Alejandro Zúñiga
Pasado mañana, viernes 22 de marzo, se conmemora el Día Internacional del Agua, pero no hay nada que festejar aquí, en la Ciudad de México, porque cada día padecemos más escasez y se invierten menos recursos para impedir que se agote esa fuente vital.
La Asamblea General de las Naciones Unidas designa tal o cual fecha como Día Internacional, cuando es urgente sensibilizar, concientizar y llamar la atención de los gobiernos del mundo sobre la necesidad inaplazable de resolver un problema esencial para la preservación de la vida humana.
Sin embargo, en el caso del recurso no renovable del agua la Ciudad de México ha transitado como los cangrejos, de reversa y sin aplicar acciones de fondo para enfrentar el problema.
Una amiga que vive en San Nicolás Totolapan, en la alcaldía Magdalena Contreras, me comentó que en las últimas tres semanas se quedaron sin agua en toda la colonia, algo que nunca les había ocurrido.
Agregó que, junto con vecinos, fue a la alcaldía para averiguar el porqué de la inusual carestía y les respondieron que era un problema de presión en el bombeo, les dieron los teléfonos delservicio de pipas “gratuito”, donde “nunca nos contestaron, porque siempre sonaron ocupados”.
Desde 2011, el geólogo Federico Mooser advirtió en una entrevista que el Valle de México transitaba a un “agotamiento grave del acuífero somero”, su principal fuente de abasto de agua, pues se extraía un caudal mayor a la capacidad de recarga natural.
La “guerra por el agua es silenciosa en la Ciudad de México” y Zona Metropolitana y lleva una acumulación de muchos años, aseguraba el geólogo.
El caso es que hoy se registran tandeos en 10 alcaldías capitalinas y, según cifras oficiales, casi 360 colonias ubicadas en Iztapalapa, Tlalpan y Magdalena Contreras son directamente afectadas, en perjuicio de unos dos millones de habitantes.
Eso no es todo, el mismo Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) admite una constante baja presión del suministro del líquido en otras cuatro alcaldías: Benito Juárez, Cuauhtémoc, Iztacalco y Venustiano Carranza.
En 2012, se anunció el descubrimiento de un gran acuífero en el subsuelo capitalino que, por sus dimensiones -se dijo- sería la solución hídrica del futuro al creciente problema de abasto en el Valle de México.
Sin embargo, conforme pasaron los meses se concluyó que se requieren más de 10 años de estudios y una muy alta inversión, para confirmar su capacidad de almacenamiento y resolver la problemática que plantea su extracción, estimada a dos mil metros de profundidad.
La autoridad ha preferido enfocarse, con poco éxito hasta ahora, en intentar resolver el problema de reparar las constantes fugas de agua en las redes, donde se estima que más de 41% del suministrose pierde por fracturas en los ductos, cuya antigüedad es de más de 60 años.
Pero es irremediable que la sobreexplotación del acuífero, junto con las interminables fugas en las viejas redes, agrava cada día más la escasez de agua en el Valle de México.
Aunque las nuevas autoridades capitalinas han expresado conocer y estar conscientes del enorme reto hídrico que enfrenta la ciudad, todavía no han delineado cómo van a garantizar el suministro de agua para una creciente y cada vez más demandante población.
Recordemos que esta ciudad se hunde, se agrieta y, entre más agua le falte, se vuelve más vulnerable.
Ojalá y el próximo “Día Internacional del Agua”, los capitalinos tengamos mucho que celebrar en materia de viabilidad hídrica, porque hoy el panorama es crítico y oscuro.
El agua es esencial para la vida y, sin un plan estratégico e integral para su recuperación, cuidado, suministro y abastecimiento simplemente los gobernados estaremos condenados a muerte. Urge un proyecto de salvación para superar la crisis del agua en la Ciudad de México.
