Pablo Trejo
Hace unos días, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), dio a conocer los resultados de la encuesta que periódicamente levante entre sus agremiados, la cual sirve para conocer la percepción que tienen los peces gordos del gremio financiero sobre el rumbo de nuestra economía.
No es de sorprender que la perspectiva que el IMEF tiene sobre el crecimiento económico, se haya ajustado a la baja respecto a su última medición del mes de diciembre, lo que, si sorprende, son los motivos que fundamentan su pronóstico. La lógica económica nos llevaría a pensar que el impacto generado por el desabasto de combustibles en algunas regiones del país, podría generar efectos multiplicadores negativos, ya que recordemos que la variable mayormente aceptada para medir el crecimiento es el Producto Interno Bruto (PIB), y en esa variable confluyen elementos muy sensibles a los cambios como el que estamos viviendo en la era del combate al huachicoleo.
Tan solo en estados de la República como Guanajuato, la iniciativa privada calcula que el impacto económico producido por el desabasto de combustibles, podría rondar una cifra cercana a los 10 mil millones de pesos. Si esa cifra la extrapolamos a todo el país, podemos darnos cuenta que el desabasto herederá cuantiosas pérdidas económicas.
Si la cadena de distribución de alimentos y mercancías se ve afectada, de inmediato la variable de consumo se irá a la baja, y esa es, precisamente la variable que, en los últimos años, había de alguna u otra forma dado un impulso hacia arriba al nivel del PIB. De ahí que sería muy normal que la expectativa de crecimiento se haya ido a la baja por ese simple factor, pero no es así. Al respecto, el IMEF argumenta que el desabasto, por ser un asunto temporal, no será determinante en la evolución anual de la economía, y, en cambio, lo que si marcará una diferencia negativa, será “la curva de aprendizaje” del nuevo gobierno, ya que tradicionalmente los factores de gasto e inversión pública, se desaceleran en el primer año de todos los gobiernos, y dado los cambios tan drásticos en la esfera burocrática del país, y toda vez que el modelo económico con el que se venía desarrollando nuestro país, cambiará sustancialmente, la inexperiencia y la novedad de un gran número de medidas, ocasionará dificultades en el ejercicio de los recursos públicos.
El IMEF señala como ejemplo el caso específico de la Secretaría de Hacienda, ya que la decisión de que en esa dependencia se lleven a cabo todas las compras del gobierno, retrasará sustancialmente el calendario del ejercicio del gasto. Un caso similar se generará si procede la intención de llevar a cabo el rediseño del marco regulatorio de la administración pública, ya que cada uno de los cambios que procedan, por ejemplo, en la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público, requerirá de cierto tiempo para poder ser debidamente entendida y aceptada por todos los involucrados en los diferentes procesos administrativos.
La mayor de las preocupaciones respecto al crecimiento, hace referencia a la dificultad de adaptarse a tantos cambios en tan poco tiempo. La realidad, es algo que no debería sorprender a nadie, ya que los mismos fueron anunciados desde la campaña por Andrés Manuel López Obrador, por lo que la única vía para poder retomar el rumbo como país, será la de poner toda la voluntad posible para similar esos cambios de la mejor manera posible.
