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CRÓNICAS DE LA CIUDAD / ‘Cantinflas’, hijo de… Santa María la Redonda (1/3)

El 12 de agosto de 1911, este emblemático lugar vio nacer, a las 12:30 de la madrugada, al cómico internacional.

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Pedro Flores

Cuna de grandes artistas, como Cantinflas, Daniel “El Chino” Herrera, Manuel Medel, Shilinsky, de pachucos como Tin Tan; de caifanes como Ramón Berumen y Emilio Tuero, y de personajes barriales que hicieron época, como la de “El hombre de papel” y el elegante “Carta brava”, así fue Santa María la Redonda en los primeros 50 años del siglo pasado.

Todo empezaba al inicio de “la calle chueca”, el Órgano, en donde se encontraba “La canción”, lugar que operaba las 24 horas, y que según se decía era propiedad de Alfredo “El Güero” Gil, requinto de Los Panchos, y que era el centro de conbebecenciamadrugarescade mucha gente del medio artístico que se iba a echar “la última” y a disfrutar de la bohemia con guitarras y cancioneros.

Los que no alcanzaban lugar acudían al bar “Artemios”, que estaba junto, y que también hizo historia, más por sus trifulcas que por su buen servicio, pero que en los amaneceres era el refugio de los clientes que salían del salón de baile “Pigalle”, a donde era asiduo Arturo de Córdova; o de “El Bombay”, cabaret que estaba enfrente y del cual salían los parroquianos con unos tragos encima y acompañados de mujeres de mal vivir y buen ver.

Hablar de “El Bombay” es mencionar una de las catedrales de los cabarets en México, antes de ser cerrado a finales de los 90, traspasó la barrera de los 100 años; se inició como una verdadera piquera. Tuvo varios nombres hasta que se convirtió en cabaret con el nombre de “Shangai”, pero el último dueño, Luis García, le cambió el nombre a “Bombay”, en 1952.

Rincón de ficheras, de las que cobraban 0.20 y 0.50 y luego le subieron a $1.00 la pieza, tuvo época de oro de los años 40 a los 70, cuando no había tanta inseguridad, lo que lo hizo cerrar. Ahí, don Luis García comentó que una de las figuras que más llamó la atención en los años 50 “fue la del ex presidente Adolfo López Mateos (mandatario de 1958 – 1964), quien llegó a pagar 20 centavos por una bailada.

Por sus pistas han pasado grandes personajes, tanto del deporte, como Mantequilla Nápoles, como de la cultura, como el pintor José Luis Cuevas, Jaime Sabines, Armando Jiménez y Gabriel García Márquez y, obviamente, Carlos Monsiváis, o de la política internacional, como el mismísimo Ernesto El Che Guevara o Fidel Castro, han sacado brillo a la duela en mítico cabaret.

La fama de “El Bombay”, por alguna razón, junto con el “Siglo XX”, que apareció en la película “Los Caifanes”, fue gracias a que eran los favoritos de los productores de cine, ahí se filmaron escenas de las películas “Las Ficheras”, “Bellas de noche”, ”Reventón en Garibaldi”, “A garrote limpio” y “Albures mexicanos”, en las que participaron actores del dicho género, como Carmen Salinas, Leticia Perdigón, Alfonso Zayas, Rafael Inclán, Sergio Ramos, y hasta ”El Púas” Rubén Olivares.

En el ámbito de la leyenda del ahora extinto cabaret, se dice que Renato Leduc, el periodista que tenía tarjeta de “cliente frecuente”, ahí comentó con un grupo de amigos que en una ocasión María Félix le dijo que se casaran, a lo que el también poeta le contestó: “Yo no quiero ser el señor de Félix”.

El teatro ‘Follies Bergere’

Sin lugar a dudas, uno de los personajes más emblemáticos de dicha zona es Mario Moreno Reyes, mejor conocido como “Cantinflas”, nacido en Santa María la Redonda, número 182, a las 12:30 de la madrugada de un sábado 12 de agosto de 1911; hijo de Juan Pedro Moreno Esquivel, trabajador postal, y Soledad Reyes Guízar, y quien asistió a la escuela “Vicente Riva Palacio, que estaba en la calle del mismo nombre, esquina con Magnolia.

