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En El Andén / El obradorismo no fue por generación espontánea.- Rascón

Así inicia nuestra charla con uno de los hombres más destacados en el activismo social y político de la Ciudad de México…

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Ivabelle Arroyo
Esa izquierda vista como revolucionaria, hasta cierto punto utópica, que pugnaba por cambios estructuralmente radicales en lo social y económico, que aglutinó a todas las izquierdas pero también a los movimientos sindicalistas, estudiantiles y sociales, que irrumpió brutalmente en la política capitalina en 1988 para después expandirse hasta donde la dejaron en el ámbito nacional; esa izquierda que se formó con guerrilleros, con políticos sin más cabida en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), con activistas, con idealistas, esa, fue efímera y desechada por el mismo monstruo que construyó, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y que ahora mutó a Morena.

Así inicia nuestra charla con uno de los hombres más destacados en el activismo social y político de la Ciudad de México, otrora organizador de protestas y movimientos para defender los derechos de la ciudadanía, diputado, guerrillero, asesor político, periodista; hoy ayudante de chalan, aprendiz y cargador como él mismo se presenta en sus redes sociales, y nosotras agregaríamos: cocinero experimental, conversador inagotable, anfitrión sin igual, y algo que no ha cambiado en él, un provocador delicadamente audaz. Nos referimos a Marco Rascón Córdova.

Todos caben en la izquierda

Quien fuera el emblemático personaje Súper Barrio Gómez, luchador social en búsqueda de vivienda para los damnificados del sismo de 1985, lanza su primera teoría de cómo se conforman los dos triunfos en la CDMX de Andrés Manuel López Obrador, el primero en el 2000 con el PRD, y el segundo en 2018 con Morena. El obradorismo que inicia en la capital del país no viene de la nada, proviene de un proceso histórico complejo de conformación de la izquierda desde muchos movimientos y banderas sociales.

La naciente izquierda articulada en el Frente Democrático Nacional, producto de la Corriente Democrática escindida del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo, a decir de Rascón se fortaleció pese a los problemas en su integración. Salieron unidos y lograron espacios. Al crecer los grupos, se tornó más complicado reunir a todas las voces, así que para darle sentido a ese fenómeno de 1988, que no deviniera en una frustración, se optó por un plan a largo plazo. Eso significaba fundar un partido político y así nace el PRD. Pero aún tenía en su interior la postura económicamente revolucionaria.

Así lo recuerda:

“El asunto del viejo régimen no era algo que pudiéramos desmontar únicamente en un solo evento, en una sola insurrección hasta electoral, sino que tenía que ser producto también de una cantidad de reformas y cambios”.

La Plaza purifica, el fin de la izquierda

Esa izquierda que entró a la política de manera presurosa y abrupta, pero con bases fuertes y resultados palpables en 1988, dio sus primeras muestras de deterioro, de acuerdo a Rascón, cuando Andrés Manuel López Obrador como presidente del PRD pacta con Ernesto Zedillo. El partido se incorporó a la clase política con un precio muy alto: dejar de lado los cuestionamientos del modelo económico, “el PRD ya no como una organización subversiva”.

El esquema se solidifica cuando en el 2000 llega la alternancia con Vicente Fox en la Presidencia de la República y Andrés Manuel en la Jefatura de Gobierno. El partido muta para ganar espacios gubernamentales, y se genera entre la ciudadanía la impresión de una clase política única. Así se degrada la ideología y los personajes.

Pero el punto de quiebre con la izquierda tradicional tiene fecha, lugar y nombres: 25 de abril de 2005.  Marcha contra el desafuero: Andrés Manuel, Cuauhtémoc y Porfirio. El primero manda una comisión integrada por Leonel Cota, Jesús Ortega, Pablo Gómez y Elena  Poniatwska para invitar al ingeniero Cárdenas, acepta, marchan en conjunto sobre Reforma, a la altura de los Leones llegan mensajes de que el tabasqueño estaba por arribar al Zócalo, la comitiva se mueve, dejan a Cárdenas.

En sus palabras así se vivió:

“Permanecemos con él, pero se queda un grupo adelante dedicado a insultarlo: ¡Salinista! Llegamos a la Diana y él entendió perfectamente el asunto; a partir de ahí Cárdenas era nada de nada, le hacen campaña permanente de traición”.

También Porfirio Muñoz Ledo tiene su dosis de insultos, aunque recientemente había roto relaciones con Vicente Fox. Pero él llegó directamente a la Plaza. Martí Batres le dice que Andrés Manuel lo invita a subir, le dan la palabra, se escuchan rechiflas, insultos, según le relató Guadalupe Acosta, quien señala ¿por qué lo exhiben de esa manera? Andrés voltea y le dice: “La plaza purifica”.

Esas acciones, a interpretación de Rascón, fueron la guillotina de la izquierda primigenia, “Andrés manda un mensaje a todos los poderes fácticos del país, el 88 ha muerto, los dirigentes históricos ya no existen, c’est moi”.

El PRD, Andrés y las corrientes

Rascón cuenta que al implantar su estilo político en ciertos grupos que se aglomeraron en el sol azteca y hacer a un lado a la izquierda histórica, Andrés Manuel construye un nuevo sector que empieza a tener conflictos con el resto del partido, pues no “puede controlarlo y comienza a hacer una política diferenciada a lo largo del gobierno de Marcelo Ebrard, después de la elección de 2012, decide romper e irse a consolidar Morena”.

Los periodos claves, a criterio del ex diputado federal, para entender la metamorfosis de la izquierda son dos: de 1988 a 1997, el ascenso, resultado de un proceso unificador de varios movimientos; y de 2012 a 2015, la reivindicación y hegemonía, avanzar sobre la base de desarticular al PRD .

En el ínter de esos ciclos políticos se encuentran numerosas señales de que el PRD se convertiría en un partido testimonial, desde aquella modificación a los estatutos donde definen por mayoría “que es ser de izquierda”; pasando por el control clientelar, la desmovilización de los movimientos urbanos al subordinar toda la agenda a la batalla contra los enemigos de AMLO, hasta la instauración de corrientes para la construcción de candidaturas y personajes.

Así lo reseña:

“Vinieras de donde vinieras, con el solo hecho de afiliarte ya pasabas a ser de izquierda aunque los comportamientos, la historia, la obra, la convicción fuera otra; la gestión social se vinculó con personajes, el partido se vuelve del tamaño de la nómina”.

Al final, acota Rascón, todos estaban alineados con Andrés Manuel en distintos grados: René Bejarano, los Chuchos y las demás corrientes, pero cuando se genera una problemática adversa a sus intereses, creaba enemigos, “él nunca es responsable de nada, todo se vuelve invisible, se la pasa cuestionando que pactan en lo oscurito, pero él es un campeón de lo oscurito”.

La debacle de la izquierda fue inminente, y claro, hay infinidad de factores y anécdotas. Nuestro entrevistado, que reconoce como error personal en esta historia, no tomar distancia a tiempo del partido antes de que se volviera clientelar, ahora tiene claridad sobre su papel: dejar la política y su análisis es imposible, lo transpira, pero hoy sabe a qué batallas se une. Fiel a sus principios, encontró el balance perfecto para transitar en el cotidiano.

-¿Qué haces para no saltar a cada rato?, -le preguntamos

-¡Cocino!, -responde divertido.

Y por supuesto, tuitea en rebeldía.

*Texto: Gabriela Rivera.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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