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CRIANDO CUERVOS / El canciller desmesurado

Hasta el momento, Ebrard ha sabido jugar sus cartas y aventaja a todos aquellos que podrían disputar la candidatura para continuar con el proyecto de la 4T por, al menos, por otros seis años.

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Javier Ramírez

Desde el momento que el Presidente López Obrador decidió revivir a Marcelo Ebrard, su viejo colaborador y sucesor en la Jefatura de Gobierno, inmediatamente se colocó entre la lista de quienes pelearán la candidatura de Morena para buscar sucederlo en el 2024.

Hasta el momento, Ebrard ha sabido jugar sus cartas y aventaja a todos aquellos que podrían disputar la candidatura para continuar con el proyecto de la 4T por, al menos, por otros seis años.

Gracias a la confianza que le tiene el Presidente, y sabedor de las habilidades del canciller y de su obsesión para exigir resultados, le ha permitido controlar otras áreas de la administración.

Lleva la batuta en migración, que es área de la Secretaría de Gobernación; le reporta el subsecretario de Trabajo, Horacio Duarte, quien coordina las plazas laborales que ofrece el gobierno federal para los migrantes.

Los recientes sucesos en la relación bilateral con Estados Unidos le han colocado de nuevo en primer plano. Y Ebrard se engolosina.

Más allá de si el canciller ha salvado al país de la imposición de aranceles, o si cedió a las presiones de la administración estadounidense y convirtió al país entero en el muro contra migrantes que tanto desea Trump, el jefe de la diplomacia mexicana ha comenzado a comprometer la mesura en sus declaraciones.

El ataque armado del 3 de agosto lo subió de nuevo a la palestra nacional, y se ha dejado mostrar no sólo indignado con el suceso, sino enérgico con el gobierno de la Unión Americana y como el funcionario que exige y hace que ocurran las cosas.

Pero no contó con la forma como manejaría la información el gobierno de los Estados Unidos, y que lo hizo ver exagerado y manipulador.

El 4 de agosto, un día después del tiroteo que costó la vida a ocho mexicanos en El Paso, Ebrard calificó de manera insólita que el hecho era un ataque terrorista contra mexico-estadounidenses, y mexicanos en territorio de aquel país.

Y no sólo eso, adelantó que las autoridades mexicanas participarían de la investigación y se exploraría la posibilidad de extraditar al agresor para que fuese juzgado en México y cumpliera condena aquí.

Al día siguiente viajó a Texas y se reunió con familiares de las víctimas, y anunció su encuentro para el  martes 6 de agosto con Alejandro Gertz Manero, Fiscal General de la República.

Dos días después, el 8 de agosto, Ebrard afirmó que altos funcionarios del FBI y la Fiscalía General estadounidense se encontraría, el 13 de agosto en la CDMX, con su contra parte mexicana para la integración de la carpeta de investigación en México contra el autor del ataque.

Por cómo lo expuso en esa ocasión, parecía que sus gestiones forzaron la reunión del FBI y las fiscalías. No fue así.

La embajada de Estados Unidos emitió un comunicado, ese 13 de agosto, en el que aclaró que ese tipo de encuentros son habituales, forman parte de una política que practican con muchos países, y encima, ya estaba programada con anterioridad.

Es muy poco probable que Ebrard desconociera de la realización de este tipo de reuniones, o que el subsecretario Jesús Seade no le informara y diera detalles de ello.

El canciller está comenzando a perder la mesura; parece que el acaparar titulares ya no fuera suficiente, sino que busca erigirse como quien pone el orden, no solo en su área y muchas más, sino incluso más allá de las fronteras.

Piquete de ojos

Quien perdió por completo la brújula y el cálculo político en temas internacionales fue el diputado de Morena, Mario Delgado.

El jueves 15 acudió a El Paso para dejar una ofrenda en el memorial a las víctimas del ataque armado del 3 de agosto, y según su agenda pública de ese día, emitiría un mensaje desde el consulado general en esa ciudad.

Pero el consulado aclaró que Delgado no darían ningún pronunciamiento desde sus instalaciones, como así fue.

Pero eso no fue lo malo, sino que llegó un día después del evento al que asistieron los gobernadores de Texas, y Chihuahua; los alcaldes de El Paso, y de Ciudad Juárez, y el subsecretario Seade y en el que ofrecieron un homenaje luctuoso en el Southwest Univesity Park.

Y eso sin contar que ese jueves por la mañana su equipo de prensa, que se redujo a solo una fotógrafa, le dieron la orden de bajar de avión porque ya no iría el legislador, y ya en la terminal, tuvo que buscar otro vuelo, porque siempre sí asistía.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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