Mauricio Flores
Faltando unos días para que la #CuartaTransformación se materialice en la Ciudad de México, es preciso revisar dos de los grandes temas que el gobierno entrante en la capital tiene como retos inmediatos y cuyo alcance incidirá sobre la eficacia que el gobierno federal, el de Andrés Manuel López Obrador, tendrá a nivel nacional. Servicios Urbanos, como es limpieza, bacheo, iluminación, zonas verdes y áreas públicas, así como capacidad de atracción y anclaje de inversión son aspectos calientes en la agenda de Claudia Sheinbaum.
En el pasado número de El Influyente, este columnista abordó someramente los tres primeros urgentes en la percepción de los chilangos: seguridad, agua y movilidad. Sin tratar de ser concluyente -ello es imposible para una megalópolis donde confluyen todos los días 20 millones de personas- se intentó esbozar situaciones críticas a resolver en una ciudad que vive diariamente al borde de la crisis. Se procederá igual con los dos temas pendientes a examinar.
A mediados de la gestión de Miguel Ángel Mancera los servicios urbanos fueron separados de la Secretaria de Obras (tras el escándalo de corrupción en la compra de luminarias), creándose la Agencia de Gestión Urbana que hasta la semana entrante dirigirá Jaime Slomianzky para luego ser nuevamente absorbida por la Secretaría de Obras que llevará José Antonio Esteva. Y no se trata de un asunto administrativo que algún novato podría creer, sino de la centralización en la prestación de servicios vitales para los capitalinos… empezando por el servicio de limpia.
De las 12,500 toneladas diarias de basura que recolectan en la ciudad, cerca de 8,500 no se reciclan y van a parar a los tiraderos que están en predios del Estado de México. El gobierno de Eruviel Ávila impuso límites al uso de su territorio para el depósito de basura y ello llevo al equipo de Mancera a idear dos proyectos para procesar como energía deshechos sólidos y orgánicos para generar electricidad que sería suministrada a edificios públicos y al Metro capitalino. Pero ni la planta de Biodigestión en el Bordo Poniente ni la Planta de Termovalorización verán la luz, pues la negativa a ellos es para Sheinbaum lo mismo que el NAIM a López Obrador: un asunto ideológico, de plataforma electoral antes que tecnológico y desarrollo.
Hasta donde es conocido, el plan de la jefa de gobierno es crear diversos centros de acopio, transferencia y selección de basura para su reciclaje y confinar aquella que no tenga nuevo uso. Amén de la problemática vecinal que ello implique (habrá ver que colonia o barrio querrá tener un predio vecino una centro de esa naturaleza con el intenso ir y venir de camiones recolectores por sus calles), el primer problema sería la “tasa de rechazo”, es decir cuanta basura se podrá reciclar y que hoy se encuentra en 20% de las 12,500 toneladas que a diario genera la ciudad.
El asfaltado es un asunto tan extenso, tan lleno de componendas y dobles juegos, que será mejor abordar como sólo tema para una próxima columna.
Privados, ¿privados?
Y considerando que la inversión privada que se pretendía para los proyectos de energía no llegará, el reto del equipo de Sheinbaum es crear negocios alternativos y certeros que en otras áreas citadinas lleguen a generar ingresos y empleos.
Sin embargo, no está sencillo. De entrada, por que en el marco federal, se acabó la llamada “Luna de Miel” del próximo presidente en funciones con buena parte del sector privado: si bien López Obrador ha formado un Consejo Consultivo Empresarial para reforzar el ala moderada de su gobierno y en el que figuran empresarios de la talla de Ricardo Salinas, Olegario Vázquez Aldir, Bernardo Gómez, Carlos Hank Gonzáles, Daniel Chávez,Miguel Alemán, Sergio Gutiérrez y Miguel Alemán, no han parado los efectos en los mercados por la cancelación del NAIM. Al contrario, la tensión crece ante iniciativas legislativas como la supresión por decreto de las comisiones bancarias, extremar regulación minera y el uso extensivo de “consultas populares” (hasta ahora francas mascaradas) para validar decisiones ya tomadas por el próximo presidente.
Vaya, el efecto es que, como señala Walter Molano, economista en jefe de BCP Securities in Greenwich Conn, que la ante la pérdida de certidumbre de los mercados “sí empieza una estampida tienes que correr hacia la puerta” dada la presión sobre tasas de interés y de tipo de cambio
En el ámbito capitalino, la combinación del “efecto incertidumbre” de las decisiones federales junto con las decisiones locales se han traducido en una “corrida inmobiliaria”: conforme a versiones de operadores de bienes inmuebles, el valor de edificios y casas habitación han bajado de precio en hasta 35% en zonas de clase media-alta y alta debido a la sobrerreacción de los propietarios ante la posibilidad de que se encarezca la densificación urbana que proporcionan las enormes torres habitacionales.
La combinación del temor a la posible descomposición macroeconómica y un ambiente de negocios locales vulnerado, alertó a los desarrolladores inmobiliarios es la parálisis administrativa en el otorgamiento de permisos de construcción desde el mes de septiembre, impactando a una industria de construcción y servicios que representa 11% del PIB capitalino conforme la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios que lleva Salvador Daniel, así como el propósito del gobierno entrante de “revisar todos los permisos” bajo la presunción de actos corrupción.
Ello podría impactar indirectamente a otros sectores clave de la economía capitalina, como son los centros comerciales, tecnología de la información, médicos, educativos e intermediación financiera, afectándolos con mayores precios de productos y servicios cotizados en dólares y tasas de interés variables.
Pero estamos a sólo unos días de conocer si las “medidas de fuerza” con que López Obrador y Claudia Sheinbaum “separarán el poder económico del político”, encontrarán un nuevo punto de equilibrio o sí se mantendrá la pugna.