Mauricio Flores
Si algo no cambiará por el sólo hecho de un cambio de gobierno en la capital es el caos vial, provocado por el crecimiento centralizado a nivel nacional, el desorden en la expansión de la mancha urbana que estimuló la alta especulación inmobiliaria a lo largo de todo un siglo y, sin lugar a dudas, a decisiones erradas en la administración de los espacios públicos (muchas de ellas de carácter clientelar) y la reducida inversión -en términos proporcionales- para la construcción de sistemas eficientes y seguros de transporte público: Claudia Sheinbaum llega a gobernar una ciudad que tiene un destacado pero poco honroso lugar entres las urbes con el peor tráfico del mundo.
De acuerdo con el centro de estudios de vialidad INRIX, la Ciudad de México registró en 2017 el lugar 21 entre las ciudades con peor tráfico del mundo, perdiendo en promedio el conductor capitalino 13% de su tiempo laboral en atascos, lo que equivale a 59 minutos diarios, siendo así la cuarta ciudad más congestionada en América del Norte y, sin lugar a dudas, la más desesperante del país. Pero de acuerdo al Indicador TomTom, tenemos el primer lugar en cuanto tiempo perdido en tráfico del mundo con 227 horas perdidas por persona y con “horas pico” en la mañana como en la tarde cuando la velocidad promedio de los vehículos no pasa de 6 kilómetros la hora.
El aumento poblacional de 2.9 millones de habitantes a 15 millones actualmente es resultado de una forma de crecimiento económico y de mayor disponibilidad de oportunidades trabajo, así como de acceso a servicios públicos y privados que no hay en otras ciudades del país.
La especulación inmobiliaria ha hecho que los habitantes -no propietarios de casas habitación- hayan tenido que ir migrando hacia los municipios conurbados en el Estado de México aunque tengan que desplazarse hasta 4 horas diariamente desde sus domicilios hacia y de sus trabajos, creando las llamadas “ciudades dormitorio”.
Ese desplazamiento obliga a viajes cada vez más largos, fuera de las alcaldías en donde la gente habita hacia donde están sus empleos pero, sobre todo, los viajes metropolitanos que se calcula llegarán a los 6 millones de viajes diariamente en 2020 para representar poco mas del 20% de todo el desplazamiento.
Entre más jodido, más cansado
Es decir, si bien la gente con menos recursos y mayor necesidad de tomar un trabajo así sea mal pagado es la que más tiempo pasa en transportes, su desplazamiento para asistir a actividades principalmente en el sector de los servicios, afecta la movilidad vehicular de sus jefes y patrones que aunque padecen menos tiempo en traslados también quedan atrapados a bordo de sus autos -no importa que tan lujosos potentes sean- en embotellamientos y pueden ser víctimas de colisiones con otras unidades o de asaltos.
El sistema de transporte masivo desafortunadamente padece desarticulación en su estructura modal. De los más de 50 Centros de Transferencia Modal en la Capital y zona conurbada, no son más de 4 los que funcionan con relativa eficacia (Rosario, San Felipe, BuenaVista, Ciudad Azteca); el resto está saturado de transporte concesionado que utiliza la vía pública como paradero, área de descanso y de reparación de unidades como sucede en sólo un kilómetro de Avenida Universidad en donde hay tres paraderos en vía pública que conectan con la Línea 3 del Metro.
Modernización, ¿imposible?
Y una parte especialmente compleja del transporte concesionado son los llamados Microbuses que el gobierno de Miguel Mancera planteó en 2014 sustituir 20 mil unidades (casi todas ellas viejas y contaminantes) por camiones nuevos y de mayor capacidad. Sin embargo sólo se logró el 44% de la meta y todavía quedan 18,799 microbuses en operación. Los líderes de unos 3 mil concesionarios de Microbus, Nicolás Vázquez y Mario Alberto Martínez, argumentan que la sustitución no ha sido posible por las bajas tarifas que aplican y por la falta de certeza jurídica en el desarrollo de “Corredores Viales” para el cual tienen que formar empresas.
Y no parece que ello vaya a cambiar cuando los concesionarios son parte clave para la “movilizaciones políticas” a favor o contra de alguien o algo, así como por ser un negocio en el que parece haber más interés en mantenerlo en condiciones de subdesarrollo que en modernizarlo pues así, como está, genera una derrama diaria de casi 32 millones de pesos y es el medio de vida para 600 mil personas de forma directa e indirecta. El nuevo secretario de movilidad de la CDMX, Andrés Lajous, luego de una destaca carrera académica en el MIT y en el CIDE, tendrá que lidiar con un sistema de transporte dislocado en donde los incentivos económicos inmediatos generan la inercia para que siga igual… o peor de ser posible.
#19s: de cálculo a cálculo
Hoy se cumple el primer aniversario de otro terremoto, y en el cambio de gobierno el asunto clave es la celeridad de dar apoyo a las personas realmente damnificadas (hay 6,200 millones de pesos para ello) en base a un censo efectivo y acciones definidas con precisión. El actual comisionado de reconstrucción, Edgar Tungüi, estima que manteniendo un buen ritmo de trabajo se podrá concluir los trabajos en 5 años. El próximo encargado de esa cartera, César Cravioto, empero, asegura que el nuevo gobierno lo logrará en 3 años. Ojalá que su cálculo sea el bueno… y si no lo es, de todas maneras que se cumpla la reconstrucción.
