Hugo Morales Galván
Así como en la década de los noventas comenzó a proliferar el cierre y enrejado de calles en distintas colonias de la Ciudad de México (CDMX), violando normas, pero contando con la permisividad de las autoridades locales, hoy los robos, secuestros y extorsionen van “enrejando” a la ciudadanía en cada vez menos lugares seguros para transitar en vehículo o a pie, sea transporte público o privado.
Circular en la ciudad más grande de América Latina y la quinta del mundo, tiene sus asegunes. La inseguridad pública la está marcando con cicatrices de violencia y van cercando gradualmente a quienes viven o residen en esta zona del país, antes considerada la burbuja de la seguridad en México.
Si usted circula en las calles capitalinas debe de saber que existen nueve cruceros de alta peligrosidad que, no obstante ser detectados por las propias autoridades se mantienen inseguros porque para atacar el problema se efectúan operativos de relumbrón, aparatosos e ineficientes.
La Procuraduría General de Justicia de la CDMX dio conocer el listado de los nueve cruceros donde se cometen el mayor número de atracos a los conductores de vehículos particulares. Estos son: Circuito interior y Eje 6 Sur (Trabajadores Sociales); Avenida Jalisco y Viaducto; Constituyentes y Observatorio; Camino Real a Toluca con Canario (Bellavista, Álvaro Obregón); Eje 4 Oriente y Canal de Tezontle; Periférico y Barranca del Muerto; y Revolución y Calle 4.
En el 2018, la PGJCDMX reporta tres mil 192 robos a pasajeros o conductores de vehículos con violencia. ¿Anotó los cruces? Bueno, no tiene importancia, sólo evítelos porque las autoridades nos darán un nuevo reporte actualizado en fechas próximas. Carentes de estrategia, echarán a andar en el transcurso de la semana rondines policiales y visita de las autoridades del sector para platicar con la ciudadanía y mostrar su “cercanía” y “preocupación” con el problema.
En materia de secuestros, una investigación del experto en temas de seguridad, Max Morales, dijo dependiendo de la hora del día, los delincuentes escogen el perfil de sus víctimas, en cuyos atracos utilizan taxis sobre todo.
“De 6 a 9 de la mañana las víctimas son mujeres jóvenes; de las 10 a las 12 del día personas de la tercera edad que salen a hacer los cobros de sus pensiones y trámites en de bancos. De 2 a 4 de la tarde los blancos son personas jóvenes, hombres o mujeres, que toman taxi para ir a una comida y no llevarse su coche. Por la tarde-noche, entre las seis y las nueve, los delincuentes optan por personas adultas que salen de sus trabajos y se dirigen a sus hogares. De 10 a 1 o 2 de la mañana son personas adultas que o salen tarde del trabajo o andan de farra y les toca la mala fortuna de un secuestro exprés”, dijo en una entrevista con Reforma.
La delincuencia amplia sus formas de atacar a la ciudadanía. Una modalidad son fingidos alcances vehiculares para extorsionar o secuestrar. Por lo general son grupos de personas a bordo de dos camionetas. Una bloquea el paso a un conductor y la otra hace total al frente para recibir el impacto. Desde un inicio alegan cerrón, y que fue un “alcance”. Saben que para las aseguradoras, quien pega-paga, bajo la figura de “alcance” a pesar de que hayan sido culpables de generar el golpe. Es un tecnicismo que dicen impide que quien sea culpable pague el daño. Evitan orillarse en vías rápidas para evitar la intervención de patrullas. No quieren dejar rastro de sus placas. Piden dinero en efectivo para resolver el asunto si el afectado carece de seguro, y si tiene contratado uno, de todos modos ganan porque su camioneta será reparada gratis y seguirán delinquiendo.
El representante de una aseguradora dice que son casos que les están llegando porque los grupos de extorsionadores se escudan en seguros “patito” que les hacen el juego, debido a que cuando el conductor dañado se niega a pagar, llegan a valuar los daños y ponen cantidades estratosféricas chantajeando e intimidando para llegar a un acuerdo en efectivo.
Ese, dice, es el “mejor” de los casos, intervenimos para resolver el problema, y llegamos a un acuerdo, pero en el peor, sólo nos enteramos de que tras un “alcance” la persona afectada que se bajó a ver su daño, es secuestrada.
La ciudad que vivimos en peligro, en eso se está convirtiendo la CDMX. Secuestros, extorsiones, homicidios, ejecuciones. La curva del aprendizaje cuesta y tarda. La CDMX no puede esperar tanto.
