Por Alejandro Zúñiga
Todos los que vivimos en la Ciudad de México tendremos que acostumbraros a una nueva forma de gobierno, más allá de quien haya ganado la elección el pasado 1 de julio, porque desde octubre de 2018 las delegaciones políticas se convierten en alcaldías.
Así lo establece la primera Constitución de la Ciudad de México -promulgada el 5 de febrero del año pasado- al resolver que cada una de las16 jefaturas delegacionales pasan a ser territorios gobernados por una alcaldesa o alcalde, con el respaldo de un órgano denominado Consejo, similar al cabildo del sistema municipal.
El Concejo de cada Alcaldía estará integrado por 10 concejales, seis electos de manera directa por el principio de mayoría relativa -afines a quien gane la elección- y cuatro por representación proporcional, con base en los porcentajes alcanzados en la votación.
Cada una de las 16 nuevas alcaldías fue dividida en seis circunscripciones y cada Concejal de mayoría relativa representará una circunscripción, término que se refiere a una división territorial menor a la Alcaldía y establecida por el Instituto Electoral local, con base en el número de habitantes, situación geográfica, identidad cultural, social, étnica y económica.
La primera Constitución de la Ciudad de México, que entrará en vigor el 17 de septiembre de 2018, otorga a las nuevas alcaldías facultades y atribuciones inéditas, por lo que se descentralizarán algunas responsabilidades del gobierno para fortalecer a los gobiernos locales.
Los consejos fungirán como órganos colegiados y supervisarán y evaluarán las acciones de la Alcaldía, una especie de supuesto contrapeso del alcalde, pero la norma establece que “en ningún caso, ejercerán funciones de gobierno y de administración pública”.
Otra misión esencial de los consejos será seguir con lupa el manejo y destino de los recursos públicos, aprobar el Presupuesto de Egresos de sus demarcaciones y el programa de gobierno de la Alcaldía.
Podrán opinar sobre temas de seguridad, cambios de uso de suelo, otorgamiento de licencias y permisos, modificación de construcciones, obras públicas, giros mercantiles, programas de planeación, desarrollo urbano, ordenamiento territorial, áreas naturales protegidas y prestación de servicios públicos.
El problema de este novedoso modelo de gobierno para la capital, es que los legisladores del PRD, PAN y PRI en la última Asamblea Legislativa de la CDMX, aprobaron el modelo denominado de “carro completo” para la elección de concejales del Consejo de la Alcaldía.
Esto significa que aprobaron que el alcalde ganador imponga, de manera directa, a los seis concejales de las circunscripciones de la Alcaldía.
En pocas palabras, los seis concejales de mayoría relativa pertenecerán al partido del alcalde y, en consecuencia, no le cuestionarán ninguna de las decisiones que tome, por más arbitrarias o negativas que sean, porque estarán supeditados a la voluntad de quien los puso.
Con el “carro completo” los consejos no serán, en la realidad, contrapeso del poder de los futuros 16 gobernantes capitalinos -alcaldes o alcaldesas- porque el partido del ganador de la elección contará con más de la mitad de los concejales para que avalen su política, esto es, nadie lo cuestionará ni le dirá no se debe o no se puede.
Ojalá que el primer Congreso de la Ciudad de México revierta esta decisión antidemocrática que propicia el autoritarismo y, cuanto antes, legisle para desterrar la figura del “carro completo” en la elección de los concejales de las alcaldías.
Con ello, la mayoría de los concejales dejarían de ser simples comparsas y aplaudidores del gobernante en turno y se convertirían en verdaderos contrapesos del, por ahora, poder omnímodo del alcalde.
