Martín de J. Takagui
Ésta como ninguna otra transición sexenal o relevo presidencial ha sido inédita, convulsionada y llena de incertidumbre, que pone a los mexicanos en la orilla de la silla, al observar las condiciones en que se inicia un nuevo gobierno, autodenominado la Cuarta Transformación y que a ciencia cierta nadie sabe en qué consiste, pero que ha dado muestras claras de autoritarismo y de poder real, aún antes de haber iniciado legalmente sus funciones.
A menos de un mes de que inicie la administración de un añejo grupo político, envuelto en una nueva propuesta de partido, (Morena) el viejo PRI se despide en silencio de la Administración Pública Federal, pero con muchos de sus activos político-administrativos que vuelven a la palestra del poder, con renovados bríos, tanto en el ámbito del Legislativo, como del Ejecutivo.
Temas como la desaparición de los 43 normalistas sin resolver, pero con la promesa del próximo gobierno de llegar al fondo, asuntos de corrupción, con un sistema nacional anticorrupción que solamente existe en la ley, porque en los hechos no se logró consolidar, una situación de violencia casi generalizada en más de 500 de los dos mil 600 municipios que existen, frente a una propuesta de la creación de la Secretaría de Seguridad Pública, que no tiene plan, programa ni solución a la vista.
El gobierno que se va sale en silencio, abrumado por la tormenta informativa en favor del próximo presidente, el cual amenaza con acabar con la publicidad oficial, que es el principal sustento de la mayoría de los medios de comunicación, además del anuncio de reducir al máximo las oficinas de comunicación del gobierno, mientras que las criticas y el desgaste del bono democrático del nuevo gobierno se han comenzado a sentir, pues no en vano, los ataques a la prensa Fifí.
Por otra parte, se observa a un sector empresarial avasallado por la que será la nueva administración, que desde la etapa de campaña fue calificada por el próximo presidente como una “minoría rapaz” que ahora ve interrumpidas las inversiones en lo que sería el nuevo Aeropuerto Internacional de México, de Texcoco, el cual se trasladará a Santa Lucía, en Tecámac, lo que generó incertidumbre y volatilidad, situación que fue calificada por quien tomó la decisión como algo pasajero.
Al mismo tiempo, México vive lo que califica el presidente de Estados Unidos Donald Trump, como una invasión de migrantes centroamericanos que, primero dan portazo en la frontera entre Guatemala y Chiapas, después se registran como solicitantes de refugio y llegan masivamente a la ciudad de México, cuando ésta no estaba en su ruta inicial hacia McAllen, o Brownsville, en el estado de Texas, pero de última hora, fue guiada esa gran y descontrolada caravana de migrantes hacia la capital del país.
El simple hecho de que el éxodo de hondureños, salvadoreños y guatemaltecos haya entrado en forma masiva a territorio mexicano, ya hizo que los ojos del mundo voltearan a México, pues se trata de grupos vulnerables, reconocidos así por todos los instrumentos internacionales, quienes tienen derechos y los Estados del mundo están obligados a atender.
Los mexicanos estamos viviendo momentos inéditos, en donde el gobierno saliente se concreta a resolver lo que se presenta, a atender lo urgente, mientras que la administración entrante toma decisiones hace anuncios, amenaza, pide reformas en calidad de favor, como esa de que “a ver si se puede, aunque sea un renglón en la Constitución que diga: que los aumentos a los salarios sean siempre por arriba de la inflación”, así lo pidió a diputados y senadores de Morena, de Encuentro Social y del Partido del Trabajo.
El mandatario saliente estará en activo hasta el último día de su administración, por lo pronto en su agenda se encuentra ya la firma del nuevo Acuerdo Estados Unidos México Canadá, AEUMC, que sustituirá al Tratado de Libre Comercio y en cuyas negociaciones trabajaron de manera conjunta, el secretario de Economía Ildefonso Guajardo y el representante del próximo gobierno, Jesús Seade.
Menos de un mes deberá transcurrir, para que los mexicanos vayamos despejando dudas y la situación de incertidumbre, bueno, malo o regular, nadie lo sabe, pero aquí estamos todos, 120 millones de mexicanos, que siempre hemos salido adelante, porque México es mucho más grande que cualquier resultado electoral.
