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Investigación

LA MANO QUE MECE LA CUNA / El chile de todos los moles

Eran los tiempos de PRI como partido único y ser socialista era incluso mal visto por la mayoría de los mexicanos.

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Por Adrián Rueda

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Sin haberse comprometido jamás con tribu alguna del PRD, Alejandro Encinas Rodríguez se ha vendido como la mejor opción para ser considerado “la  tercera vía” cuando de solucionar una disputa interna en su partido se trata.

Así fue como llegó a jefe de Gobierno sustituto de Andrés Manuel López Obrador en 2005, fecha en la que el tabasqueño se lanzó por primera vez en busca de la Presidencia de la República, que por cierto perdió ante el panista Felipe Calderón. Para concluir el mandato constitucional que López Obrador dejaba vacante, el PRD hizo consultas que terminaron en las disputas de siempre, lo cual abrió el camino para que se decidieran por el “inofensivo” Encinas, que podría mantenerse en la neutralidad.

Lo mismo ocurrió cuando, luego de los video-escándalos, las tribus se disputaban la presidencia nacional del PRD y Alejandro surgió como opción de los enemigos de la corriente Nueve Izquierda, que al final impuso a Jesús Ortega en medio de un “chuchinero”, como calificaron el proceso los perdedores.

Y no es que Encinas haya sido incongruente; por el contrario, siempre se ha mantenido en la izquierda, incluso cuando el ser de esa corriente política significaba menos que nada, pues llegó a ser dos veces candidato del Partido Socialista al Gobierno del Edomex.

Eran los tiempos de PRI como partido único y ser socialista era incluso mal visto por la mayoría de los mexicanos. Él se mantuvo fiel a la causa hasta que a finales de los 80 se fundó el PRD y entonces pudo llegar al Poder Legislativo.

En el camino ejerció cargos en la administración pública local, uno de ellos como secretario de Ecología, y hasta fue fallido candidato a la delegación Álvaro Obregón, elección en la que fue derrotado por el PAN.

Pero en los últimos años Encinas jamás ha sufrido por chamba, pues brinca de curul en curul a pesar de no tener ningún trabajo territorial y no estar comprometido con ninguna de las tribus.

Sus detractores aseguran que ha encontrado la forma de navegar con la corriente y siempre cae para arriba, pues se mantiene a la espera de cómo se mueven las aguas para subirse a la ola ganadora.

Así lo hizo durante años en el PRD y ahora lo empieza a hacer en Morena, donde tampoco es militante, pero se da el lujo de escoger el cargo que mejor le acomode.

Hoy es diputado local y asumirá como presidente del primer Congreso de la CDMX pero solamente hasta diciembre, cuando dejará su curul para ir como subsecretario de Gobernación con Olga Sánchez Cordero en la administración de López Obrador.

En una situación normal Alejandro tendría que dejar su lugar al suplente, Ricardo Ruiz, y concentrarse en preparar –como lo están haciendo todos los demás pejistas- su llegada a la subsecretaría que le ofrecieron.

Parece que el todólogo primero asumirá -un par de meses- su diputación local para hacer el reparto del pastel en el nuevo Congreso, y dejará Donceles cuando ya esté todo armado en comisiones y órganos de gobierno de la Legislatura.

El argumento es que él fue el presidente de la Asamblea Constituyente que aprobó la Constitución de la CDMX, y cuyas leyes tendrán que ser armonizadas por la próximo Legislatura en la capital.

Y ese podrá ser buen argumento, pero si no se va a quedar ni siquiera a completar el Primer Periodo Ordinario de Sesiones en Donceles, pues para qué asume.

Lo que pasa es que quizá sea el único diputado de la nueva jauría al que los demás respetan y su faceta de todólogo le ayude a calmar a las fieras y a repartir el pastel entre los morenos antes de irse, para evitar que se despedacen entre ellos. Al menos ese favor le pidió Claudia Sheinbaum, próxima jefa de Gobierno de la ciudad, a quien lo que menos le conviene es que haya escándalos en Donceles, al menos durante el inicio de su administración.

Ello se debe a la carencia de verdaderos cuadros de peso y a la voracidad de las nuevas tribus morenas que se están incubando y pronto empezarán a salir del huevo. Encinas es un mal necesario y, una vez más, su carácter “neutral” lo favorece.

De pronto nadie se acuerda que ni siquiera está afiliado al partido de López Obrador y que, antes de sumarse a la campaña de Morena, era protegido del ex jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, quien le depositó toda su confianza.

Fue gracias a Mancera que Encinas llegó a ser no sólo constituyente, sino presidente de esa Asamblea, y al final de pagó traicionándolo a él y al propio PRD, pues nunca ha tenido ataduras ni corrientes.

Es, ha sido y seguirá siendo un político sin compromisos, sin grupos y actuando siempre en las coyunturas –algo que domina muy bien- para colocarse en las mejores posiciones sin haber sudado la camiseta.

De ser un militante de izquierda sólido, Encinas se ha transformado en un chambista a la caza de oportunidades para colocarse donde hay beneficios. Es un todólogo siempre listo para ejecutar la chamba que le asignen.

Si bien ha reforzado su fama de político “neutro”, también lo ha hecho como persona poco leal hacia quien le tiende la mano.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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