Patricia Sotelo
El próximo domingo 2 de junio habrá elecciones en seis estados del país. Serán lo primeros comicios en la era del presidente Andrés Manuel López Obrador y todo indica que la ola del tsunami electoral del 2018 aún alcanzará para llevar al triunfo a los candidatos del partido Morena, derrotar al PAN y prácticamente borrar al PRI.
Al menos así lo han proyectado diversas encuestas que coinciden en colocar a los candidatos de la coalición “Juntos Haremos Historia” conformada por Morena, Partido del Trabajo y Partido Verde Ecologista, con amplia ventaja sobre sus más cercanos opositores, tanto en Baja California como en Puebla, estados donde se elegirán gobernadores.
Además de disputar las gubernaturas en dichos estados, se renovarán los Congresos de Baja California, Tamaulipas y Quintana Roo, y se elegirán presidentes municipales en Durango, Aguascalientes y también del estado bajacaliforniano, y en cinco municipios de Puebla. En total, se disputarán 148 cargos de elección popular y podrán votar 13 millones 500 mil electores, el 15 por ciento del padrón nacional.
Los dirigentes de los partidos de oposición han señalado que en estas elecciones los ciudadanos podrían expresar su inconformidad con algunas de las polémicas decisiones del presidente López Obrador y castigar su gestión mediante el voto en contra de los candidatos de Morena, pero la realidad es que es muy pronto para hacer esa evaluación. Con seis meses en el gobierno, López Obrador aún mantiene un porcentaje muy alto de popularidad, que está entre un 70 y 80 por ciento, de acuerdo con varios sondeos.
En la jornada electoral del próximo domingo, el interés político estará centrado en los dos estados donde se elegirán gobernadores. De confirmarse las tendencias, el blanquiazul recibirá un duro golpe ya que se prevé que no podrá retener las gubernaturas.
Baja California ha sido su bastión histórico desde hace 30 años, cuando en 1989 ganó la gubernatura Ernesto Ruffo y con ello se dio la primera alternancia política en el país. El candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, Jaime Bonilla, aventaja con al menos el 50 por ciento de las preferencias electorales, a pesar de que su mayor mérito es haber sido impulsado por el partido del presidente López Obrador.
En menos de un año y medio, Bonilla ocupó un escaño en el Senado de la República, una plaza de “súper delegado” del gobierno federal y, luego, renunció al cargo para ser candidato de Morena.
En tanto, en Puebla, habrá elección extraordinaria luego de que la gobernadora panista Martha Érika Alonso perdiera la vida el 24 de diciembre del año pasado tras estrellarse el avión en el que viajaba con su esposo Rafael Moreno Valle. También se prevé el triunfo de Miguel Barbosa, candidato de la coalición encabezada por Morena.
El PAN no pudo vencer la oleada morenista y no contó con un candidato que tuviera la suficiente fuerza política para mantener la victoria lograda en los comicios del año pasado.
De perder las gubernaturas, el PAN pasará a gobernar de 10 a ocho estados y Morena tendrá dos entidades más para sumar, en total, seis. Así, el blanquiazul se convertirá en el gran perdedor; si acaso peleará mantener la mayoría en el Congreso de Tamaulipas, porque seguro perderá también el control del de Baja California.
En cuanto al PRI, terminará borrado en las elecciones donde se elegirá gobernador; quizá dé la pelea por el Congreso de Quintana Roo.
Aún con los pronósticos favorables a Morena, será interesante analizar el resultado de estas elecciones y revisar, si se concretan las proyecciones, qué tanto influyó aún el tsunami AMLO, si a seis meses de gobierno la ola llegó con suficiente fuerza o si va de regreso.
Quienes sí tendrán que revisar su papel como fuerza política serán el PAN y el PRI, que han quedado desdibujados como oposición desde la elección presidencial y no se ve que remonten ni con propuestas ni con liderazgos frescos.
