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Investigación

Gastan millonada y no baja contaminación

Para controlar la contaminación en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) se han invertido cientos de millones de pesos en programas y estudios, pero el problema persiste.

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Para controlar la contaminación en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) se han invertido cientos de millones de pesos en programas y estudios, pero el problema persiste.

Los mayores daños de la polución del aire se reflejan en la merma de la salud de los habitantes de la megalópolis, así como en la pérdida de competitividad.

Tan sólo en productividad, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) calculó que en 2013 los costos anuales vinculados a la contaminación, reflejados en disminución de la productividad y gastos de salud, fueron de mil 360 millones de pesos, sólo para ese año.

Ese estudio del Imco estima que las muertes en ese año relacionadas por los efectos de la contaminación en el Valle de México ascendieron a mil 723.

Han pasado 22 años desde el primer Programa para Mejorar la Calidad del Aire en la Zona Metropolitana del Valle de México (Proaire) y se han propuesto, al menos, 265 medidas para enfrentar este problema.

Del seguimiento y del cumplimiento de los objetivos de los tres Proaire que se ha implementado, poco se sabe a nivel público.

Con datos del Sistema Único Automatizado para la Vigilancia Epidemiológica (SUAVE), el coordinador ejecutivo de la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), Martín Gutiérrez Lacayo, dijo que en 2016 se registraron más de 890 mil casos de padecimientos relacionados con la contaminación en el Valle de México.

Indicó que los padecimientos por los cuales se acudió al médico son infecciones respiratorias agudas, conjuntivitis, otitis media aguda y asma.

Los datos fueron obtenidos por medio de 200 unidades Centinela instaladas por la Secretaría de Salud, sin embargo, detalló que la Ciudad de México desarrolló otro sistema de vigilancia en el que integró consultorios de farmacia.

Este monitoreo, detalló Gutiérrez Lacayo, arrojó que de 2015 a 2016 hubo un incremento del 86 por ciento en conjuntivitis, y de 56 por ciento en neumonía y bronconeumonía, en los meses de marzo a junio.

 

Crece la ciudad de manera anárquica

El crecimiento de la Ciudad y su zona conurbada ha sido imparable, y con ello la demanda de servicios básicos, entre ellos la movilidad.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, (INEGI), el número de habitantes en la Ciudad de México aumentó en 600 mil personas, entre 1997 y 2016.

De tener 36 verificentros se pasó a 82, y de 3.7 millones de autos verificados en 1997, se subió a 4.3 millones en 2016.

La lenta respuesta de los gobiernos y su nula coordinación para ofrecer sistemas eficientes de transporte público metropolitano, ocasionaron el incremento de la principal fuente de emisiones a la atmósfera: el automóvil.

Pero lejos de coordinarse para el combate a la contaminación, los gobiernos se confrontan.

Con la última crisis ambiental en la Ciudad, también se suscitó un enfrentamiento entre el gobernante de la capital, Miguel Ángel Mancera y el del Estado de México, Eruviel Ávila.

El primero acusó que la mayor cantidad de contaminantes no los generaba la  CDMX, sino los municipios conurbados gobernados por Ávila, y también reclamó, que no se aplicaran las mismas medidas en los cinco estados que conforman la megalópolis.

La respuesta del Estado de México fue tensar la situación en otro frente ambiental entre ambos gobiernos: suspender la recepción para disposición final de residuos sólidos urbanos generados en la Capital.

La Ciudad de México, según el INEGI, ha pasado de tener 1.8 millones de autos en 1986, a 4.7 millones en 2014, y aunque no hay datos oficiales, se estima que actualmente la cifra roza los 6 millones de vehículos.

En este lapso de tiempo se han presentado tres Proaire, el primero de 1995 a 2000, de 2002 a 2010 y el vigente en el actualidad, de 2011 a 2020, y con los cuales se han logrado avances, aunque muy puntuales.

En la década de los 90 se logró la reducción del plomo, bióxido de azufre y monóxido de carbono en la atmósfera, y fue gracias a la modificación de los combustibles, la restricción vehicular, la introducción de convertidores catalíticos, la limitación a la actividad industrial y el cierre de la refinería en Azcapotzalco, entre otras medidas.

Sin embargo, las emergencias ambientales de nuevo amenazan a la Ciudad y al Valle de México.

A un año del Hoy No Circula

El próximo 30 de marzo se cumplirá un año en que la CAMe anunciara, como medidas de urgencia, modificaciones al Programa de Contingencias Ambientales y el Hoy No Circula.

Estas medidas fueron una reacción al inminente incremento en la contaminación atmosférica en el Valle de México que se presentaría en 2016.

Tras 14 años sin decretarse una Fase I de contingencia ambiental, se produjo la primera el 14 de marzo de 2016, cuando se alcanzaron 203 puntos en el Índice Metropolitano de Calidad del Aire (Imeca) en la zona poniente de la Ciudad de México.

En esa ocasión, la respuesta de las autoridades federales y locales fue el endurecimiento del Hoy No Circula, al cual sometieron a todos los autos, sin importar que tan nuevo o viejo era, a descansar un día a la semana y un sábado al mes, entre abril y junio del año pasado.

Pese a ello se presentaron diez contingencias ambientales en 2016, todas por elevados niveles de ozono; mayo fue el mes más complicado con seis eventos, uno de ellos con tres días de duración.

Cabe destacar que una de las medidas ese año fue la disminución en los valores para decretar la Fase I de contingencia ambiental, al pasar de 200, a 150 puntos Imeca.

La CAMe identifica la “temporada de ozono” de febrero a junio, pero en julio y agosto se produjeron dos contingencias atmosféricas por ozono con 152 y 158 puntos, respectivamente.

Para la investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera, Irma Rosas, la razón por la cual hay menos días con menos contaminación es clara: la medición es más estricta ahora.

“No quiere decir que se haya empeorado la calidad del aire, sino que si hubiéramos seguido con las normas anteriores, hubiéramos tenido buena calidad del aire.”

Irma Rosas, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera.

Se han tenido avances, aseguró, pero aún falta mucho trabajo, principalmente para determinar la composición de PM 10 y PM 2.5, y posteriormente desarrollar su control.

En los mosaicos históricos de la calidad del aire, disponibles en la página de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad, puede apreciarse mejoras graduales a lo largo de los años.

Sin embargo, son evidentes las disminuciones en las concentraciones de contaminantes atribuibles a las condiciones climáticas de cada año, pues de junio a octubre, considerada la temporada de lluvia, se registran los decrementos de picos en la contaminación.

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