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LA MANO QUE MECE LA CUNA / El solitario Marcelo

Lleva cerca de cuatro años que no se habla con René Cervera, su amigo del colegio y quien fue su primer Jefe de Oficina en el Zócalo, área que le creó específicamente para restarle poder a José Ángel Ávila Pérez, quien fue su secretario de Gobierno.

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Adrián Rueda

Rencoroso y acotado, Marcelo Ebrard se agazapa, bajando su perfil en espera de mejores tiempos.

Peleado con quienes fueron sus manos derecha e izquierda en el Gobierno del Distrito Federal, parece estar buscando una ruptura con su pasado reciente, pues siente que todos sus súbditos lo traicionaron y lo dejaron abandonado en el exilio.

Lleva cerca de cuatro años que no se habla con René Cervera, su amigo del colegio y quien fue su primer Jefe de Oficina en el Zócalo, área que le creó específicamente para restarle poder a José Ángel Ávila Pérez, quien fue su secretario de Gobierno.

En 2015, cuando los ataques del gobierno arreciaron en su contra y decidió poner tierra de por medio para asentarse un par de años en París con su familia, su influencia aún le alcanzó para dejar a ambos personajes como diputados federales.

Se supone que los dejaría en San Lázaro para que le cuidaran las espaldas; al final él creyó que lo abandonaron a su suerte y se sintió traicionado, sobre todo por Cervera, con quien dicen tuvo un agrio rompimiento.

El yucateco había sido su compañero de estudios preparatorianos y en un tiempo lo acompañó en su carrera política, sobre todo cuando en el PRI parecía que su futuro iba a ser brillante.

Luego vino el rompimiento de Manuel Camacho Solís –su jefe de toda la vida- con Carlos Salinas de Gortari por haberle dado la candidatura presidencial a Luis Donaldo Colosio y la estrella de Marcelo se apagó.

Fue entonces que Cervera se alejó; reapareció cuando la estrella del hoy canciller volvió a tomar luz al ser elegido jefe de Gobierno del DF por el PRD. Fue cuando le crearon el puesto de jefe de Oficina.

Pero seis años después volvió a quedar relegado de la candidatura presidencial, ahora por Andrés Manuel López Obrador, y Marcelo cayó en desgracia al ser perseguido por el gobierno, incluso por quien él dejó como su heredero: Miguel Ángel Mancera.

Apestado en el PRD, acudió al Movimiento Ciudadano de Dante Delgado para intentar ser diputado federal, pero el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal echó abajó su candidatura y, al quedarse indefenso, tuvo que huir del país.

Se supone que Cervera, a quien hizo diputado federal, estaría en el cargo sólo año y medio, luego de lo cual tendría que dejar el lugar a su suplente, Fabián Medina, pero llegado el momento el yucateco se negó a dejar la silla y ahí se rompió la relación.

De Ávila Pérez sintió falta de apoyo, alguna vez comentó que no notó que lo defendiera ante los ataques del gobierno, pero la realidad era que su ex secretario de Gobierno apenas podía defenderse a sí mismo y se vio obligado a bajar el perfil y a guardar silencio.

Aunque con él no hubo discusión, sí enfrió su relación, al grado de no llamarlo a colaborar con él cuando López Obrador lo revivió en su administración.

Rápido se olvidó Ebrard de que cuando estaba en la lona, Ávila Pérez le tendió la mano y lo cobijó en su despacho de abogados para paliar la situación, además de ayudarlo a construir el Partido del Centro Democrático, de efímera existencia.

Pero no sólo con sus números uno y dos se peleó Marcelo, pues la mayor parte de su equipo político permanece relegado, situación que no muchos entienden, pues si lo que quería es que se inmolaran con él, eso es algo que nadie en su sano juicio hace.

En cambio optó por poner en su entorno un filtro para pelusa que pocos entienden, y es ahí donde aparecen nuevos nombres.

Como el de Jesús Seade, su subsecretario para América del Norte. Se entiende porque fue el negociador por parte del equipo de López Obrador para el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, y es una posición de El Peje, ni modo.

De Martha Delgado, quien fue su secretaria de Ecología en el Gobierno del DF y que, a pesar de que no era de sus funcionarias “orgánicas” -pues la invitó a trabajar con él cuando llegó al Gobierno-, le salió muy eficiente y leal; también se entiende.

Lo que ya no se empieza a entender es de dónde sale Maxiliano Reyes como subsecretario para Centro y Sudamérica, sobre todo porque el hoy funcionario ya estaba alejado de la política siendo alto ejecutivo de Femsa, con un sueldazo.

Alguna historia importante tendrán detrás, porque todos los integrantes del equipo marcelista que se le acercaron para reactivar contactos fueron canalizados con Max, que de pronto se convirtió en su nuevo operador político.

El hoy subsecretario fue eterno aspirante por el PRI a delegado en Cuajimalpa; después paso por varios partidos, como el PANAL y el PRD para ser diputado local, y no se le conoce alguna otra gracia.

Pero donde de plano todo mundo se quedó con el ojo cuadrado fue con el nombramiento de Fabián Medina como jefe de Oficina del Canciller, sobre todo porque la fama pública del interfecto es la de un verdadero rufián, para decirlo lo más suavemente posible.

En el equipo marcelista siempre fue considerado un “bisnero de poca monta”, lo cual quedó en evidencia al ser exhibido recientemente en un audio donde supuestamente hace negocios oscuros en la alcaldía de Álvaro Obregón, sobre giros negros.

De que Marcelo aspira y suspira por ser el próximo candidato presidencial, nadie tiene la menor duda; de que lo logre ahí sí está en chino, pues sus propias habilidades y capacidades  son su impedimento, ya que no sería manipulable.

Quienes lo conocen dicen que el actual encargo lo hizo feliz, al fin y al cabo él es licenciado en Relaciones Internacionales por el Colegio de México y ese trabajo se le da muy bien.

Pero sus malquerientes opinan que El Peje lo nombró canciller para tenerlo lejos de la operación política interna. Que lo metió en medio de un presidente locuaz como Donald Trump, y un dictador como Nicolás Maduro para que lo conviertan en piñata.

Amén de eso, más que política exterior, Ebrard se ha tenido que dedicar a poner la cara de tonto y a tratar de reparar lo que su jefe derriba con cada declaración que hace, como su pleito con el Papa y con el rey de España por el tema de la Conquista.

El acabose fue la cena privada del yerno de Trump con López Obrador en la casa del vicepresidente de Televisa, Bernardo Gómez, para tratar asuntos de Estado sin que Ebrard tuviera vela en ese entierro.

De ser un poderoso político –todos creían que lo sería de nuevo en este sexenio- Marcelo se ha convertido incluso en objeto de burlas y luce cada vez más solo, aislado y distanciado de quienes fueron sus colaboradores.

Incluso del propio Mario Delgado, quien fue su delfín en 2012 para sucederlo en la Jefatura de Gobierno pero se le ahogó. Ahora como líder de la Cámara de Diputados, su ex secretario de Finanzas cree que tiene vida propia y ya no quiere ser el chalán de siempre.

Todavía falta un gran tramo, pero el canciller luce solo.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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