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CRÓNICAS DE LA CIUDAD / La calle de ‘La Corregidora’

El comercio ha caracterizado siempre a esta importante vía del Centro Histórico.

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Pedro Flores

Si hablamos de la calle de las canoas o meleros, seguramente nadie las ubicará, menos aún si  hacemos mención de que por dicha vía llegaban en canoas primero a la Merced y luego al mercado “El volador” productos de Santa Anita, Xochimilco y La Viga, y que después de muchos años, se convirtió en el recorrido obligado de los presidentes rumbo al nuevo palacio legislativo, en donde rendirían su informe de gobierno. Efectivamente, nos referimos a la calle de Corregidora.

Dicha calle tiene mucha historia. Durante el virreinato formó parte de lo que se llamó la acequia real, que se conservó hasta el siglo pasado; por dicho camino se traían productos de las  pueblos del sur de la ciudad, mercancías que llegaban al mencionado centro de abasto en cuyo costado estuvo la “Pulquería de palacio”, la primera con permiso oficial y cuyos terrenos servían hasta para corridas de toros.

Los terrenos en donde estaba ubicado dicho mercado habían sido parte de las casas nuevas de Moctezuma II; al sobrevenir la Conquista, derrumbaron dicha casa y ahí se estableció el comercio, y el nombre “El Volador” se atribuyó a que ahí hacían suertes los indígenas en volantines, y pertenecían al marquesado del Valle de Oaxaca y cercano a la Real y Pontificia Universidad.

Allá por 1792, el virrey Revillagigedo reguló las instalaciones del mercado porque el problema de los vendedores ambulantes ya era grave; posteriormente, sufrió varios incendios, por lo que fue reconstruido en 1843 hasta que por fin en 1929 se demolió para dar paso a la construcción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La acequia real seguía por el portal de Los Agustinos, ángulo noreste del Zócalo, hasta la calle de los tlapaleros, hoy 16 de septiembre. El nombre es de origen náhuatl: “tlalpalli, que significa color, que se vendía en esa zona, de ahí que la calle de Corregidora fuera conocida de los tlapaleros y ferreteros.

En el siglo XIX, después de que la acequia real se secó, fue conservada como un recuerdo todavía con agua, pero en 2004 fue eliminado, y en su lugar se colocaron chapas de metal alusivas al pasado lacustre de esta calle, que a pesar de la modernidad, y de que ahora ya existe hasta un Burger King, continúa con algunas edificaciones de su gran pasado y ferreterías con mucha antigüedad.

El nombre de la calle  fue ordenado por el presidente Lázaro Cárdenas, en 1936, ya que la ilustre María de la Natividad Josefa Ortiz Girón, mejor conocida como Doña Josefa Ortiz de Domínguez, quien tuvo 11 hijos con su esposo, el corregidor Miguel Domínguez: José, Mariano, Miguel, Ignacia, Micaela, Dolores, Manuela, Magdalena, Camila, Mariana y el pequeño José. Ella murió a los 60 años, en 1829, a causa de una pleuresía, en una casa ubicada a una cuadra de dicha rúa.

Incrementa la historia de la calle de Corregidora el hecho de que en el número 87 haya vivido el general Ignacio Zaragoza con su esposa Rafaela Padilla de la Garza, con quien procreó tres hijos: Ignacio Zaragoza Padilla, Ignacio Estanislao Zaragoza Padilla y Rafaela Zaragoza Padilla.

Además del general Lauro Villar, quien con todo y su problema agudo de gota fue despertado la mañana del domingo 9 de febrero de 1913, luego de que el Primer Regimiento de Caballería había tomado por asalto el Palacio Nacional, y se enteró de que Gustavo Madero, hermano del presidente, había sido aprehendido y conducido a Palacio.

De inmediato, el general Lauro Villar, jefe militar de la plaza, agrupó  40 cadetes  y recuperó el edificio con bayoneta calada, así liberó a Gustavo Madero; apostó a su personal en la azotea del Palacio Nacional para repeler el ataque enemigo. Bernardo Reyes quería romper la defensa, pero el general Villar ordenó abrir fuego contra el líder rebelde tras pedirle su rendición. Reyes quedó muerto sobre la Plaza.

Siguió un intenso combate entre las fuerzas federales atrincheradas en Palacio Nacional y las rebeldes situadas en calles, portales y edificios alrededor del Zócalo. Cientos de civiles murieron y muchos más cayeron heridos. Félix Díaz tocó retirada y marchó con sus tropas a la Ciudadela, dando así origen a la llamada “Decena trágica”. El general Lauro Villar es uno de los héroes desconocidos por la historia.

Los presidentes  de la República

La calle de Corregidora fue limpiada totalmente, la seguridad era mayor aquel 1 de septiembre de 1981. Con motivo del quinto Informe de Gobierno de López Portillo, la gente se arremolinó a sus costados, se había  instalado formalmente el Congreso de la Unión bajo la presidencia de Luis M. Farías.

El primer mandatario con la banda presidencial puesta salió en carro descubierto, escoltado por la seguridad que iba corriendo a los lados del automotor, cuando en la marcha, una señora “rompe” el protocolo de seguridad y le entrega un ramo de flores al ejecutivo federal ante el “azoro” de toda la gente. Situación que después de volvió regular con otros presidentes.

Ahora, muchos años después y rota esa tradición, la calle de Corregidora está inundada de puestos ambulantes de mercadería de todo tipo e infestada de ratas bípedas y cuadrúpedas, pero su historia la cobija…

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