Por Javier Ramírez
En el actual proceso electoral, la Delegación Cuajimalpa ha encendido las alertas en la Ciudad de México. Esa demarcación del poniente de la capital se ha tornado en una de las más peligrosas de la capital.
En ese lugar, el crimen organizado está participado activamente en la contienda electoral, y no lo está haciendo de manera discreta.
No en balde el candidato a la alcaldía de la coalición Por la CDMX al Frente, Gonzalo Espina, contrató los servicios de escoltas armados que lo acompañan a donde quiera que vaya en la ciudad.
Incluso, su agenda de actividades proselitistas como aspirante a gobernar ese territorio se mantiene en sigilo como medida de seguridad, y sólo a los reporteros que expresamente la solicitan se les hace llegar, a veces. El asunto, a decir de quienes están inmersos en el trabajo territorial en esa demarcación, es muy grave.
A principios de mayo, una brigada de Movimiento Ciudadano que intentaba colocar propaganda del Frente fue agredida con disparos de arma de fuego a plena luz del día; al menos una camioneta fue baleada y luego incendiada.
Existen videos de dieron cuenta de ello, pero el Frente decidió que no se hiciera público. La propaganda de la coalición PAN, PRD y MC es retirada y la del Revolucionario Institucional se respeta.
El narcomenudeo se ha asentado en Cuajimalpa y está defendiendo su negocio. En los pronósticos, Espina no tiene posibilidades reales de quitar al PRI esa demarcación que alguna vez tuvo en su poder Acción Nacional. Y por la expresión que lleva el candidato en actos públicos, pareciera que tampoco es lo que en realidad desea.
Existe mucha zozobra en el equipo del Frente y se consideró que hacer del dominio público la inseguridad que impera en la contienda por Cuajimalpa podría tener un efecto de boomerang para la coalición.
El control que tiene la delincuencia no es de apenas unos meses, sino que se consolidó durante la presente administración, y cuando la titularidad del Ejecutivo la tenía Miguel Ángel Mancera Espinosa. Hay descontento, particularmente entre los panistas y los “emecistas”, y las críticas están a flor de piel, pues quien estuvo a cargo de combatir esa situación desde el sexenio pasado fue también Mancera Espinosa, pero desde su oficina en la Procuraduría capitalina.
A menos de un mes de la votación, la tensión en Cuajimalpa es tan grande como el desánimo de lograr un buen resultado para el candidato frentista.
REUNIÓN REALISTA
A finales de la semana reciente un grupo de jóvenes que participan activamente en redes sociales, a través de Cultura Colectiva, logró reunir a seis de los siete candidatos a la Jefatura de Gobierno.
La transmisión se realizó exclusivamente por sus redes, y en un esquema muy novedoso consiguió sacarlos de su caparazón de respuestas armadas y temas estudiados. A la cita faltó Claudia Sheinbaum, la candidata de Morena, que se disculpó por motivos de agenda.
El encuentro abrió con un audaz juego donde eligieron al azar cómo resolverían situaciones ficticias de emergencia.
De entre los seis, resaltaron las hipotéticas emergencias que enfrentaron el candidato del PRI, Mikel Arriola; Alejandra Barrales, de Por la CDMX al Frente, y Purificación Carpinteyro, del Partido Nueva Alianza.
Al primero le tocó elegir entre exterminar o aprovechar una inusual y espontánea aparición de plantas de mariguana por toda ciudad.
Barrales debió resolver un explosivo incremento poblacional de la capital, y sin más afloró su condición de nueva mamá.
La que entró en apuros fue Carpinteyro, pues su emergencia era la desaparición del internet en la capital, aunque parecía que el tema le quedaba que ni pintado como experta en telecomunicaciones que es.
Conocedora del área, planteó inmediatamente un diagnóstico de las causas, pero al final su tiempo se agotó y expresó un sincero ‘no sé’.
Vale la pena mirar el ejercicio y ver a unos candidatos más relajados, incluso divertidos, planteando sus propuestas, pero también mostrándose tal cual son.
