Jorge Samuel Del Villar
En la Ciudad de México somos bastante volátiles en el tema del cambio de parejas sentimentales. La tasa de remplazo es bastante alta a comparación de otras ciudades importantes del país. Mientras que en la Ciudad de México ver a una pareja de casados de “toda la vida” cada día se vuelve más extraño; a tan sólo dos horas, en Puebla, los divorciados son vistos todavía de la manera despectiva. ¡Eso sucede en todo el mundo! Por ejemplo en Boston, Massachusetts, toda la comunidad, incluyendo la lésbico- gay, es de lo más conservadora. Se casan y se emparejan de por vida. Alguien solo es un apestado. A un par de horas de Boston; Manhattan está repleta de solteros, divorciados, polígamos, y todo lo que se pueda imaginar. Y en la calle, nadie, ni los voltea a ver.
A pesar de que en términos generales, nuestra capital es bastante liberal. La personalidad comunitaria se cataloga por colonia. Hay colonias ampliamente tradicionales, como Iztacalco; en donde las mujeres con sus rebozos asisten junto a sus maridos a las fiestas patronales. Conozco a señoras de Polanco, que con tal de que no las descubran que van solas al cine; inventan que sus acompañantes están en el baño. Mientras tanto en colonias como la Condesa, la Roma, el centro de Coyoacán o CU, hay infinidad de personas en cafés o bares con su mejor amigo: un libro.
Así como las comunidades presentan patrones de comportamiento sexo-emocional, también presentan patrones de comportamientos electorales. Existen regiones del país que tradicionalmente se vinculan con la supuesta derecha o con la supuesta izquierda. Aquí en la capital, desde que el Inge Cárdenas ganó en 1997, se ha mantenido la izquierda, por lo menos en apariencias. La actual Jefa de Gobierno fue electa por el partido de extrema derecha PES, Partido Encuentro Social, que está en contra de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Por otra parte, hay estados como Guanajuato que llevan gobernados por el PAN desde 1991. Ellos son mochos pero no lo esconden.
Curiosamente, en el ámbito electoral federal, los mexicanos somos de lo más volubles. Por ejemplo, en el Senado. En la elección de 2018, surgieron: 59 senadores de izquierda; 24 de derecha y 14 del establishmentrevolucionario-institucional. En la elección de 2012 resultaron 52 senadores delestablishment; 38 de derecha y 27 de izquierda. En 2006, elegimos a 52 senadores de derecha; 33 del establishmenty 31 de izquierda. En la elección de 1994 se eligieron a 95 senadores del establishment; 25 senadores de derecha y 8 de izquierda. Antes de eso, no se sabe porque se robaban todo. Para otras democracias, como la estadounidense; lo que sucede en México es tan surrealista como un cuadro de Salvador Dalí.
En 2016, el senado estadounidense lo conformaban 52 republicanos y 46 demócratas. En 2010, lo conformaban: 47 republicanos y 51 demócratas. En 2004, había 55 republicanos y 44 demócratas. La volatilidad del electorado estadounidense es infinitamente menor.
Muchos analistas y encuestadores, como han estudiado en el Gabacho, tienen la mentalidad de allá. Creen que si un político mexicano tiene amplios niveles de popularidad, son difíciles de perder. Para empezar, muchos encuestadores han vivido del presupuesto gubernamental, por lo que ya existe un sesgo de origen. Paradójicamente los presidentes más carismáticos, que más expectativas han sembrado, son los que peor han acabado, tan sólo por mencionar están: Echeverría, López Portillos y Carlos Salinas. En este espacio el 14 de junio yo escribí que tener bajos niveles de popularidad durante su mandato, podría ser un buen augurio como ex presidente. Y ahora vemos a Peña Nieto, pavoneándose muy feliz con su primorosa novia en todas las revistas sociales. Y muchos ya hasta lo extrañan. Recordemos la frase de un ex presidente de EU que afirmó que “ser presidente de México era más difícil que serlo de EU”, claro porque aquí somos bastantes volubles.
