Alberto Cuenca
A partir de este miércoles la Ciudad de México estará gobernada bajo el método científico.
Apegada a su formación académica, la doctora Claudia Sheinbaum será una Jefa de Gobierno para quien primero será el diagnóstico, luego la estrategia y después la ejecución.
Los reporteros que la hemos cubierto desde la precampaña sabemos que en sus declaraciones no suele comprometerse, y no cae aunque le soltemos buscapiés.
Sheinbaum no hace anuncios si no tiene con qué sustentarlos, y eso está muy bien si comparamos esa ortodoxia con la polémica estridencia que durante el periodo de transición caracterizó el comportamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Así es como Sheinbaum ha presentando los ejes estratégicos en materia de seguridad, procuración de justicia, movilidad y de algo que denominó “sanciones cívicas” en lugar de las fotomultas.
A inicios de semana se reunió con empresarios para presentarles un paquete de reformas legales y reglamentarias que agilicen la apertura de negocios. Por meses trabajó ese programa de desregulación y no lo hizo público hasta estar segura de su contenido.
El gabinete de Sheinbaum es reflejo de ella misma. En su mayoría, los nuevos secretarios y titulares de dependencias son académicos y técnicos con alta especialización.
Pero faltan los políticos en ese grupo de colaboradores que la acompañarán en el reto de gobernar la urbe. A primera vista eso también suena muy bien, porque los ciudadanos nos sentimos hartos de la forma en que se han comportado los políticos, siempre ligados a actos de corrupción, cochupos y pago de cuotas.
¿Pero podrá la academia ser suficiente para enfrentar a los poderes fácticos de esta Ciudad? ¿Son los políticos de siempre un mal necesario para garantizar la gobernabilidad de la capital del país?
¿Al candidato a doctor por la Universidad de Princeton y nuevo secretario de Movilidad, Andrés Lajous, le valdrán esas credenciales para enfrentarse y poner en orden a colmilludos líderes de microbuseros que bien podrían poner en jaque a la Ciudad con un paro de actividades?
¿A Ileana Villalobos, secretaria de Desarrollo Urbano y Vivienda, le bastarán sus estudios en la Flacso y el Colmex, para atemperar a unos enquistados y voraces desarrolladores inmobiliarios que han aprendido la ruta para construir grandes complejos de oficinas, departamentos y centros comerciales violando la ley en detrimento de colonias, barrios y pueblos?
¿Podrá Jesús Orta, nuevo jefe de la Policía, acabar con la corrupción que, =de siempre se ha sabido, tiene como sello a una “Hermandad” conformada por mandos y oficiales que medran con la tropa?
Puede sonar a lugar común decir que le debemos dar el beneficio de la duda a Sheinbaum y a su gabinete, pues como capitalinos no nos queda de otra.
También nos tocará ver si la escasa presencia de políticos en el gabinete resulta efectivo o solo genera la concentración de poder. Una persona que tiene una carrera política consolidada incluso más que Sheinbaum es la secretaria de Gobierno, Rosa Icela Rodríguez.
La secretaria de Gobierno tiene todo para convertirse en la jefa de facto del gabinete, sin contrapesos internos. Su control puede ser absoluto y desde ahí construir su propio proyecto sexenal sin limitaciones.
¿Sheinbaum la dejará hacer? ¿Tendrá manera o querrá controlar a su secretaria de Gobierno? Porque como bien dice mi colega Ernesto Osorio, Rosa Icela pinta para convertirse en la Héctor Serrano de este sexenio.
La Jefa de Gobierno tiene que pensar en dejar su propia huella y marca de gobierno, vaya, debe brillar con luz propia, algo que de entrada parece difícil teniendo a la luz más brillante de todas en Palacio Nacional y que podría eclipsar de tal forma a la mandataria capitalina que la haga ver como una subordinada más.
La Jefa de Gobierno tendrá que aprender en corto tiempo a hacer política de grandes ligas, sino quiere que otros, incluso dentro de su gobierno, la eclipsen.
