Jorge Samuel Del Villar
Elisa Carrillo quien se sacó el equivalente al premio Óscar de la danza supo convertir una debilidad en una fortaleza. (Habrá que preguntarle qué pensarán las compañías de danza internacionales del aeropuerto de Sta. Lucía.) Cuando la nacida en Texcoco llegó a Inglaterra, con tan sólo 14 años, se sentía diferente a sus compañeras, primordialmente anglosajonas. En un principio se sintió inferior por su tez morena y sus rasgos claramente indígenas. Pero el gran cerebro que distingue a los genios de los comunes; le dio la vuelta de campana a su realidad fisionómica y lo capitalizó a su favor. “Mi rareza fue mi arma”. Utilizó su singularidad para sobresalir. Y es así como llegó a ser Primer Bailarina del Staatsballett de Berlín (una de las compañías más prestigiosas del mundo). Elisa se convirtió en la líder de todas las sajonas y en la primer mexicana en obtener dicho reconocimiento. Además, aunque en la vida íntima es difícil conocer la realidad, todo parece indicar que la mexiquense ha llevado su sabiduría a su vida sentimental. Parece tener una gran relación de pareja con su marido Ruso y primer bailarín, Mikhail Kaniskin, con quien no sólo comparte la cama, sino también el escenario.
Pero la mexiquense no se detuvo ahí, tenía que distinguirse no sólo de las bailarinas de Alemania, sino de todo el mundo.
Su secreto lo comparte: introducir toda la emocionalidad del universo a sus movimientos. Convertir su cuerpo en emoción; ir más allá de la técnica. Y su pócima, le funcionó. Elisa Carrillo se convirtió en la primer mexicana en recibir el Benois de la Danse, por su papel estelar en la coreografía de Romeo y Julieta de Nacho Duato. La mexicana no sólo agradeció a Dios y a sus padres, sino también a su “patria chiquita” el Estado de México. Y ese no fue el único orgullo para los mexicanos. El año pasado Isaac Hernández fue el primer mexicano en recibir el mismo reconocimiento, el cual representa la distinción más importante de la danza internacional, por su papel en Don Quijote.
Los actuales funcionarios no se pueden colgar la medalla por los presentes reconocimientos, pues estos jóvenes fueron entrenados hace décadas. Elisa Carrillo fue alumna de la Escuela Nacional de Danza cuando Rafael Tovar y de Teresa era Presidente de CONACULTA, durante la presidencia de Zedillo.
Estos premios de danza implican recursos, los cuales la presente administración ha cortado de tajo debido a que no son políticamente rentables y ahora los re-direccionará a cazar a nuestros hermanos centroamericanos. El gasto del gobierno para el salario de las maestras de danza cuando Elisa Carrillo tenía 8 años, se ven reflejado ahora, décadas después. Más redituable resulta regalar dinero a los NININIS. Ni estudio, ni trabajo, ni me motivo pero sí voto en dos años. Y lo que resulte de mi vida en tres décadas, no tiene relevancia electoral.
La prioridad cultural de la actual administración quedó más que clara el 15 de mayo, cuando en el Palacio Nacional de Bellas Artes, máxima casa cultural del país se ofreció un evento religioso, que luego se trató de disfrazar de evento cultural, pero ni siquiera para eso tienen criterio. Por más loables que sean los propósitos de la Banda de la Secretaría de Marina, para difundir la cultura Naval y cuyo repertorio incluye Marchas como la de “Marinos Mexicanos”. No tiene la calidad artística para tocar en la máxima casa cultural de México.
A ex directores del Instituto Nacional de Bellas Artes, como el compositor Carlos Chávez y Ramírez, y los escritores Andrés Iduarte Foucher o Celestino Gorostiza, no les daría más que vergüenza a lo que se está prestando la política cultural nacional y su palpable debilitamiento. Bellas Artes, independientemente de las siglas del gobierno, siempre ha presentado espectáculos de calidad equiparable a lo que se puede presentar en el Metropolitan Opera House de Nueva York, en la Casa de la Ópera de Sidney o en Covent Garden en Londres.
