Luis Eduardo Velázquez
El primer año de gobierno de Miguel Ángel Mancera en la Capital CDMX su popularidad se vino abajo al cerrar filas con el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien impulsó las reformas estructurales.
Mancera contó en varias ocasiones que el conflicto más grave que vivió como gobernante fue la crisis de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación donde permitió que la fuerza pública los reprimiera para retirarlos del plantón que habían realizado en el zócalo capitalino y ya había hecho crisis.
La caída en su popularidad fue por algo muy básico, el habitante de la Capital CDMX, en su mayoría con vocación de izquierda llevaba 15 años acostumbrado a que el Jefe de Gobierno fuera la oposición.
Así lo fue el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, no se diga Andrés Manuel López Obrador para enfrentar las locuras de Vicente Fox o Marcelo Ebrard para hacer de la CdMx una isla ante la guerra ordenada por Felipe Calderón.
Esos gobiernos marcaron a la mayoría de los capitalinos que siempre han votado por un Jefe de Gobierno con autonomía que los salve de las decisiones erráticas del titular del Ejecutivo federal.
Mancera rompió esa regla y se plegó al gobierno de Peña Nieto para apoyar el avance de las reformas estructurales y su costo fue muy alto. Perdió el apoyo de la base. Incluso las primeras críticas de Ebrard a Mancera vinieron por no solidarizarse con los maestros y enfrentar el Pacto por México. De ahí la larga confrontación.
Ahora que hay un gobierno hegemónico en la Presidencia de México y la Jefatura de Gobierno, los capitalinos vuelven a a sentir la orfandad política que tanto le costo al gobierno de Mancera.
Mientras los capitalinos esperan una reacción contundente de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, para pedir a Andrés Manuel López Obrador corregir el rumbo de una mala estrategia que ya golpea a la base del morenismo ha predominado el silencio y la subordinación.
Sabemos que la lealtad de Sheinbaum a López Obrador es muy alta, empero la Jefa de Gobierno debe asumir su papel de mandataria y procurar a sus gobernados porque por esa misma vía se puede ir todo su capital político.
En la vida y en política, las historias se repiten, pero lo que no se debe repetir son los errores.
La primera semana de combate al Huachicol ha puesto a prueba al gobierno de Sheinbaum y el costo político se ha cargado a ella porque se ha visto rebasado el gobierno capitalino para dar respuesta a la crisis que se ha generado por la falta de combustible.
El problema no es menor porque empezaron los bloqueos y fallas en servicios, no obstante, puede escalar más con el aumento de precios, ya que los perdedores sin lugar a dudas serán los ciudadanos.
Golpear con la estrategia a la CdMx fue un grave error de cálculo político porque al ser la sede de los Poderes el escándalo es mayúsculo y la percepción es de crisis no en una entidad sino en el país.
Esperemos que Sheinbaum asuma el poder que le otorgaron más de 2 millones de capitalinos y su posición sea en defensa de los ciudadanos afectados o de lo contrario le van a pasar factura por dejar ir el avasallamiento de una mala estrategia del gobierno federal.
Sirva también la coyuntura para que el gobierno de Sheinbaum avance en mejorar las condiciones del transporte público y el paso a energías limpias porque la crisis por abasto de combustible es global, no es un tema local. Tiene la oportunidad de encaminarnos a un futuro próspero y esperemos que así sea.
NOCAUT. Eduardo Venadero dejó el PRD y con ello se sepultó la corriente Vanguardia Progresista que tuvo todo el poder en la CdMx y ahora deja al perredismo en vías de extinción. Hoy tendrá que mostrar de qué está hecho. Los fracasos son también parte del éxito.
