El líder de los trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México, Juan Ayala, no solamente embarcó a sus agremiados en una aventura política personal con el PRD, sino que también traicionó a los candidatos del Frente de partidos integrado por PAN-PRD y Movimiento Ciudadano.
Y es que el dirigente comprometió ante los frentistas el apoyo incondicional de la estructura sindical sin preguntarles a los trabajadores; se concretó a amenazar con tomar represalias con quien no jalara con sus intereses muy particulares.
Se cobijó en el Distrito local uno de la GAM, donde creía que no correría el menor riesgo de perder, por lo que se dedicó no sólo a apoyar las aspiraciones de Alejandra Barrales, sino a atacar a todo lo que oliera a Morena, sobre todo en las delegaciones.
No contaba con que un grupo de dirigentes disidentes del Sindicato Único de Trabajadores de la CDMX se movilizara hasta tierras maderenses para hacerle una contra-campaña de manera personal, cooptando a los liderazgos locales para ponerlos en su contra.
Pero no conforme con dar la espalda a sus agremiados, a quienes ni siquiera preguntó si tenían alguna preferencia política similar a la de él, un día antes de las elecciones se reunió con su comité para indicarles que le retiraran el apoyo al panista Ricardo Anaya.
Textualmente les dijo que bajara la instrucción a los trabajadores para que votaran por el priista José Antonio Meade para la Presidencia de la República; por Barrales para la Jefatura de Gobierno, y, por supuesto, por el PRD para alcaldes y diputados.
Y sus incondicionales bajaron la instrucción de Ayala para traicionar el pacto con el PAN; el problema es que las bases se inclinaron por Andrés Manuel López Obrador y por todos los candidatos de Morena, desobedeciendo el llamado a la traición.
Ahora, Juan está solo y sin fuero, a merced de quienes lleguen al gobierno y le quieran cobrar facturas, pero no sólo por el uso faccioso del sindicato, sino por algunos presuntos negocios con Miguel Ángel Vázquez, hoy coordinador del gabinete local.
Vázquez, quien hasta hace unos meses manejó todas las nóminas de la administración capitalina, autorizó la entrega de millonarias cantidades en efectivo a la organización sindical de Ayala para la compra de regalos, organización de festivales y… ¡uniformes!
Lo de los regalos podrían justificarlo porque festejaron a los trabajadores en diversas ocasiones, pero lo de los uniformes sería un negocio escandaloso, según comentan por los rumbos de Puebla, donde mandaron a maquilar la ropa.
La forma en que se triangula el dinero —dicen quienes conocen de esos procesos— es entregar el dinero al sindicato para que ellos ordenen las compras sin tener que licitar… y sin que haya contratos firmados.
Bueno, esto es una insignificancia contra todo lo que le buscarán y si aprietan a Miguel Ángel delatará a sus cómplices; si aprietan a Ayala, hará lo mismo.
CENTAVITOS… Dicen que las crisis representan una gran oportunidad para reinventarse, pues las derrotas enseñan más que las victorias y eso es lo que ya empiezan a semblantear algunos dirigentes locales del PRD, a fin de quitarse lastres y caminar hacia la refundación con una nueva clase política. Que a nadie extrañe si en breve dirigentes amarillos como Leonel Luna, por ejemplo, se asoman para llamar a una profunda transformación de su partido desde la óptica de una oposición más propositiva que destructiva. Por lo pronto, ayer, a pesar de ser uno de los más afectados por la derrota del sol azteca, salió a reconocer plenamente el triunfo de Morena y a congratularse de que no hubiera violencia ni cosas graves que lamentar. A ver quién se suma.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/la-doble-traicion-de-ayala/1250586