Persona de carácter agradable, que hacía reír a la pandilla de entonces, pero bueno para el moquete cuando se hacía necesario, fue soldado y boxeador con su hermano José; bailarín y payaso en el mercado Hidalgo, hasta que entró a la Carpa “Ofelia” con el nombre de “Polito”, gracias a su relación con la familia Aragón, dueña de la citada carpa.

Y fue en una gira por Cuernavaca cuando apareció por primera vez como “Cantinflitas”, de ahí pasó a las carpas “Sotelo”, “Novel”, “Soria” y “Estrella”, y en la “Rosete” actuaba con una compañera llamada “Yoli Yoli”, quien lo acompañó a la carpa de “Procopio”. Pasaron después a la “Amaro”, en donde cantó y bailó y, finalmente, llegó a la que fue su consagración denominada “Valentina”.

Pero Mario Moreno no fue original, si bien su compañera Yoli Yoli le quitó el  maquillaje de payaso, él imitó el atuendo de un personaje de tira cómica creada por José de Jesús Acosta en el periódico “El Universal” llamado “Chupamirto”, y así empezó a salir con una camiseta de tres botones, pantalones debajo de la cintura y un sombrerito clásico del peladito de barriada, y en lugar del chaleco, él se puso su “gabardina” y ya se presentó como “Cantinflas”.

Tampoco el modo de hablar “cantinflesco”, ahora ya aprobado por la Real Academia de la Lengua Española, es propiamente de él; según el maestro Pedro Granados, historiador del teatro en México, comenta que en la carpa “Apolo” había un timbalero al que le apodaban el “Gallito” y que tenía una forma de expresarse muy particular, ya que hablaba mucho y no decía nada.

Y agrega un ejemplo del modo de hablar de ese personaje: “Mire, mi joven, uno llega y para qué, pues mejor no, pues a lo mejor pues ya estuvo, y si ya estuvo no hay para qué, así mejor ni le digo, pero ese es el punto”.

Granados agrega que un día, en pleno escenario, Mario se puso a dialogar con “Gallito” y fue tal el éxito que los hicieron repetir varios días, y de ahí Mario Moreno, le dio la forma de hablar a “Cantinflas.”

En todo este escenario apareció en la vida de Mario Moreno, además de Valentina Ivanova, quien fuera su esposa, el empresario José Fustemberg, que traía una visión modernista del espectáculo, y le ofrecen a la venta el viejo teatro “Molino verde”, que antes se había llamado teatro “Garibaldi” por su ubicación.

Y en 1935 se lanza a la construcción del teatro “Follies Bergere”, misma que duró un año y lo inaugura Cantinflas el 15 de octubre de 1936 junto con Shilinsky, conjuntando un elenco entre los que figuraban también Manuel Medel, Amelia Wihelmy, Amparo Arozamena y la cantante Ana María González, quienes se presentaban por primera vez en un teatro con butacas acojinadas, foro amplio y, sobre todo, suela nueva. Este teatro fue demolido en 1972.

“El barco de plata”, que en ese tiempo estaba ubicado a un costado del teatro “Follies Bergere”, en la esquina de Plaza Garibaldi y Santa María, hoy Lázaro Cárdenas, era de las cantinas más elegantes de la época; tenía unas lunas afrancesadas, bien biseladas, con una contrabarra de fina madera en donde las botanas comenzaban a servirse en punto de las 12 del día, era famosa por su caldo de camarón, tostadas de pata y taquitos de barbacoa.

“Cantinflas”, al volver su barrio reconoció a muchos de sus amigos de la infancia, ya que el “Follies” estaba a dos cuadras de donde había nacido. No faltó que alguna vez tuviera que ser arrestado, y fue histórica la pelea que tuvo con unos parroquianos, a quienes no les gustó su modo de actuar; se dice que hasta clausuraron el lugar.

El teatro “Follies Bergere” durante muchos años fue un sitio privilegiado para los artistas mexicanos, como Pedro Vargas y Agustín Lara, y para muchas vedetes que encabezaron grandes espectáculos, incluso Germán Valdez “Tin Tan” hizo largas temporadas en dicho recinto, donde abundaron los personajes de todo tipo, y que llegaron a formar leyendas urbanas, de las cuales hablaremos la semana entrante. (Continuará)

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