Esta semana se llevó a cabo el “bailongo” -como el propio AMLO lo definió- en el Zócalo de la Ciudad de México, con motivo de la celebración de su triunfo electoral, luego de 12 años de intentos y fracasos.
Parece de poca sensibilidad que mientras el país atraviesa por una crisis de seguridad y una etapa de austeridad republicana, el presidente decida desembolsar los pesos y centavos que ha ahorrado quitando programas sociales y dejando sin personal y medicamentos los servicios de salud, únicamente para festejar su triunfo ¿Existe algo más egocéntrico que eso?
El festejo del presidente contó con al menos 200 invitados especiales y, según nos quieren hacer creer, fue austero y sin derroches, como si el bailongo por sí mismo no fuera ya un derroche. Pero eso no importa al presidente, pues este evento de carácter político disfrazado de informe, buscó retomar las viejas usanzas de los tiempos autoritarios en donde pan y circo servían para adornar la figura presidencial, quien reunió a un sequito de fieles aplaudidores que seguramente confían en las “otras cifras” de su líder y patrón.
Mientras ellos acudieron a aplaudir y celebrar que continúan viviendo del presupuesto, los ciudadanos seguimos esperando que la austeridad nos haga justicia, pues hasta hora lo único que hemos percibido son las carencias en las instituciones que prestan servicios básicos, mientras seguimos esperando que por fin algún día se venda el avión presidencial, cuyo costo de manteniendo seguimos pagando y se suman los gastos de viáticos del presidente y su personal cada vez que viaja, de lo cual, por cierto, nunca se puede encontrar información.
De igual forma, es lamentable que el presidente nos haya sumido en una etapa de pobreza franciscana -como él mismo denominó- en aras del progreso, pero cuando el presidente de los EUA lo exigió, sin pensarlo soltó millones de pesos para destinarlos a los migrantes que, pese a existir un considerable grupo que se niega a entrar en un esquema de legalidad para su correcta estancia en nuestro país, serán los beneficiarios de millonarios recursos y documentos migratorios al vapor, incluso ya se les prometieron 40 mil empleos en el rubro maquilador de la zona norte de nuestro país.
Como ya es tradicional en el presidente, su maquiavélica mente debe estar actuando motivado por ver a los migrantes como electores potenciales, en lugar de como personas.
Los ciudadanos no tenemos nada que celebrar, presidente, pues no hay resultados en materia de seguridad, y siguen pendientes el ur- gente rescate y dignificación de los servicios de salud pública del país. Luego entonces, puede celebrar lo que le venga en gana, pero eso sí, con dinero de su bolsa.
