Mucho se comenta que si los candidatos del PRD son más o igual de corruptos que los de Morena, como si se tratara de familias políticas diferentes o como si no tuvieran una historia en común.
Que si Alejandra Barrales es peor que Claudia Sheinbaum tan sólo porque hoy están registradas en partidos diferentes. Que si Víctor Hugo Romo es corrupto porque hoy está en Morena y antes no lo era.
Que si Rigoberto Salgado, Avelino Méndez, Dolores Padierna y varios neomorenos son más rateros que quienes aspiran en el sol azteca a sucederlos en sus cargos después de las elecciones de julio.
Para qué se hacen tontos, si dicen que los morenos son corruptos —que sí lo son— ya lo eran desde que pertenecían al PRD y el hecho de que cambien de piel no los hace puros.
Lo que dejan claro con tantos señalamientos y acusaciones entre ellos es que son exactamente iguales, pues los hoy corruptos de Morena lo son desde que estaban pintados de amarillo.
Nadie puede decir que Sheinbaum se volvió corrupta al ingresar a Morena; lo era cuando estaba en el PRD y su esposo Carlos Imaz quedó grabado guardando en bolsas del súper miles de dólares del empresario Carlos Ahumada.
Así como Lola Padierna lo era desde que su esposo, René Bejarano, fue también grabado llevándose hasta las ligas con que estaban agarrados los fajos de billetes del mismo Ahumada.
Ambos matrimonios son considerados corruptos porque compartían proyectos políticos y hasta cargos bajo el mismo gobierno: todos eran del PRD.
Es decir, no se volvieron corruptos al pasar a Morena; ya lo eran desde que estaban en el sol azteca, así que las acusaciones entre ambos partidos están de más y son tan tontos que no se dan cuenta que se dañan solitos.
Lo único que refleja este intercambio de señalamientos es que toda la izquierda de la CDMX es corrupta, por el simple hecho de que vienen del mismo lugar.
No es que ahora sean más, es que ahora los mismos van por dos partidos diferentes, pero da la casualidad que no se pueden contrastar y la razón es muy sencilla.
Buscan a la misma clientela política, ofrecen lo mismo y tienen el mismo descrédito… tuvieron el mismo amo.
Quizá quienes tengan un poco de ventaja en su intento por conquistar nuevos votantes sean los perredistas, pues, a diferencia de Morena, pueden integrar a votantes panistas.
Si los morenos y amarillos insisten en acusarse de corruptos, se están dando un tiro en el pie, pues en lugar de propuestas concretas y diferentes, ofrecen lo mismo, pero con otro empaque… que, en el fondo, tiene el mismo contenido.
¿O a poco Maricela Contreras y Carlos Hernández Mirón —hoy con Sheinbaum— ya no son corruptos como ella misma los señaló tan sólo porque se afiliaron a Morena?
Las campañas perredistas y morenistas lo único que confirman es que la izquierda capitalina se pudrió y que hoy esos dos partidos son igual de corruptos.
CENTAVITOS… Luego de tantas piruetas, el Partido Humanista designó como su candidato a jefe de Gobierno al experredista Marco Rascón, y a la activista Diana Sánchez Barrios como aspirante a alcaldesa en Cuauhtémoc. Ninguno de los dos tiene posibilidades de ganar, pero no deja de ser interesante que el Humanista quiera ir por su cuenta, con la idea de tener los votos suficientes para mantener el registro… Por el contrario, el PT buscan colgarse de Morena para mantener su negocio, sólo que si en las boletas los votantes no cruzan el logo petista, aunque el candidato sea el mismo, no completarían el número de sufragios necesarios para mantener el registro como partido.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2018/02/27/1223007
