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Economia de alto riesgo

Es en el campo económico donde más inquietud genera la actuación del Presidente, porque sus fundamentos teóricos lucen antiguos y poco adaptados a las necesidades del siglo XXI. Comentare solo algunos, aquellos que considero evidentes:

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“No importa que el gato sea blanco o negro;

mientras pueda cazar ratones, es un buen gato.”

Deng Xiaoping

 

Jaime Calderón

En un sistema presidencialista como el mexicano, el titular del Ejecutivo concentra dos funciones, que en ocasiones suscitan conflictos en su ejercicio simultáneo: el Presidente es a un tiempo Jefe de Estado y Jefe de gobierno. Esta dualidad se podría explicar de la siguiente manera. Como Jefe de Estado, el Primer Mandatario conduce con el Senado la política exterior y es también el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, lo que le permite disponer de su totalidad, así como de la Guardia Nacional de reciente creación, para la defensa exterior e interior de la República. Como jefe de gobierno, encabeza la administración pública federal y, entre otras cosas, es responsable de las políticas económicas, es decir, el conjunto de intervenciones gubernamentales tendientes a incrementar la riqueza nacional y, por consiguiente, elevar el nivel de vida de los gobernados.

Es en el campo económico donde más inquietud genera la actuación del Presidente, porque sus fundamentos teóricos lucen antiguos y poco adaptados a las necesidades del siglo XXI. Comentare solo algunos, aquellos que considero evidentes:

  1. La austeridad. La austeridad gubernamental es una convicción profundamente liberal, si se entiende como la actitud del Estado de disminuir hasta donde sea razonablemente posible sus necesidades presupuestales, a efecto de que los gobernados conserven una mayor proporción de los ingresos derivados de su trabajo para hacer negocios, incrementar la actividad económica, y aumentar la oferta de bienes y servicios en el mercado. La austeridad como la concibe López Obrador es en realidad una mala reasignación de recursos y que se presta a sospechar que tengan fines clientelares. Los políticos saben que el dinero que se entrega de forma directa suele proveer mayor fidelidad política; en la Ciudad de México no es raro que muchas personas se refieran aún al apoyo para los adultos mayores como “la pensión de López Obrador”. En el camino, sin embargo, pasó por encima de los derechos laborales de burócratas despedidos y disminuyó la capacidad de respuesta de prácticamente todas las entidades y dependencias federales. Por poner un ejemplo, la incapacidad para combatir los incendios que azotaron el centro del país en las semanas anteriores solo se explican a la luz de la terrible reducción de más de 1200 millones de pesos que sufrió la Comisión Nacional Forestal (Conafor) respecto al año 2018.
  2. Las políticas keynesianas. El Presidente promete altas tasas de crecimiento, porque cree que aumentando el dinero disponible de las personas se intensificará la actividad económica. Y eso es rotundamente falso. Para explicarlo es necesario exponer primero las ideas de Jean-Baptiste Say, específicamente las relativas a su ley de los mercados, y posteriormente la crítica keynesiana, hipotético fundamento del consumo como motor del crecimiento económico.

En su Tratado de Economía Política, Jean-Baptiste Say formuló un principio económico de enorme profundidad en una frase corta: la oferta crea su propia demanda.¿Qué quería decir con esto el economista francés? Que el hecho de producir propiciaba las condiciones para el intercambio de productos. A mayor producción, mayor riqueza, en consecuencia, por la abundancia de productos y servicios para intercambiar, mayor demanda. La ley de Say postula que el dinero es únicamente un medio para facilitar los cambios, como demuestra la historia del derecho mercantil, una necesidad práctica para superar las limitaciones del trueque. Lo que las personas quieren a cambio de sus productos no es exactamente dinero, inútil en ausencia de mercados, sino otros productos que satisfagan sus necesidades. En suma, un país es tan rico como su producción. La abundancia de productos y servicios asegura su intercambio y el auge del mercado interno.

Frente a la ley de los mercados surgió una corriente de pensamiento encabezada, entre otros, por Robert Malthus y que alcanzó en el siglo XX, de la mano de John Maynard Keynes, su forma más elaborada. El argumento de Keynes consiste a grandes rasgos en la afirmación inversa de la loi des débouchés: la demanda o capacidad de compra provoca la oferta. Según este influyente autor británico, la expansión monetaria y la consecuente posibilidad de retirar del mercado productos y servicios garantiza el aumento de producción por efecto de las ventas previas. La propuesta de Keynes, sin embargo, adolece de un evidente error de argumentación. Si bien es cierto que la expansión del circulante habitualmente incrementa la demanda, la suposición de que dicho aumento se transformará en mayor producción y crecimiento económico carece de suficiente densidad lógica. De hecho, la experiencia demuestra exactamente lo contrario, que los aumentos en la base monetaria en algún momento se convertirán en inflación. La consecuencia más simple —y la más probable siguiendo la navaja de Ockham— es el incremento de los precios, pues el ensanchamiento de la producción resulta más complejo e improbable.

  1. El desprecio por la inversión privada. El crecimiento económico es imposible sin un incremento considerable en la inversión directa, que suele ser escasa y disputada internacionalmente. Pues bien, el Presidente se ha encargado de ahuyentarla, debido a las decisiones que ha tomado y que mermaron la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros.
  2. En lugar de invertir para aumentar la renta petrolera, decide construir una refinería, que va a perder dinero como toda la actividad de refinación en México, prometiendo un plazo y presupuesto ridículos por imposibles, obligando a PEMEX y a la SENER a construirla sin tener conocimientos ni capacidad técnica para hacerlo, hace más de 40 años que no se construye una refinería en el país y el rubro de la gasolina es el menos productivo en el negocio de los hidrocarburos.
  3. Promete una empresa pública que lleve internet a lugares alejados del país, sin peguntarse por qué las empresas privadas no la han hecho todavía; empresa que probablemente perderá dinero extraído de los bolsillos de los contribuyentes y distorsionará el mercado del sector.
  4. Cancela un aeropuerto que se financiaría principalmente por recursos privados y lo sustituye por una ocurrencia, Santa Lucía, cuyos múltiples inconvenientes apenas vamos descubriendo: neblina densa cada tercer día, vías de acceso insuficientes, inoperancia en vuelos de conexión con el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, espacio insuficiente que obligará a comprar terrenos ejidales y, por si fuera poco, un cerro bloqueando lo que sería la pista principal. Con la aviación civil, donde se ponen en riesgo muchas vidas, no se juega.
  5. Decide, la construcción de un Tren que carece de cualquier tipo de estudio de viabilidad, utilizando los recursos de la promoción turística, en el mejor de los casos un suicido económico en toda regla, y que posiblemente termine también en una tragedia ecológica.

El Presidente López Obrador, considera que la economía es un “oficio” que no requiere de mayor especialización, toma decisiones trascendentales sobre sus personalísimas creencias ideológicas, sin tomar en cuenta opiniones técnicas. Aun no comprende en materia económica lo que el reformista chino Deng Xiaoping expresaba con su famosa metáfora de que no importa el color del gato, lo que importa es que cace ratones. Y la lección será dura para todos…

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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