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Investigación

La magia  del futbol

Veremos muy pronto, más rápido de lo que quisiéramos, si el Tri sacude al país y logra el milagro del sexto partido.

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Por Alejandro Zúñiga

La irrupción del campeonato Mundial de Fútbol Rusia 2018 -el jueves pasado- desplazó del escenario noticioso del país al proceso electoral más importante de la historia de México, y revivió en el inconsciente colectivo nacional la esperanza de que el Tri pueda jugar, por primera vez, un sexto partido y pasar a semifinales.

Si ocurriera ese anhelado triunfo, sería la llave para relajar la crispación social acumulada por las campañas electorales y abriría la puerta a la reconciliación nacional, tan necesaria para que gobierne el ganador del 1 de julio próximo.

El futbol es, ante todo, pasión. Produce un sentimiento colectivo vehemente, irrefrenable, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón. Es enajenante, una expresión de entretenimiento colectivo que lo hace también uno de los negocios más rentables de la historia.

En cambio, la elección que viene ha dejado hasta ahora 114 muertes políticas, encono, animadversión, descalificaciones, acusaciones, hartazgo e intolerancia y, aunque a veces hay expresiones similares en el soccer, en el Mundial todos los mexicanos le vamos al mismo equipo, así que la división está descartada.

Por eso si el Tri logra la hazaña y juega como nunca, morenistas, priistas, panistas-perredistas y militantes o simpatizantes de cualquier partido se abrazarán, se felicitarán, gritarán juntos al unísono por la misma causa y, paradójicamente, por el mismo partido.

Incluso, la pasión los llevaría al mismo mitin, en el emblemático Ángel de la Independencia, una posibilidad remota, pero posible gracias a la magia del futbol.

De ese tamaño es el potencial de la unidad que posee el Tri, muy por encima de cualquier llamado a la reconciliación de todos los políticos.

Y es que en México nada está más desprestigiado que la política y sus protagonistas. Es sinónimo de engaño, simulación, transa, corrupción, enriquecimiento ilícito, vanidad, componendas, impunidad, ilegalidad, compra de lealtades, doble moral y traición.

El futbol, en cambio, es amor a la camiseta, entrega, pasión colectiva, armonía, unidad, cohesión y hasta fantasía. Un espectáculo que funde a la afición y la hace uno.

¿Quién no prefiere soñar viendo al Tri en un Mundial, en lugar de presenciar un debate entre “la tercia maldita”?, parafraseando al Bronco, donde el del PRI -que no es priista- no se atreve a desmarcarse del presidente más impopular que hemos tenido, el panista llega al escenario manchado de corrupción, y el morenista es incapaz de explicar que las adjudicaciones directas son legales, están previstas en la Ley de Adquisiciones y son necesarias cuando se trata de contratar servicios o bienes especializados.

Si por lo menos “la tercia maldita” sudara la camiseta, entrenara para debatir y metiera goles, tal vez se ganaría un poco de respeto de la afición ciudadana.

Veremos muy pronto, más rápido de lo que quisiéramos, si el Tri sacude al país y logra el milagro del sexto partido, y con ello perfilar la ruta de la unidad y la reconciliación.

En cuanto a la “tercia maldita”, cualquiera que gane la Presidencia la tiene más difícil que el Tri ¿O alguien cree que en seis años se acabará la corrupción, regresará la seguridad, terminará la impunidad, habrá crecimiento económico, equidad, justicia imparcial o una relación equitativa con EU?

 

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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