Patricia Sotelo
Yo conozco a alguien con discapacidad. Se llama Adrián y es sordomudo. Hijo de padres sordomudos y nieto de abuelos con la misma discapacidad, aunque tiene dos hermanos que sí hablan y escuchan. Adrián tiene 17 años y es un joven brillante e inquieto como cualquier adolescente. Tiene novia, le va al América y admira al futbolista brasileño Neymar.
Estudió la primaria en una escuela especial para sordomudos y la secundaria en una incluyente, pero en la preparatoria se complicó la situación por la falta de intérpretes. Hace un mes dejó la escuela.
La problemática que enfrentan las personas con discapacidad es complicada porque para poderlos integrar a la sociedad de una forma incluyente, con oportunidades para su pleno desarrollo, se requieren acciones de gobierno que lo hagan posible.
Por eso llama la atención la campaña #ConocesaAlguienConDiscapacidad, que surgió ante la posibilidad de que desaparezca la Comisión Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad (Conadis), institución encargada de desarrollar políticas públicas para alcanzar la plena inclusión y participación de este sector en la sociedad. De hecho, aún no se ha nombrado a su titular.
La campaña está encabezada por dos destacadas periodistas, Katia D´Artigues y Bárbara Anderson, quienes han difundido en redes sociales conmovedores videos con sus pequeños hijos, quienes padecen un tipo de discapacidad. El objetivo es exigirle al presidente Andrés Manuel López Obrador que cumpla su promesa de campaña de mantener el organismo y no reducirlo a una dirección general dentro de la Secretaría del Bienestar, como al parecer es la intención.
“Sería una cachetada a la inclusión”, sentenció Anderson, mientras que D´Artigues consideró que “sería un grave retroceso para los derechos humanos de las personas con discapacidad”.
Muchas personas se han sumado a la campaña con el hashtag #ConocesaAlguienConDiscapacidad contando sus propias historias o la de sus familiares. Son historias de lucha por salir adelante a pesar de las barreras a las que se enfrentan, y piden, además, #InclusiónNoSoloPensión en respuesta al programa del gobierno federal de entregar dinero a las personas con discapacidad.
Y es que, en efecto, quienes padecen alguna discapacidad quieren sentirse incluidos, lo que significa tener oportunidades para estudiar en escuelas, para trabajar y percibir un salario, practicar un deporte o ir a un centro recreativo, tener facilidades de movilidad en las calles y en el transporte público. Pero también significa que puedan desarrollarse como personas en roles como tener amigos, una pareja o ser padres.
Lamentablemente, no ha quedado claro cuál es la política social de AMLO, más allá de eliminar cualquier organización de la sociedad civil y entregar los recursos directamente a los beneficiarios de los programas sociales, en aras del combate a la corrupción.
Lo que sí está claro es que de nada sirve entregar dinero a las personas si no se atienden en forma integral sus problemas, llámese estancias infantiles, refugios para mujeres maltratadas, atención a personas con VIH o con sida, o a quienes padecen alguna discapacidad.
Como en el caso de Adrián, quien a pesar de ser un joven hábil en la tecnología, tuvo que abandonar sus estudios porque no hay escuelas para sordomudos a nivel medio y mucho menos en el nivel superior, y ni siquiera se cuenta con los suficientes intérpretes para apoyarlo en escuelas incluyentes. ¿Será suficiente para él recibir dos mil 550 pesos cada dos meses? ¿Resolverá su problema? Por supuesto que no.
El Estado debe garantizar que quienes padecen una discapacidad no sean arrinconados en la última fila de la sociedad. Su futuro depende de las oportunidades que se les brinde, junto con la participación de una sociedad más consciente y solidaria. Inclusión es la clave, no sólo dar una pensión.
