Jorge del Villar
Hasta ahora caigo en cuenta que como nunca antes el corazoncito amoroso del licenciado López Obrador latirá tan cerca de los chilangos. Desde hace más de medio siglo, los presidentes de México y los capitalinos han vivido como vecinos distantes. El movimiento del 68 sucedió aquí en la capital, por lo que Díaz Ordaz y Echeverría culparon a los estudiantes capitalinos de haber manchado sus gobiernos de sangre. A causa de la parálisis gubernamental durante el sismo del 85; Miguel de la Madrid se llevó una rechifla en la inauguración del mundial. Aunque Bartlett se encargó de tumbar el sistema, se sabe que Salinas perdió frente a Cárdenas en la capital. La ciudad votó por el Ingeniero en el 97 y no por el candidato de Zedillo. La CDMX izquierdista se volvió enemiga de los gobiernos panistas del 2000 al 2012 y el corazoncito de Peña Nieto nunca latió del lado de la CDMX, sino de La Gaviota y por supuesto de Atlacomulco.
Cuando anunció el Licenciado López Obrador que todos los gastos sociales capitalinos correrán por cuenta del gobierno federal, me percaté que lo que sí representará una verdadera transformación histórica es la relación del próximo presidente con los capitalinos. El Licenciado López Obrador a nadie le debe tanto su éxito político como a los habitantes de la capital, mucho más que a sus propios paisanos de la tierra del edén. Por si fuera poco, como no ha sucedido hace décadas; la jefa de gobierno es la cuaderno de su jefe.
Como buena académica, la Dra. Sheinbaum sabe que detrás de una política pública subyacen razones de fondo silenciosas. La falta de salud y educación psico-emocional es la primer causa de muerte entre los capitalinos y la fuente de prácticamente todos nuestros demás problemas. En la población entre los 15 y 29 años de edad, los accidentes automovilísticos en estado de ebriedad, la violencia, el consumo y adicción a las drogas representan la principal causa de muerte. Y hablando de la población en general, son la diabetes y los infartos los encargados de matar a más capitalinos, lo cual también está íntimamente ligado con la falta de educación emocional, incluyendo la falta de manejo del estrés, la ingestión de exceso de comida por angustia, el tabaquismo y alcoholismo.
La falta de salubridad psico-emocional, abarca obviamente la inmadurez en el potencial sexual. Los delitos sexuales deben ser sancionados con toda la fuerza de la ley; lo cual en la capital no sucede. El número de consignas por trata es irrisorio. Pero la inteligencia sexual también requiere ser desarrollada a través de la educación y tratamientos adecuados.
Para Sheinbaum, el suicidio es una bomba de tiempo, que de no actuar rápido, le va a explotar. Esta tipificación de muerte se ha duplicado en la última década en esta Ciudad de la Esperanza. Con tanto dinero que le dará el Gobierno Federal, Sheinbaum tiene que fortalecer el esquema de los Hospitales de las Emociones, los cuales son de los contados orgullos del sistema público capitalino.
