Pablo Trejo
En la última entrega abordamos, de manera simplificada, la forma en que funciona una bolsa de valores, y la manera en que las decisiones de carácter político pueden generar de forma súbita un impacto directo en el precio de ciertas acciones que día a día cotizan en ese mercado.
Como es lógico, las acciones de las empresas involucradas en la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco sufrieron importantes bajas en los días posteriores al anuncio de la cancelación de ese proyecto. Luego surgieron declaraciones de nuestro presidente electo en el sentido de que se buscaría la forma de involucrar a todas esas compañías que habían sufrido daños colaterales con la decisión tomada, para que recuperaran sus trabajos en el desarrollo del nuevo proyecto en Santa Lucía.
Como consecuencia de ese anuncio y tras la primera reunión entre el equipo que pronto asumirá el poder y los afectados, la calma pareció regresar a los mercados. Las acciones de las constructoras y de las líneas aéreas se recuperaron parcialmente y la crisis aparentemente se contuvo.
Todo parecía regresar a los cauces de la normalidad, hasta que hace unos días la senadora por Morena, Bertha Alicia Caraveo Camarena, presentó ante el pleno del Senado una iniciativa aparentemente redactada por el senador Ricardo Monreal, que pretende poner fin al “alarmante” y “excesivo abuso” en el cobro de comisiones bancarias, que sólo en 2017 generó ingresos al sector de más de 108 mil millones de pesos, ocho por ciento más que en 2016.
Si esa iniciativa hubiese sido presentada por algún integrante de cualquier otro grupo parlamentario, probablemente no hubiese generado ningún tipo de reacción en los mercados, pero como fue impulsada desde el seno del grupo mayoritario, y tratándose de Ricardo Monreal, desde el escritorio de una de las figuras más cercanas e influyentes en el equipo que ostentará el poder durante los próximos años, la reacción de los mercados fue contundente: el índice de la Bolsa Mexicana cayó un 5.8% en un solo día, lo que sucedió debido a las caídas superiores al 10% para los bancos. El grupo Banorte perdió su valor en un 11.9%, e Inbursa perdió el 9.8%. También el valor de las acciones de Santander perdió un 8 por ciento.
Ante ese escenario tan adverso, el coordinador de Morena en la Cámara alta, Ricardo Monreal, tuvo que salir a pedir calma, ya que como reiteró esa iniciativa tan sólo representa el punto de partida para una discusión urgente para la ciudadanía, que es la de frenar las excesivas comisiones y abusos bancarios.
A partir de esas declaraciones salieron a escena la presidenta de Morena, nuestro próximo secretario de Hacienda y hasta el mismo Andrés Manuel López Obrador, quien dictándole línea política al legislativo aseguro que al menos durante los primeros tres años de su administración no se realizarán modificaciones al sistema financiero, tal y como lo había prometido en su campaña. Una vez más, la calma pareció regresar a los mercados.
Ante los hechos, es inevitable hacer varios cuestionamientos para aquellos que presentaron la iniciativa: ¿Calcularon el impacto negativo que provocarían a sabiendas de que forman parte del grupo mayoritario y que el simple hecho de presentarla al pleno puede significar que se contará con el respaldo suficiente para culminar en su aprobación? ¿Intercambiaron sus puntos de vista con las autoridades financieras e incluso con el presidente electo antes de presentarla? ¿Están al tanto que las pérdidas que ocasionaron, lo que provocó la caída abrupta en las acciones de los bancos, puede derivar en una importante pérdida de empleos?
Si las respuestas son negativas, no cabe duda que nos enfrentamos a una de las mayores imprudencias legislativas cometidas en los últimos tiempos, y si bien es cierto que la posición de defensa de la soberanía entre los poderes encabezada por el senador Monreal es correcta, eso no oculta que en lo sucesivo deberá existir una mayor prudencia a la hora de presentar iniciativas tan relevantes.
