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EL ROSTRO DEL AUTORITARISMO

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POR: LEONEL LUNA ESTRADA

 

La historia política de América Latina es rica en ejemplos de regímenes políticos autoritarios; éstos han estado presentes en muchas ocasiones, lo mismo en América del Sur que en América Central y el Caribe en los siglos XX y XXI.

A partir de la segunda década del siglo XX las fuerzas armadas de la región comenzaron a tomar un papel protagónico en la vida política, prueba de ello es el arribo al poder de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, Anastasio Somoza en Nicaragua y Hugo Banzer en Bolivia, así como el golpe de estado de 1930 en Argentina.

En esa misma época, los Estados de Ecuador, Brasil y Venezuela no estuvieron exentos de ser gobernados por expresiones identificadas con el autoritarismo tradicional.

Fue así que a finales de los años ‘60 y principios de los años ‘70 surgió en los países de la región un nuevo tipo de autoritarismo militar, que dejó de lado el sistema democrático de partidos políticos.

En aquel entonces, los golpistas llegaron al poder enarbolando la bandera de garantizar la seguridad nacional mediante la cual se buscaba a toda costa evitar la llegada de gobernantes socialistas y bajo la idea de modernizar la economía.

Ese autoritarismo trajo diversas violaciones a derechos humanos y la consecuente pérdida de libertades civiles, y estableció una concentración del poder en una élite de la sociedad que imponía sus puntos de vista sin límite alguno y que ejercía un control de la política sinpermitir ideas diferentes a las suyas.

Todo ello originó la persecución brutal de quienes pensaban diferente, lo cual tuvo como resultado el encarcelamiento, el exilio, la desaparición y el asesinato de miles de personas.

México recibió a miles de aquellos latinoamericanos que fueron exiliados o perseguidos por sus ideas, sin embargo la pesadilla permaneció en América Latina durante varias décadas, hasta que la caída de los dictadores marcó una transición hacia la normalización democrática en Chile, Argentina, Brasil y Uruguay.

A pesar de lo anterior, el autoritarismo que tantos problemas ha causado en la historia de la región, no se ha borrado del mapa latinoamericano, pues ahora ha adquirido nuevas modalidades.

En la actualidad, la manera de arribar al poder ya no es mediante las armas ni los golpes de estado, pues ahora quienes comulgan con el régimen autoritario llegan al poder mediante la vía electoral e instrumentalizando las instituciones democráticas.

Se trata de personajes populistas que mediante ofertas amparadas en políticas asistencialistas y aparente bondad social prometen un bienestar social, que es el pretexto para perpetuarse en el poder, vulnerando las instituciones nacionales.

Ejemplos actuales de estados latinoamericanos regidos por gobiernos autoritarios son los de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, así como el de Evo Morales en Bolivia.

Este nuevo autoritarismo se encuentra disfrazado de ideología progresista revolucionaria, libertaria y popular, que envuelve la ambición de poder de un grupo que busca a toda costa imponer su voluntad política, pasando por encima de las instancias democráticas.

El próximo 1 de julio estará presente esa opción autoritaria que ya tuvo su oportunidad de gobernar en la Ciudad de México.

En su momento, aquella opción optó por eludir las leyes locales, intentando gobernar a través de bandos y en franca oposición a lo dispuesto por las normas vigentes.

Cuando esa opción autoritaria ocupó el gobierno central de la Ciudad de México, algunos instrumentos normativos locales de gran importancia, como el Código Financiero y el Presupuesto de Egresos del año 2002, fueron severamente distorsionados, pues el Jefe de Gobierno en turno decidió que en lugar de actuar en apego a tales disposiciones aprobadas por la Asamblea Legislativa, se impusiera su voluntad a través de bandos redactados a modo, desde el escritorio de su oficina.

Esta práctica autoritaria, mediante la cual se ignoró la voluntad de la Asamblea Legislativa durante seis años, provocó, entre otras cosas, que no se pusiera en marcha un nuevo Código Electoral que mejorara la calidad democrática de la Ciudad, y evitó a toda costaque se pusieran en práctica los mecanismos legales necesarios para transparentar los gastos de su magna obra, “Los segundos pisos”.

Su grito de guerra “Al diablo con las instituciones”, lo ha transformado en un discurso, a través del cual se enfrenta con todos los sectores que no están de acuerdo con él. Podemos coincidir o no con la política económica y con las reformas estructurales, pero el camino no es borrarlas sino deliberar y procesarlas mediante las instituciones democráticas.

El 1 de julio tendremos la posibilidad de elegir el camino por el que deberá transitar nuestro país en los próximos seis años; por tanto, debemos estar conscientes que, ante todo, lo más importante es garantizar nuestra vida democrática institucional, defendiendo sus avances, evitando a toda costa que a través de cualquier tentación de intereses personales impere el autoritarismo.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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