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LA MANO QUE MECE LA CUNA / El Peje y su democracia inducida

El juego de Andrés Manuel es tan perverso que ni sus propios colaboradores lo entienden…

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Adrián Rueda

Aún no toma posesión de su Gobierno y Andrés Manuel López Obrador ya empieza a dinamitarlo con decisiones que tienden a confrontar a los mexicanos, como la supuesta consulta sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Parece que el tabasqueño disfruta provocando la división entre los mexicanos, pero olvida que eso le funcionaba como candidato, pues fueron acciones efectivas de campaña, pero en poco más de un mes será el Presidente de México y la cosa es muy distinta.

Nadie duda que López Obrador es un experto en campañas electorales, pero más de uno duda de su capacidad para ser Gobierno, y lo peor es que nadie de su equipo lo puede parar porque no hace caso ni escucha.

La consulta sobre el NAIM ni siquiera debería ser tema, pues fue una de sus principales promesas de campaña acabar con ese proyecto y, si en verdad creía que era malo, pues para qué hace consulta; que lo suspenda y ya, nadie se llamaría engañado.

El hecho de que quiera embarcar a unos cuantos ciudadanos en la decisión que vaya a tomar sólo indica dos cosas: la primera es que sabe que tomará una mala decisión, pero quiere involucrar “al pueblo” para compartir culpas.

Y la segunda es que ya se dio cuenta del error que sería cancelar el NAIM y necesita que la consulta salga a favor de Texcoco, para poder justificar ante sus seguidores el haber dado marcha atrás “porque el pueblo así lo quiso”.

Como quiera, no se vale que si durante años se dedicó a dividir al país por anteponer sus aspiraciones políticas, hoy lo haga cuando está a punto de tomar las riendas del Gobierno Mexicano.

Esa farsa de consulta, a realizarse en unos cuantos municipios que ni siquiera explica cómo fueron elegidos, no es para demostrar que impulsará una democracia participativa, como la vende, sino que en realidad se trata de una “democracia dirigida”.

El juego de Andrés Manuel es tan perverso que ni sus propios colaboradores lo entienden, pues incluso su próximo vocero, Jesús Ramírez, tropezó ante medios dos días antes del inicio de la consulta, al no poder explicar qué pasaría con la encuesta que se iba a hacer.

Ante ese cuestionamiento dijo que aún no estaban seguros, pero que probablemente se haría después de la consulta. Ante este dislate, algunos periodistas le preguntaron que para qué serviría una encuesta después de la consulta, cuando ya se supiera la decisión. Ente balbuceos intentó decir que sí se tomaría en cuenta, pero acabó por enredarse y mejor calló, pues ni idea de lo que estaba diciendo.

Todo mundo tiene claro que una consulta puede ser completamente dirigida y manipulada, por lo que sus resultados no son mínimamente confiables, lo que deja claro que López Obrador ya tiene decidido todo y nada más está jugando con los ciudadanos.

Jamás se hizo una campaña informativa; nunca se ha clarificado el proceso.

Y como todas las encuestas realizadas por medios informativos, organizaciones civiles y casas encuestadoras arrojan que la mayoría de la población se inclina por Texcoco, hay dudas.

Con la farsa organizada por El Peje, reviven grupos revoltosos como los macheteros de Atenco, que salen de nuevo a marchar para buscar impedir que se construya en sus tierras el nuevo aeropuerto, como lo hicieron en el Gobierno de Vicente Fox.

En primer lugar la construcción de las pistas del aeropuerto ya ni pasan por sus terrenos, pues fueron desviadas para que ocuparan solamente terrenos federales, con lo que queda descartada su lucha.

Si es por el Lago de Texcoco y la salvación de la especies migratorias, alguien les debería decir que ese lago está seco desde el siglo pasado, lleno de salinidad, y que fue secado para evitar que, ante en el hundimiento de la capital, la inundara al quedar más arriba.

Para captar el agua que llega a ese lugar procedente de algunos ríos se crearon cuatro lagunas de regulación, que además albergan la vida silvestre y funcionan perfectamente, por lo que no hay riesgos ni de inundaciones ni de deforestación o depredación de la fauna.

Eso es en lo que respecta a la ecología; en lo referente a lo económico es mentira lo que sostuvo durante mucho tiempo El Peje de que se sangrarían las finanzas públicas con la construcción del NAIM, pues el grueso de su financiamiento es privado.

Son créditos bancarios e inversiones nacionales y extranjeras, que se pagarían con la operación del propio aeropuerto, con recursos provenientes del TUA, impuesto que pagan los viajeros y las aerolíneas, no los ciudadanos.

El costo por cancelar la sede en Texcoco significaría pagar en multas y demandas algo así como las dos terceras partes que costaría la terminación del aeropuerto, esos sí del erario, pero ¡sin que haya aeropuerto!

Aunque López Obrador, de quien todo mundo recuerda que tardó 14 años en salir de la universidad y que, según su historial académico, uno de sus “cocos” era Economía, asegura que no habrá afectaciones a la calificación del país, se equivoca.

Si las grandes empresas y bancos que apostaron un dineral para una obra transexenal comprueban que en México cualquier gobernante puede llegar y echar abajo una megaobra nada más por sus pantalones, de tontos vuelven a invertir aquí.

Habría que ver quién se anima tan fácil a meterle lana al Tren Maya, por ejemplo, si de un día a otro El Peje puede levantarse de malas y mandar al diablo a todos.

Eso sin contar que esa desconfianza –que en economía es peor que la certeza- ya empezó a ocasionar presiones sobre el tipo de cambio de la moneda mexicana con respecto al dólar, y eso va a ir pegando en las finanzas del país.

Aunado a esas locuras de alguien que aún se siente en campaña, y que lejos de unir a todos en torno a su proyecto los divide, están declaraciones como las que ya no va a vender petróleo al extranjero ni subirá los impuestos.

¿Pues qué México no necesita de sus ingresos petroleros y de la captación de impuestos para invertir en infraestructura, servicios y programas sociales, como lo que prometió el propio López Obrador?

Por razones como estas es probable que el aeropuerto de Texcoco continúe, pero que El Peje venda esa decisión a precio de oro; decidir lo contrario significaría detonar su “error de octubre”, como en su momento fue el de “diciembre” de Ernesto Zedillo.

Con la diferencia de que López Obrador aún no entra.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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