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Capital Político

El caso Ricardo Alemán

Las redes sociales han jugado el papel de juez en muchos casos, esta vez fue el de Ricardo Alemán, a quien un retwitt le costó el trabajo.

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Aunque había una máxima entre periodistas de que “perro no como carne de perro”, o sea que un periodista no debería atacar a otro, ese pacto no escrito está completamente roto y los códigos de honor se fueron al caño.

La salida de Ricardo Alemán de varios espacios informativos por el simple hecho de haberle dado un “retuit” a la ocurrencia de un cibernauta, de recordar en las redes que varios personajes públicos han sido asesinados por su fans, haciendo alusión a los seguidores de El Peje, llamados chairos, abre un episodio negro en México.

No porque se haya despedido a un comunicador; eso no es nuevo y tampoco será la última vez. No, es algo más delicado porque ocurrió por la presión de alguien que aún no llega a la Presidencia de la República y ya dejó muy claro cómo van a ser las reglas…sus reglas.

Adiós a la crítica libre que incluso ha costado varias vidas al gremio, pues quien no esté de acuerdo con el líder tendrá que sufrir las consecuencias, las represalias.

Hay mucha gente que aún no se explica cómo es posible que un candidato, por muy puntero que sea en las encuestas, tenga el poder de influencia para que una poderos empresa decida prescindir de uno de sus grandes comunicadores, que precisamente era de los más críticos del candidato que va arriba.

Más que censura, fue un acto de intolerancia y eso es lo peligroso, porque define con toda claridad lo que le espera a este México convulso si se concreta la llegada de un líder que encabeza a un amplio sector de intolerantes, que lo que menos quieren es que se conserven las libertadas ganadas con sangre.

Y lo grave es que quienes se sumaron al linchamiento de su colega periodista están avalando este tipo de acciones de alguien que pretende llegar a poder. Parecen ignorar que esa será la suerte que espera a todo disidente. A todo aquél que no se pliegue a la autoridad.

Nadie se podrá llamar engañado, pues la señales de quien puntea en la encuestas son claras hacia todos los sectores sociales y políticos del país. A los ministros de la Corte ya les dijo que buscaría impulsar la renovación del Poder Judicial.

A los legisladores los ha metido en la canasta de los moches, y llama a sus seguidores a ayudarle a ganar la mayoría en los congresos para ser libres. Claro que no, es para tener el control de Poder Legislativo y hacer la Constitución como le venga en gana.

También les había tocado ya a los hombres del dinero en México, a los que calificó de “minoría rapaz” que se ha enriquecido ilegalmente con contratos del Gobierno Federal, y les advirtió que eso no sucederá más.

Tan es así que consejeros de su partido, como el escritor Paco Ignacio Taibo II, ha llamado a fusilar a los empresarios rapaces, y que si amenazan con llevarse sus capitales del país, se les expropie, como en la Venezuela chavista.

Hoy cobra la primera cabeza de un importante comunicador, como Ricardo Alemán, que le era particularmente incómodo, y todos los demás tendrían que poner sus barbas a remojar, pues quedó claro que no permitirá disidencia en caso de que su triunfo se concrete el próximo 1 de julio.

Y Andrés Manuel López Obrador está siendo muy claro, no está engañando a nadie. Ninguno se podría llamar sorprendido si concretara su triunfo y mostrara ese rostro de intolerancia que está anunciando con toda claridad.

Como quiera él está en su papel, pero el que muchos se hayan sumado al linchamiento, que incluso puede poner en peligro la seguridad de Alemán, pues abundan ejemplos de lo que un fanático puede hacer, es lo preocupante.

 

Lo es también que las redes sociales se hayan convertido una vez más en fiscales, jurados y jueces, y en “fast track” hayan acusado, enjuiciado y condenado a un periodista, cuyo único pecado fue dar un “forward” a un tuit que le había llegado, tal como miles de personas lo habían hecho antes.

 

Qué extraño se siente que la Constitución consagre la libertad de expresión y de pensamiento, y que dedique dos capítulos a proteger el trabajo de los periodistas que dan la cara y escriben con su nombre exponiéndose a la opinión pública, y que no se cumpla.

Que mejor queden exentos de todo cargo o acusación quienes utilizan el anonimato de las redes sociales para agredir, difamar, calumniar y, ellos sí, hacer apologías del crimen, sin que la ley los toque.

Con sus debidas diferencias, este caso se asemeja al que hace poco más de dos años sufrió Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, quien con falsas acusaciones de haber tejido una presunta red de prostitución fue destituido de la presidencia del PRI capitalino y casi encarcelado.

Al final se comprobó que todo fue falso, armado incluso desde el interior de su propio partido, pero ya las redes sociales lo habían enjuiciado y condenado, también en “fast track”, acabando no sólo con su carrera, sino con la reputación de su familia.

Por eso el caso de Ricardo Alemán pudiera ser emblemático si las encuestas no se equivocan esta vez, contrario a 2006 y 2012.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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