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La inversión como obsesión

Lo que no deja de sorprender, es que pese a los que se pudiera pensar, las medidas económicas tomadas por la actual administración, parecerían estar teniendo un efecto contrario en el ánimo de los mexicanos.

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Pablo Trejo

La semana anterior, fue el turno de Standar and Poors, la última de las tres grandes calificadoras mundiales, que al igual que lo hicieron anteriormente Moody´s y Fitch, dio a conocer sus perspectivas a la baja sobre el futuro de la economía mexicana. S&P como se le conoce en el mundo de los dineros, enfatizó que la debilidad de Pemex, aunado a la dependencia de nuestra economía de la petrolera, y las “insuficientes medidas” anunciadas por el gobierno federal, a fin de reducir la enorme carga impositiva de nuestra empresa más grande, generan serias dudas sobre el rumbo de la economía nacional.

Desafortunadamente, no solo se trata de las grandes calificadoras, ya que especialistas en materia económica en nuestro país, sumados al Banco de México, presentaron valoraciones a la baja sobre la expectativa de crecimiento para los próximos tres años, y coincidieron al señalar que un crecimiento por arriba del dos por ciento a tasa anual, probablemente se alcance hasta el año 2021.

Lo que no deja de sorprender, es que pese a los que se pudiera pensar, las medidas económicas tomadas por la actual administración, parecerían estar teniendo un efecto contrario en el ánimo de los mexicanos. Algunos de los estudios demoscópicos de las empresas más reconocidas, recientemente dieron cuenta de un índice de aprobación en la gestión de López Obrador, cercana al 80 por ciento, lo cual, estamos seguros que no tiene comparación en ningún otro país del mundo.

Lo interesante de esta aparente ambigüedad, radica en atrevernos a pronosticar si es que ese bono democrático con el que cuenta nuestro presidente, logra permear a la percepción de los inversionistas extranjeros y de nuestros socios comerciales. De entrada, el cambio de dirigencia en el Consejo Coordinador Empresarial, puede considerarse como un gran acierto del equipo económico del presidente. El simple hecho de que haya sido posible manifestar empatía en cuanto a la necesidad de generar empleos, fortalecer el mercado interno, y tarde o temprano llegar a la soñada meta de crecer al cuatro por ciento anual, debe de impregnarnos de un optimismo moderado.

Resulta casi inverosímil el reconocimiento tácito de culpabilidad compartida en el lastimoso problema de la corrupción que hizo la cúpula empresarial en nuestro país. Al hacer público el compromiso de combatirla, por primera vez se ventila un hecho por todos conocido: para que un funcionario se corrompa, debe existir la participación de un empresario. E la medida en que se reconozca que la corrupción es un mal que no es privativo de la burocracia, se estará avanzando en su erradicación.

Si Andrés Manuel López Obrador, logra conectar con los empresarios mexicanos de la misma forma en que lo ha hecho con la ciudadanía, se fortalecerá nuestra economía, ya que uno de los principales factores de cualquier historia exitosa reciente, es el de la confianza en las instituciones. Si las palabras de Carlos Salazar, el nuevo jerarca del organismo empresarial, se materializan, y se privilegia el diálogo y la búsqueda de acuerdos sobre las decisiones unilaterales, y la inversión, se convierte en una obsesión, seguramente todo irá por buen camino, y en ese escenario, tal vez, el presidente acabe teniendo la razón, en el sentido de que poco importará la calificación de Fitch o de S&P, ya que las inversiones continuarán llegando a nuestro país.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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