Alberto Cuenca
Ernestina Godoy dejó el Congreso capitalino y la coordinación de la bancada mayoritaria de Morena, pero heredó problemas a su sucesor Ricardo Ruiz que a lo largo de los días y semanas podrían complicarse.
Ya hay signos de una descomposición en áreas del Legislativo local, aunque algunos de ellos no son necesariamente atribuibles a Godoy, sino a otros de sus compañeros de bancada, quienes en este proceso de cambio de coordinador dejaron al descubierto desencuentros e incluso traiciones.
En este reacomodo dentro del grupo parlamentario los coletazos han pegado en unidades administrativas del legislativo local fundamentales para la operación de la institución, como es la dirección de Estenografía Parlamentaria.
Cuando inició la Legislatura, a quienes entonces lideraban la bancada morenista, es decir, Ernestina Godoy como coordinadora y Eduardo Santillán como vicecoodinador, les interesaba hacerse del control de las unidades administrativas más importantes del Congreso local: las del dinero y la que lleva los procesos legislativos.
Así designaron a Javier González Garza en la Oficialía Mayor, a Laura Ángeles Gómez en la Tesorería y a Carina Piceno en la Coordinación de Servicios Parlamentarios. Los dos primeros llegaron al cargo con el apoyo de Godoy; la última fue una propuesta de Eduardo Santillán.
Apenas tomó posesión del cargo en Servicios Parlamentarios, Carina Piceno comenzó a realizar reacomodos con el objetivo de colocar a los integrantes de su grupo político en la estructura del órgano legislativo, sin importar que cumplieran o no con el perfil técnico requerido. La justificación oficial es que los recortes de personal son parte de la tan pregonada austeridad morenista.
En Estenografía Parlamentaria, dependiente jerárquicamente de la Coordinación de Servicios Parlamentarios, Carina Piceno pidió la renuncia de los seis estenógrafos. Al jefe de todos ellos ya lo corrió sin siquiera liquidarlo, a pesar de que contaba con 30 años de servicios en esa institución, es decir, desde que se llamaba Asamblea de Representantes del DF.
Los estenógrafos del Congreso local están en la tablita, sin importar que cuentan con una alta especialización. La eficiencia, siempre presente, se ha visto empañado en los últimos días.
La versión estenográfica de la sesión del pasado miércoles 21 de noviembre tardó más de cuatro horas para salir y los mismo ocurrió con las versiones de las comparecencias que se realizaron el viernes 23 de noviembre entre cuatro alcaldes y los diputados de la Comisión de Presupuesto.
La celeridad que caracterizaba al área se acabó. En esa dirección priva la desorganización. Las amenazas de Carina Piceno han generado la falta de conducción y hasta la rebeldía de un personal al que se le exige más pero que no ha visto mejoras en su salario desde hace 20 años.
Según nos comentan los propios trabajadores, Piceno no solo ha puesto en la mira a Estenografía. También quiere hacer ajustes en el área de sonido y grabación donde, por cierto, el equipo de audio utilizado para las sesiones del Pleno tiene más de 10 años de obsolescencia.
La esperanza de los estenógrafos para que se acabe con el hostigamiento al cual han estado sometidos proviene de los cambios en la coordinación de la bancada de Morena.
Esa apuesta se sustenta en el hecho evidente de que los diputados morenistas enfrentan una acentuada división y que muchos de ellos, cercanos por cierto al recién nombrado vicecoordinador José Luis Rodríguez, se sienten traicionados por Eduardo Santillán. Ese grupo alega que Santillán logró en su momento la vicecoordinación gracias a ellos.
Hoy que Santillán ni siquiera es vicecoordinador de la bancada, quienes antes lo apoyaron dicen que los nombramientos realizados previamente en las unidades administrativas deberían reconsiderarse. Ese grupo dentro de Morena no quiere a Piceno en la Coordinación de Servicios Parlamentarios, pues reniegan no solo de su experiencia y de su manera de conducir la sesión, sino de quien la puso ahí. La crisis en Morena aún no acaba.
