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CRÓNICAS DE LA CIUDAD / La ‘Mundis’ y la solicitada ‘M3’

Cientos de periodistas empezaban a trabajar “las de 8” desde este lugar…

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Pedro Flores

Hablar de la “Mundis” es recordar el viejo mundo del periodismo, sí, aquel que se practicaba cuando no había internet y que desde la “M3” se plasmaba en máquina de escribir, cuartillas y papel carbón, y que se enviaba a las redacciones con los viejos ayudantes a la voz de “hueso”.

Sí, estamos hablando de la cantina “La Mundial”, ubicada en Bucareli número 5, junto a la vieja entrada del periódico Excélsior, a donde se daban cita no sólo redactores, jefes de edición y reporteros gráficos, sino empleados federales de todos niveles y políticos a conbeber y “salvar al mundo”.

Las anécdotas en la “M3”, la reservada para los periodistas asiduos y afectos a los aperitivos y la botana era intocable; llegaban de diversos diarios cercanos: Excélsior, Novedades, Avance, El Universal y Novedades a “calmar el calor”, y empezar a trabajar.

Los ayudantes de redacción, que hasta la época de los 80 se les denominaba “hueso,” y que después pomposamente se les llamó oficce boy, con un estímulo revolucionario, eran los encargados de llevar las notas a la redacción.

Serafín Pradera, el español al que le tocó cerrar dicho establecimiento en 1982, siempre estaba atento a las necesidades de los clientes, pues era exigente con la botana que servían, aunque algunos pagaban con vales, que muchas veces no recogían.

La Mundial fue la primera cantina que dio paso a las mujeres, incluso se hizo una posada con autorización oficial, promovida por quien fuera un gran periodista de la primera mitad del siglo pasado: “El Tigre” León Quezada

La posada se realizó un día de diciembre de 1971 y fue muy mentada porque se permitió la entrada de las esposas de los diaristas, lo cual constituyó una novedad en esa época, pues ellas quedaron convencidas de las artes culinarias del chef Pepe Aguirre, que ofreció, entre otros platillos, su especialidad, la “crema a la nube”, que causó las delicias de los y las asistentes.

Con las anécdotas de dicho “Centro de salud” se haría una nueva biblia, incluyendo el apocalipsis, entre ellas, cabe destacar, un par sucedido a un reportero, cuyo apellido también lo llevó posteriormente su primo, el presidente José López Portillo.

Sucede que estaba de guardia, pero aprovechó su hora de cena para ir a “La Mundis” para ingerir una torta y algunos tragos, cuando le avisaron que había un gran incendio en la plaza Piccadilly Circus, de Londres, se echó la última y subió presto a la redacción de Excélsior.

Al otro día, la nota se publicó de la siguiente manera: El circo internacional de Picadilly fue víctima de las llamas que consumieron las carpas, dando origen a que tanto el público como los leones y los tigres de bengala salieran despavoridos en busca de refugio, causando pánico entre la población”.

Fue obvio que no leyó los cables, esa nota le costó tres días de suspensión, pero cuando ya no se la perdonaron fue cuando publicó la condolencia por la muerte de Rómulo O’Farril sr, lo cual casi le causa un infarto a quien fuera el dueño de Canal 4 y promotor de la WV.

“Hombre, este ya está muy indispuesto, hay que pedirle un coche para que se lo lleve, y hay que apurarse, porque de otra manera me va a pedir la otra fiada”, la calidad humana de Serafín Pradera le hizo ganar muchos amigos, siempre estaba preocupado por sus clientes a pesar de que muchos le tardaban en pagar.

Si nombráramos a los asiduos a dicho centro sería una lista muy larga y hay que tener respeto porque muchos ya se nos adelantaron, vivieron intensamente la época de la bohemia periodística de la amistad y del reporteo de calle, sin boletines ni internet, sólo con ganas de ganar la de “8 columnas” cotidianamente, y de los políticos… ni hablar.

Pero todo se acaba, la estructura se dañó con el crecimiento del edificio del periódico, su clausura estaba anunciada para el 30 de marzo de 1982, los periodistas de calle, no los electrónicos, habían programado un evento espectacular. Serafín pondría la última botana  especial y los tragos, y los diaristas los mariachis para que tocaran las tradicionales “Golondrinas.”

Pero por órdenes de la autoridad “todo se derrumbó”, dieron un clásico “sabadazo” y adelantaron la fecha; pocos fueron los testigos de “la última copa” en “La Mundis”. Tres camiones sacaron el mobiliario, rompieron el viejo ventilador de aspas que servía para distribuir los malos olores…

La vieja televisión que estaba sobre una repisa también se fue, y de la gran contrabarra, en donde los múltiples colores de las botellas la adornaban con un combinado de luces, sólo quedó el recuerdo, y en la vieja leyenda plasmada en una de las puertas del baño que decía: Bebían, bebían, bebamos, hasta que fenezcamos como lo hizo Noé, el briago patriarca salvado en el arca… bebió y se los llevó Dios.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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