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Investigación

Irrupciones en la vida cotidiana de las familias

Su concepto nos permite entenderla como estructura viva, interdependiente de los cambios económicos, sociales y culturales de la sociedad…

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Por Nashieli Ramírez

@NashieliRamirez / @CDHDF

El Día Internacional de las Familias se celebra, a partir de 1993, cada 15 de mayo. Actualmente las familias son consideradas por la comunidad internacional un núcleo fundamental para el logro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente aquellos vinculados con la superación de la pobreza, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, y la promoción de sociedades justas, pacíficas e inclusivas.

Esta conmemoración representa un rompimiento con el modelo tradicional de familia concebido como institución autónoma, homogénea, nuclearizada (padres e hijos) en su organización y funcionamiento, encabezada por el jefe de familia, donde sólo es admisible el vínculo heterosexual con fines reproductivos, y la cual parece ser estática, ahistórica e indiferente ante las trasformaciones económicas, sociales, culturales y políticas que transcurren a lo largo de la vida cotidiana.

Hablar de las familias, en plural, conlleva el reconocimiento de que la convivencia familiar se encuentra caracterizada por jerarquías, privilegios, derechos y obligaciones diferenciados en función del parentesco, el género y la generación; que existen múltiples formas de arreglos familiares; que hay distintas formas de amar y de experimentar el erotismo y la sexualidad; que los límites entre el espacio privado y el espacio público no son tan drásticos y no se autoexcluyen; que las tareas reproductivas y de cuidados no competen exclusivamente a las mujeres, y que el tener hijas (os) implica una elección filial y no sólo un devenir sexual natural.

De ahí que actualmente encontremos familias formadas por parejas sin hijos (as), de padres y madres sin cónyuge, las integradas por una persona, las formadas por parejas del mismo sexo, las personas unidas en segundas nupcias, las integradas por diferentes generaciones o por personas que no comparten un lazo consanguíneo.

El concepto de familias nos permite entenderlas como estructura viva, interdependiente de los cambios económicos, sociales y culturales de la sociedad, cuyo impacto se refleja en su estructura, composición, ciclos y relaciones; esto es, en el cómo se forman las familias y en el cómo se vive dentro de ellas.

Esta noción permite también ubicar la existencia de acontecimientos violentos, experiencias catastróficas que irrumpen la cotidianidad y alteran la vida de las personas y de sus familias. Dichos acontecimientos, llámense desastres naturales, conflictos armados, desaparición forzada, migración no buscada, secuestros, abuso sexual o feminicidios, conllevan daños físicos y psicológicos, pérdida de vidas humanas, quebranto de las condiciones materiales y de subsistencia de las familias.

Como señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2013) los fenómenos sociales son más rápidos que la respuesta institucional, por lo que las problemáticas señaladas demoran en encontrar una adecuada respuesta institucional, dejando a las familias en situación de vulnerabilidad.

Reconociendo la complejidad de los vínculos familiares y de las múltiples problemáticas que tienen impacto en los mismos, el pasado 16 de mayo la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) fue sede del Conversatorio “Irrupciones en la vida cotidiana de las familias”, organizado por el Instituto Latinoamericano de las Familias, espacio dedicado a reflexionar sobre la complejidad de las situaciones y conflictos que hoy en día enfrentan las familias, y que suelen amenazar su integración, implicar dolorosas pérdidas materiales y humanas, ausencias e impactos traumáticos difíciles de procesar.

El citado Conversatorio fue el pretexto para no dejar de exigir justicia por las familias damnificadas a causa del terremoto del pasado 19 de septiembre; por las madres y padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos; por las madres que excavan fosas clandestinas en búsqueda de sus hijos/as; por las niñas y niños que quedan en la orfandad como consecuencia del feminicidio de sus madres; por las y los periodistas asesinados a causa de su profesión, y por visibilizar los abusos sexuales contra niñas y niños perpetrados en el ámbito familiar.

La reconstrucción de los vínculos y dinámicas familiares debe entenderse como una cuestión que no sólo compete a las familias directamente involucradas, sino por el contrario, alude al sentido de comunidad, de apoyo de las y los otros. Por supuesto, requiere también de la acción gubernamental que, a través de sus políticas públicas, garantice la atención de las necesidades más apremiantes como el acceso a vivienda, a programas sociales, a la atención de la salud física y mental; el acceso a la justicia y la reparación del daño de quienes han sido víctimas de delitos o de violaciones a sus derechos humanos, por mencionar solo algunas de las acciones indispensables para adquirir un poco de calma y esperanza, para recuperar una vida digna.

Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

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