Por Gerardo Jiménez
@Santomitote / [email protected]
A poco más de un mes de ser nombrado como titular de la Policía capitalina, esta dependencia que encabeza Raymundo Collins enfrenta el síndrome de “la buena y la mala”, sobre todo en las últimas semanas.
Con la llegada de Collins se dio un giro de timón de 180 grados, no hubo relevos en mandos superiores como se había advertido, primero porque, según nos explicó el propio Collins, requería al menos seis meses, por ello, los dos subsecretarios de operación policial de la zona sur y norte siguen en sus puestos, al igual que el Jefe Apolo, Luis Rosales Gamboa, quien adquirió mayor poder el ser nombrado subsecretario ejecutivo de Operación Policial, quien tiene el control operativo de la policía más numerosa de Latinoamérica.
Se dice que a diario la SSP capitalina se sabe de la buena y la mala. Un día se da a conocer la intervención de una mujer policía que evita un secuestro aunque su vida estuviera en riesgo, es un acto de heroísmo puro y de compromiso con la sociedad civil.
Al día siguiente se difunden en redes sociales videos de corrupción y abusos policiales, como el que circuló la semana pasada, donde después de realizar un operativo en el tabledance “Queens” se dijo que se habían encontrado numerosas dosis de drogas, pero en las imágenes explícitamente se observa cómo los agentes “siembran” burdamente la droga.
Apenas este fin de semana, se difundió otra vez por redes sociales la brutal golpiza que 15 policías bancarios le propinan a un presunto líder vagonero en las escaleras de la estación Zócalo de la Línea 2, que según informó la propia SSP había sido PBI. Ahora resulta que el enemigo a combatir vino de casa.
De inmediato, la respuesta de Collins y sus mandos no se hace esperar ante los cuestionamientos y enjuiciamiento en redes sociales, tribunal mediático, un ejemplo, este domingo después de que publicitaría el nuevo abuso policial, bastaron unas horas para que conociéramos de la detención de 10 personas que forman parte de una banda que operaba en calles de la colonia CTM Culhuacán, quienes poseían armas y drogas.
Los informes preliminares señalaron que una denuncia ciudadana alertó a las autoridades sobre la presencia de sujetos armados, quienes circulaban a bordo de un vehículo Mercedes Benz.
Los uniformados se trasladaron hasta el lugar y en la esquina de las calles Teresa Vera y séptimo Andador detuvieron a siete personas, quienes llevaban varios paquetes con 15 kilos de mariguana, además de armas largas y cortas.
También conocimos la ironía de un académico universitario que fue captado agrediendo a un policía que auxiliaba a un vecino en la colonia Zacahuitzco de la delegación Benito Juárez y fue liberado tras pagar 100 pesos de fianza.
De acuerdo con los reportes, un juez ordenó al abogado y maestro en Derecho de la UNAM pagar 100 pesos por romper el chaleco del agente agredido, además de no acercarse al lugar en el que el policía labora.
Ante estos casos, los policías de la misma corporación comentan en chats internos que prefieren ver y dejar pasar de largo delitos y faltas, porque quienes se atreven a enfrentar a los delincuentes corren el riesgo de alguna venganza ante los vacíos del nuevo Sistema Penal Acusatorio con sus beneficios garantistas, mismo que ya es conocido por los infractores, y pueden salir con absoluta libertad.
Dentro de la corporación se reconoce que desde hace mucho tiempo no existe una revisión, ni actualización de los protocolos policiales para el debido uso de la fuerza pública.
Por ello, algunos policías siguen cometiendo los mismos errores, y en la mayoría de los casos, se convierten en víctimas, pero también terminan siendo victimarios. Esa es la mala, aunque también hay buenas que contar.
