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Gasolinas, desabasto e improvisación

Lo que el mundo observa es que el gobierno de la 8ª. economía petrolera y el sexto país integrante de la OCDE, pareciera no tener rumbo en esta coyuntura…

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Hugo Morales Galván

Nadie puede estar en contra del robo de combustibles. Salvo, claro, quienes se han visto beneficiados históricamente de ese ilícito y se pasean impunemente en un país lastimado por la desigualdad y la corrupción. Sin embargo, nadie en su sano juicio puede aceptar que si son grupos delincuenciales que han robado hasta 60 mil millones de pesos (tres mil millones de dólares) al Estado mexicano, el nivel de responsabilidad vaya a quedar sólo en tres personajes menores y cuyos nombres desconocemos (un empresario, un ex diputado y un ex servidor público).

En la lógica de las “consultas” que lleva a cabo el actual Gobierno Federal, bien podría convocar a una urgente para preguntar a la ciudadanía si está de acuerdo en perdonar o castigar “huachicoleros” y sus cómplices. De antemano, adelantamos la respuesta aun y cuando sea Morena la que articulara esa consulta: la gente quiere castigo para los delincuentes no perdón ni atole con el dedo.

La curva de aprendizaje de este Gobierno y las resistencias de los beneficiarios de los grandes negocios, están operando para impedir la acción gubernamental. Un negocio ilícito de esa magnitud no es nada menor. El poder criminal de los “huachicoleros” está retando al poder del Estado. El Gobierno de la República puede salir fortalecido o con una hendidura política de que la que no podrá recuperarse. Su legitimidad va de por medio.

No obstante, pareciera que la crisis los tomó sin estar preparados pese a que desde inicios de año y más aún luego de su triunfo en julio pasado, contaban ya con un gabinete presidencial, cuya labor, entendemos, debió haber sido empaparse de los asuntos de su incumbencia y no montarse en el triunfalismo de los 30 millones de votos, como varita mágica para resolver los grandes problemas del país.

La Ciudad de México es un escaparate nacional. El Gobierno Federal y el local están buscando evitar por todas las vías posibles, que la crisis política y económica, generada por el desabasto, se convierta se extienda a lo social y rasguñe los linderos de la ingobernabilidad.

Lo que el mundo observa es que el gobierno de la 8ª. economía petrolera y el sexto país integrante de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), pareciera no tener rumbo en esta coyuntura en la que además descalifica voces especializadas como las expresadas en los diarios The Wall Street Journal y Los Angeles Times, sobre el origen del problema.

Opinar desde la academia es fácil. Gobernar la 5ª. ciudad mundial y la primera de América Latina es distinto. Por eso, lejos de contribuir a mitigar la crisis del desabasto, la Jefa de Gobierno Claudia Sheimbaun echó gasolina al fuego, al hablar de racionalizar la dotación de combustibles.

Tan mal fue su cálculo político que horas mas tarde aclaró que era una sugerencia. Sugerir racionalizar por número de placa (una carga de gasolina cada ocho días y prohibido adquirir gasolina en recipientes) es descabellado. Demuestra falta de conocimiento de la economía y de la movilidad de 22 millones de personas de la Zona Metropolitana del Valle de México. La CDMX como centro de trabajo y ciudades aledañas como ciudades/dormitorio, implica la movilización de millones de personas en kilométricas distancias de ida y vuelta a su empleo y hogar.

Plantear un abasto planificado (aunque mal planificado) significa que la crisis va para largo y no se sostiene el discurso de que en cuestión de días será resuelto. El discurso de que no había desabasto chocó con las grandes filas de automovilistas que esperaban hasta 35 horas o más, para cargar gasolina, situación que persiste. El desabasto enrostró su incapacidad para admitir lo evidente. El costo político ha sido muy alto. No admitir el error de desabasto y mala distribución ha golpeado su credibilidad.

Hay formas de contrarrestar los efectos negativos del desabasto. Una visión de Estado permitiría al gobierno capitalino convocar a sus pares del Estado de México e Hidalgo, para convenir ampliación de horarios del transporte público, incrementar la seguridad en ciudades y carreteras. Convocar al transporte concesionado a respaldar la medida, garantizándole el abasto de combustible. Convocar a patrones y empresarios a no aumentar los precios y a flexibilizar los tiempos de tolerancia de ingreso al empleo de manera responsable. E incluso en oficinas de gobierno. Esperemos visión de Estado. Las ocurrencias no contribuyen a la gobernabilidad.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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