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El sagrado derecho a disentir

La plaza pública ajena al control del gobierno y de los gobernantes locales, donde los asistentes no llegaron por alguna de las estrategias de acarreo es una dura prueba para todos los gobernantes que, casi sin excepción, son sometidos a duros abucheos.

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Arturo Páramo

El presidente de la República no ha tenido sus mejores días..

Primero fue la rechifla del pasado sábado, luego el presidente fue cuestionado sobre su actitud ante la prensa mexicana y afirmó que seguirán calificando de “fifí” a quienes no comulguen con él, y finalmente un error de logística el lunes puso en vilo a la fuente al cancelarse un evento mientras él iba en pleno vuelo hacia Tabasco.

El contraste en torno al presidente es interesante.

El sábado 23, en la inauguración del estadio de béisbol de los Diablos Rojos, construido por uno de los empresarios más cercanos a él, uno de sus empresarios favoritos, Alfredo Harp Helú, el Titular del Ejecutivo tuvo un severo revés al ser abucheado en tal magnitud que los gritos de rechazo y la rechifla superaron con mucho los vítores y palmas que hubo a su favor en el inmueble recién abierto.

Para López Obrador, ferviente fanático del béisbol y principal promotor de la recuperación del deporte para el que su gobierno invertirá más de 350 millones de pesos, esperaba una cálida acogida en el estadio, sin embargo, su sorpresa fue tal que se le dio descompuesto al pronunciar su discurso en medio de la gritería.

El episodio del estadio de béisbol recuerda que todos los mítines que encabeza el presidente son situaciones controladas, con simpatizantes que son citados horas antes para evitar la llegada de personas que sean contrarias a la actual régimen y pudieran ensombrecer el ambiente festivo que se vive en estos actos protocolarios. Eso se ha hecho siempre. Los filtros tiene el propósito de generar condiciones de seguridad y garantizan un auditorio confortable.

Al ambiente controlado de los recientes mítines en los estados contribuye que los gobernadores tienen la potestad de organizar la asistencia a esos actos protocolarios.

Desde horas antes del inicio reúnen a un buen número de los asistentes afines y con ello ha cambiado los abucheos a un equilibrio con el apoyo al presidente e incluso en ocasiones, con vítores mayores.

Si bien todas las encuestas afirman que López Obrador tiene el apoyo de cerca del 70 por ciento de la población, quedó de manifiesto que aún existen personas que no simpatizan con él ni con su forma de gobernar y que ante un ambiente que no está sujeto al control, con una asistencia que pagó un boleto de ingreso a un espectáculo y no reclutado por un gobierno, externan su rechazo sin filtro alguno.

La plaza pública ajena al control del gobierno y de los gobernantes locales, donde los asistentes no llegaron por alguna de las estrategias de acarreo es una dura prueba para todos los gobernantes que, casi sin excepción, son sometidos a duros abucheos.

Prueba de ellos son las rechiflas que se han llevado todos los presidentes asistentes a inauguraciones de campeonatos mundiales de fútbol, y las personalidades que son reconocidas en las plazas de toros, o los ensordecedores rechiflas a presidentes en la ceremonia del Grito.

El lunes, el presidente en compañía de Alejandro Encinas presentó un protocolo de atención a periodistas y a defensores de derechos humanos. En la conferencia de prensa, el presidente fue cuestionado sobre su discurso en contra de la prensa crítica hacia él y a su gobierno, y lejos de moderar su discurso, López Obrador reiteró que rechazo hacia esos medios de comunicación a los que sigue calificando despectivamente como ‘fifís”.

Más tarde, ese mismo día, un acto protocolario en Tabasco se canceló por falta de coordinación de horarios. El aviso se dio cuando el presidente estaba en pleno vuelo hacia Villahermosa, desatando momentáneamente especulaciones sobre su salud o su seguridad personal.

Estos días han demostrado que el presidente se mueve en aguas que lejos de ser calmadas, están en constante agitación. La tersura y casi euforia que se vivió en la Convención de la Asociación de Bancos de México el viernes pasado parece ser una buena señal de que el país puede salir adelante. Pero el episodio del estadio de béisbol que incomodó al presidente es una muestra de que aún en su mejor momento, no hay unanimidad en torno a su proyecto. La gente en el estadio externó su opinión, su derecho a disentir, y esa, ha dicho hasta el cansancio el propio presidente, es sagrado.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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