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CRÓNICAS DE LA CIUDAD / La espada de Hernán Cortés y la Ribera de San Cosme

La historia de este lugar incluye grandes anecdotas de inolvidables personajes.

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Pedro Flores

La Ribera de San Cosme, o sea, la vieja Calzada Tlacopan, es tan vieja que, según dice la historia, fue el propio Hernán Cortés, allá por 1524, quien con su espada delimitó los terrenos que se habían de repartir a sus militares, y en donde al fraccionarse años después, el terreno se vendía a 2 reales la vara (7 pulgadas); así, un lote de 168 varas se podía comprar en $ 42 reales plata u oro, según se acordara entre las partes interesadas.

Durante la colonia, en dicha zona, Fray Juan de Zumárraga construyó una Ermita dedicada a los Santos Cosme y Damián, cuya inauguración fue el 13 de enero de 1675 con la presencia del arzobispo Virrey Fray Payo Enriquez de la Rivera.

En dicha zona había un gran número de acueductos que pasaban por las ahora calles de Rosales y Guerrero, en donde había una hermosa fuente denominada de “La Tlaxpana”, que en aras de la modernización, ya que en 1879 empezó la modernización de la zona, fue destruida por orden del ingeniero Antonio Torres Torija, entonces director de las Obras Públicas del Ayuntamiento, lo mismo hizo con la plaza de Toros que estaba en lo que hoy son las esquinas de Guillermo Prieto y Rosas Moreno.

La historia continúa. Porfirio Díaz, mandó construir un mercado en dicha zona, que fue tan famoso por lo barato que expendían la mercancía, al grado de que gente de otras zonas se surtían ahí; inicialmente en carretas y luego en tranvías, hasta que una señora no pudo bajar del tranvía y le gritaron al conductor: “Baja vieja gorda y con canasta”, de ahí el origen de dicha frase.

Inmersa en dos colonias: la de los arquitectos (Santa María la Ribera) y la de San Rafael, el comercio tuvo gran auge en forma inicial, pero posteriormente la cultura empezó a predominar con la construcción de escuelas: la Normal de Maestros y el Heroico Colegio Militar que vinieron a cambiar la fisonomía de la zona.

En la vieja estación de San Jacinto, adelante del Colegio Miliar, estuvo la primera escuela de Veterinaria de México, fundada en 1853 por el doctor Leopoldo Río de la Loza, adelante estaba la escuela de Química, famosa por el asesino Gregorio Cárdenas, quien mató a varias prostitutas, y más adelante, junto a donde ahora está la estación del Metro San Cosme, la escuela de Filosofía y Letras, sin dejar de mencionar la Escuela Normal para Maestros y la Secundaria 6.

Todo eso dio lugar a que en los primeros años del siglo XX hubiera un ambiente muy especial en la zona, ya que los hijos de las familias de la colonia Santa María la Ribera y la de San Rafael, en donde hubo casas muy bellas, además de los estudiantes de la zona, hicieran de esta vía un área de grandes recuerdos para mucha gente.

Cuenta la historia que los grandes romances se dieron entre las chicas de la Normal de Maestros y los cadetes del Colegio Militar, en tanto que la demás población se iba con las chicas de la Secundaria 6, muchas se cambiaban de ropa para salir de la escuela para que no las vieran con el uniforme que las delataba.

Los viejos lugares de comilonas y gourmets
De aquella época, en textos de Salvador Novo, quien vivió en la San Rafael, recuerda las tepacherías con sus flautas de barbacoa, los puestos de tacos frente a la Secundaria 6, en donde se expendían carnitas, tacos de cabeza, sesos, suadero, y las salsas verdes y rojas, y años más para acá, ir a la ostionería “Boca del Río”, la cual fue una de las mejores de la ciudad en las décadas de los 50 y 60. ¡Y qué decir del restaurante “La sirena”!
Ya metido en la colonia Santa María la Ribera, en donde primero de mesero, y luego como miembro del trío “Los rebeldes”, saltó a la fama José Alfredo Jiménez, quien fue promovido por el veracruzano Andrés Huesca, quien le grabó “Yo”, y a raíz de ahí cantó en 1948 por primera vez en la emisora de radio XEX.

Pero una de las anécdotas de este personaje es que José Alfredo era portero del equipo del restaurante, y cuando empezó su carrera artística, lo suplió Antonio “Tota” Carvajal, quien posteriormente se le conocería como el “Cinco copas”, por su participación en sendos campeonatos mundiales.

En esa primera mitad del siglo XX, además de lo anterior, la Ribera de San Cosme se convirtió en la antojería favorita de grandes personajes, entre ellos, de Carlos Pellicer, Jaime Torres Bodet, que vivía en la ahora calle de Altamirano. José Gorostiza, Enrique González Martíne y, claro, Salvador Novo, a quien lo recordamos con este bello poema sobre la situación política que vivió:

Un año mas…
Un año más sus pasos apresura; un año más nos une y nos separa; un año más su término declara y un año más sus límites augura.

Un año más diluye su amargura; un año más sus dones nos depara; un año más, que con justicia avara meció una cuna, abrió una sepultura.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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