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LA MANO QUE MECE LA CUNA / El garrote de Morena

Por mucho que El Peje haya ganado por una amplia mayoría las elecciones presidenciales, y que conserve mucho de ese apoyo, no debe provocar al pueblo, pues los mexicanos no son ajenos a las rebeliones.

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Adrián Rueda

Por si no fueran suficientes las amenazas y presiones de Andrés Manuel López Obrador a empresarios, organismos no gubernamentales, CNDH, líderes de opinión y medios de comunicación, ahora la amenaza es contra el mismísimo pueblo.

El Congreso de Tabasco -integrado por mayoría Morena, por supuesto-, aprobó la llamada Ley Garrote que castiga con cárcel de hasta 20 años a quienes organicen protestas que afecten la realización de obras públicas y privadas en la entidad.

Con esa ley, los diputados tabasqueños lo único que están haciendo es proteger con toda la fuerza del Estado las dos obras emblemáticas que López Obrador ofreció para la zona, y que son la refinería Dos Bocas y el Tren Maya.

Según El Peje, las obras fueron aprobadas por el pueblo en consulta pública, incluso en para el Tren Maya dijo tener el permiso de la madre tierra, pues pidió la autorización de los ancestros mayas en una ceremonia religiosa a la vieja usanza.

Si el gobierno ya tiene el aval del pueblo, entonces cuál es le miedo a que haya manifestaciones de inconformidad, que por cierto están garantizadas en la Constitución General de la República.

El gobernador tabasqueño, Adán Augusto López Hernández, quiere ponerse de tapete del presidente para que éste no tenga ningún inconveniente en la construcción de sus magnas obras, y de paso para que él mismo esté protegido.

Por eso operó con sus diputados.

Solamente que Adán y sus lacayos olvidaron que la carrera de su jefe a la Presidencia de la República se forjó precisamente en las marchas, plantones y hasta la quema de pozos petroleros justamente en Tabasco, y a pesar de ello no acabó en la cárcel; eran tiempos del PRI.

Tampoco se le molestó para nada cuando cerró por tres meses la avenida Reforma, acabando con negocios y empleos en la zona porque no le gustaron los resultados de las elecciones de 2006; eran tiempos del PAN.

Ahora, en los tiempos de la auto-llamada Cuarta Transformación, las protestas y marchas son prohibidas en Tabasco, su tierra, y castigadas con una pena similar a la de un homicidio calificado, que es de 20 años de cárcel.

Como siempre, cuando le conviene, el presidente se desmarca y asegura que no estaba enterado y que los congresos son autónomos; sí, son autónomos cuando hacen lo que le beneficia a él, porque si le fallan en contra los califica de conservadores.

El asunto es que esta ley va precisamente en contra del pueblo, que regularmente es el que se manifiesta en las calles ante lo que consideran abusos del gobierno, pues los Fifis rara vez lo hacen marchando.

Esa Ley Garrote, como ya se le llama, está dirigida para educar al pueblo que no es sabio y que debe entender que él presidente siempre tiene razón.

Esta acción legislativa es un peligroso precedente para que otros congresos quieran aplicar  algo similar en sus tierras para planchar el camino de la 4-T, como por ejemplo en Morelos, donde pobladores de Yecapixtla se oponen a la conclusión de la termoeléctrica de Huesca.

Ahí los integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y Agua Morelos, Puebla y Tlaxcala advirtieron que el llamado Proyecto Integral Morelos no pasará, pues dañaría a varias comunidades de esos estados.

Ello, a pesar del me canso ganso presidencial.

Muchos advierten el peligro de que la llamada Ley Garrote sea adoptada por los morenistas morelenses, y que quienes se opongan a la termoeléctrica sean enviados a la cárcel, como ocurrirá en Tabasco.

El conflicto ya ocasionó la muerte de uno de los líderes indígenas que se oponen al proyecto, e incluso López Obrador no se atrevió a asistir al acto luctuoso del general revolucionario Emiliano Zapata, porque fue declarado non grato por la familia.

Por mucho que El Peje haya ganado por una amplia mayoría las elecciones presidenciales, y que conserve mucho de ese apoyo, no debe provocar al pueblo, pues los mexicanos no son ajenos a las rebeliones.

Dos de los congresos emanados de Morena, desde donde llamó a la ciudadanía a concederle mayorías legislativas para transformar al país, han pisoteado no sólo la Constitución, sino la dignidad de los mexicanos.

Antes de esta aberración en Tabasco, sobre todo porque emanan de un gobierno surgido de las luchas callejeras, diputados morenos en Baja California ya habían hecho de las suyas al ampliar de dos a cinco años el mandato de Javier Bonilla como gobernador.

O sea que los legisladores de la 4-T, que prometieron cambiar el país erradicando la corrupción y siendo austeros, está haciendo añicos las instituciones al amparo de su mesiánico líder que justifica todos sus fallos a mal gobierno de sus antecesores.

Independientemente de que López Obrador está destrozando el país, para beneplácito de sus seguidores, que cada mañana disfrutan de sus conferencias porque critica al poder que se fue, las acciones de sus congresos afines deben alertar a todo mundo.

Porque ya ha destruido varios órganos autónomos que servían como contrapeso al gobierno, y ha llenado de encargados de esas instituciones tan importantes a fieles seguidores de su ideología, sin importar sus capacidades.

Se había evitado en un enfrentamiento directo con los ciudadanos, porque no los podía de culpar de pertenecer a la mafia del poder para descalificarlos, por eso es de llamar la atención que se haya aventurado a apoyar la promulgación de la Ley Garrote en Tabasco.

Y si no le importa lo que puedan decir los organismos internacionales de protección a los derechos humanos, los mexicanos deben estar extremadamente preocupados, pues ya se vio que no se tentó en usar a la Guardia Nacional contra los migrantes.

Si la autoridad le autoriza a que la GN reprima ahora a los manifestantes tabasqueños, qué  va a impedir que más adelante no quiera usar la fuerza para reprimir a inconformes, o a nacionalizar empresas y medios de comunicación que no le son afines.

A todas luces este gobierno autoritario avanza a uno dictatorial, en el que el gobernante piensa y actúa por el pueblo bueno, castigando al pueblo malo que se opone a la transformación.

Por lo pronto ahí está la primera fase de la Ley Garrote.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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