dulce Ernestina ordenó repetir la votación a mano alzada y volvió a perder. Decidió entonces hacerla uno por uno y le volvieron a dar palo.
Entonces fingió demencia y alegó que estaba confundida, pero el daño ya estaba hecho y ella misma lo provocó. En el equipo de Claudia se tardaron en reaccionar y la información se filtró, lo que pone contra la pared a la futura gobernante.
Su indecisión permitió que le crecieran los enanos y ahora está muy claro que Morena quedó partido en dos grupos: el de los jóvenes identificados con los colores pejistas, y el de los rucos, que siguen siendo perredistas, pero envueltos en bolsitas morenas.
Alguien tendría que darle unas clasecitas de grilla a la doctora para que le caiga el veinte de que un buen académico no es necesariamente un buen político. Por lo pronto, puede ir preparando la cabeza de Lalito, para ofrecerla a cambio a los rebeldes.
CENTAVITOS… Y otra cosa, si no procesa bien el relevo, ya hay tiburones azules y amarillos en espera de que los afectados se les acerquen para ayudarlos a nivelar la correlación de fuerzas.
https://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/claudia-pica-chueco-otra-vez/1278244
