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La novela excelsa del 68

“Los símbolos transparentes” fue el recurso literario ideal para que el profesor de la UNAM e integrante del Consejo General de Huelga, Gonzalo Martré, escribiera su intensa versión de la masacre.

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A 50 años de la masacre estudiantil de 1968, parteaguas en la historia nacional, persisten lagunas sobre la represión estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, aquel lúgubre 2 de octubre que marcó al Estado mexicano como criminal.

Desde entonces han desfilado decenas de versiones de los hechos en novelas, ensayos, crónicas, documentales y hasta burdos panfletos oficialistas, escritos para intentar expiar a los autores intelectuales y materiales de la masacre.

Pero ningún texto ha podido abarcarlo todo. No hay una obra única, total, ni acabada de la tragedia.

Hay, entre todo lo escrito, testimonios muy valiosos presentados con rigor literario, datos históricos fehacientes y descritos con una narrativa magistral. Obras que, entre lo real y la ficción, recuperan la atmósfera política de la época, documentan el contexto nacional e internacional, develan la esencia del movimiento y las causas de la masacre.

Es el caso de la novela “Los símbolos transparentes”, del escritor hidalguense Gonzalo Martré, cuya quinta edición acaba de publicarse en el marco del cincuentenario de la masacre estudiantil.

Aunque fue reconocida en el Concurso Internacional de Novela México 1974, se presuponía su publicación inmediata, pero no fue nada fácil para Martré que en pleno auge del autoritarismo priista su novela saliera a la luz pública.

Duró años “enlatada”, fue rechazada por una docena de editores y estuvo sentenciada a muerte antes de nacer. Hasta que en 1978, gracias a la valentía de la editorial V Siglos, logró circular públicamente, una década después de que ocurrieran los sucesos que narra.

El autoritarismo recalcitrante de la época, con su letal dosis de corrupción, hicieron que la matanza desapareciera de los diarios y no se diga de los incipientes medios de comunicación electrónica.

Pero una agresión a una multitud inerme de la dimensión del 2 de octubre, en pleno corazón urbano, siempre hay ojos que la ven, la aborrecen y terminan por contarla para no cargar con tanta ignominia, confusión e impunidad.

Por todo eso la novela histórica y satírica, como está catalogada “Los símbolos transparentes”, fue el recurso literario ideal para que el profesor de la UNAM e integrante del Consejo General de Huelga, Gonzalo Martré, escribiera su intensa versión de la masacre, pues es sobreviviente gracias a que fingió, primero, ser cadáver, y después, por el valor de quien fuera su primera esposa que acudió a rescatarlo.

En medio de una ambientación de suspenso y ficción histórica, Martré desnuda la estructura vertical del sistema gobernante, dejando ver los intereses espurios, la bajeza moral y los prejuicios ideológicos que configuran el componente para la masacre.

Es una novela que atrapa al lector desde sus primeras páginas por su ingeniosa, sarcástica y fluida narración.

La virtud de Martré sobre otros novelistas del 68, es su facilidad para relatar los hechos y, literalmente, meter al lector en la psicología de sus personajes, quienes son plasmados con sobrenombres jocosos, una mezcla de broma y burla que permite al lector identificarlos plenamente. Todos los símbolos resultan transparentes en su novela.

Una ficción literaria magistralmente aderezada con altas y profundas dosis de realidad, pero contada como una película. A 50 años de distancia, vale la pena leerla o releerla, para darnos cuenta que buena parte del México que describe no termina de irse.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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