Fernando Díaz Naranjo
Las mediciones llevadas a cabo por empresas serias sobre como son percibidos los gobernantes durante su gestión, siempre son un indicador real del sentir de la población que debemos tomar en cuenta.
Para el caso particular de la Ciudad de México, el 54% de su población manifestó su aprobación a la forma en que la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum ha llevado su trabajo. Lo interesante de la medición presentada por el Diario El Universal que corresponde a finales del mes de marzo, es que, del mes de diciembre de 2018 a finales de marzo de 2019, Sheinbaum se ha mantenido prácticamente con los mismos niveles de aprobación. Esto significa que la población ha visto resultados positivos en su gestión gubernamental.
Sin embargo, en el desarrollo del trabajo del presidente Andrés Manuel López Obrador las cosas son completamente distintas.
De acuerdo con una medición expuesta hace algunos días en el programa de Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, López Obrador concentraba en abril de este año una aprobación ligeramente superior al 60%. Esto es 6 puntos porcentuales más que el registro que concentra Claudia Sheinbaum. El problema es que AMLO llegó al inicio de su gobierno con una aprobación cercana al 80% lo que significa que en tan sólo 4 meses su popularidad ha ido descendiendo en opinión de la población, o dicho de otro modo, la gente considera que está aplicando o resolviendo las cosas no en los términos planteados, y con esto está diluyendo las esperanzas de la población.
El propio López Obrador en diciembre de 2018 manifestó que Claudia Sheinbaum superaría la labor que él hizo cuando fuera Jefe de Gobierno de esta gran Ciudad.
Al respecto, consideramos que existen muchos rubros que marcan la diferencia entre la gestión de Claudia Sheinbaum y López Obrador y que apuntamos algunos a continuación:
Sheinbaum es una mujer más moderada que AMLO. Piensa las situaciones adversas, define una ruta y actúa en consecuencia. En tanto López Obrador es todo lo contrario. Es notorio que no escucha, es impulsivo y su gran error es que siempre ante cualquier panorama que le es adverso, sigue la estrategia de dividir, de que existen dos bandos, los buenos y los malos, o es negro o es blanco; esta polarización le ha generado muchísimas complicaciones.
A Sheinbaum se le percibe más involucrada en las tareas de gobierno; se observa que analiza los temas y los expone con claridad. En cambio, con López Obrador vemos, por ejemplo, que mientras él establece plazos, estrategias y acciones, sus secretarios casi siempre le corrigen la plana; a esto López Obrador señala que nadie le entendió y que mal interpretamos lo que quiso decir o incluso su ya famoso “yo tengo otros datos”, que además, casi nunca da a conocer.
Sheinbaum es cuidados con los medios de comunicación, en cambio López Obrador, con el afán de buscar dar la nota del día con fines positivos para su gobierno, en ocasiones consigue totalmente lo contrario. Incluso, se ha observado que desvía la conversación o de plano que no sabe de nada del tema que los periodistas le tratan.
López Obrador gira instrucciones a través de memorándums fuera del marco de la legalidad; Sheinbaum es más cuidadosa, al menos se percibe que conoce sus atribuciones y alcances.
A Claudia Sheinbaum se le percibe haciendo equipo con su gabinete, en cambio a López Obrador se le ve como autoritario y sus secretarios no forman parte de su equipo, son sus súbditos.
Estas formas tan diferentes de hacer gobierno es lo que, en la opinión de un servidor, lo que ha motivado a definir que Sheinbaum está haciendo mejor las cosas que López Obrador. Habrá que esperar otro periodo de tiempo para ver cómo marchan las cosas. ¡Hasta la próxima!
